El tercer ojo - Lawfare (Segunda parte)
En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara
Estimados lectores que siguen El tercer ojo, esta ocasión daré seguimiento a la colaboración anterior para dar un apretón mayor a la tuerca y dejar claro el neologismo que da pie a esta serie.
Decía antes que “Lawfare consiste en el uso indebido de los recursos jurídicos para fines de persecución política”; asimismo, expresaba que “una característica fundamental de la Lawfare consiste en la utilización de acusaciones triviales —léase falsas, dolosas e infundadas jurídicamente—, o sea, acusaciones sin pruebas, sin materialidad jurídica. Asociada a esto, el uso de la prensa y los medios de información—y ahora las ‘redes sociales’—propalan el asunto como si las notas que publican estuvieran fundadas con pruebas irrefutables”; finalmente, concluía que “como toda guerra, y parafraseando a Von Clausewitz (…) su propósito inmediato es derribar al adversario y privarle de toda resistencia. La Lawfare es, en consecuencia, un acto de violencia para imponer la voluntad de quien diseña y opera tal guerra contra el adversario”.
Hasta aquí pudiérase pensar que nada falta por adicionar pues parece que la claridad y transparencia semiótica del término, no requiere de más precisiones; sin embargo ello no es así, veamos por qué.
Muy recientemente se publicó el libro Lawfare, Guerra judicial y neoliberalismo en América Latina, con un prólogo de E. Raúl Zaffaroni, editado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), 2019. Dicho libro consta de 152 páginas y, en consecuencia, puede leerse rápidamente.
El prólogo de Raúl Zaffaroni comienza con una intrigante interrogante: “Nunca estuvo muy claro si en lo concerniente a la guerra y a la política debe darse la razón a Foucault o a Clausewitz: ¿Cuál es la continuación de la otra por otros medios? Pero ahora es mucho más difícil dar una respuesta, pues ambas se confunden: ¿Estamos en guerra o en política? ¿El lawfare es guerra o es política? ¿Qué responderían el francés y el prusiano frente a esto?”. Como podemos apreciar, amables lectores, este inicio parece pone en tela de juicio lo que expuse hace una semana.
¿El lawfare es guerra o es política?
Al realizar un vuelo sobre la naturaleza y carácter del concepto, yendo más allá de Atilio Borón, Zaffaroni sugiere que: “Ante todo, el hoy llamado lawfare, no está separado de otros fenómenos. Al sobrevolarlo girando en su entorno, nos damos cuenta de que forma parte de una constelación mayor. Si se trata de satanizar al enemigo y mostrar al opositor político como corrupto y al estamento dominante como puro y angelical, lo primero que nos salta a la vista es que se trata de algo que no es verdad, es decir, que es una vulgar mentira, o sea, una falsedad. Luego, el lawfare es una categoría especial del género falsedades”.
Y nuestro autor rematará categórico: “Si vemos que estas falsedades se valen de la comunicación, se trata también de difusión de mentiras o falsedades, sólo que valiéndose de algunos funcionarios llamados jueces y con consecuencias inmediatas de prisionización y estigmatización de las personas contra las que se dirigen. Pero esas particularidades no afectan el carácter genérico de información falsa, lo que nos permite caer en la cuenta de que el lawfare y las ahora llamadas fake news, no son fenómenos del todo independientes, sino que, más bien, el primero es una categoría particular de las segundas”.
Si tratásemos de hallar una palabra que pudiera referir lo que hemos venido interpretando desde la colaboración precedente pudiésemos concordar con que la política, la guerra, la “judicialización” de la primera, y la mediatización de ambas a través de los medios de información, las “redes sociales” o las fake news, no caben simplemente en un neologismo.
Ciertamente, considero, la primacía de la política sobre los otros componentes analíticos podría permitirnos definir el Lawfare como el proceso de “judicialización” de la política con el fin de imponer al adversario político en una posición de subordinación sin capacidad de resistencia alguna.
Cabe aún una precisión; el Lawfare es diseñado e instrumentado desde las posiciones de poder —político, económico y jurídico— para doblegar a los adversarios políticos. Con este propósito político es posible sostener que tanto la guerra como el Lawfare, los mass media y las fake news, son herramientas que sirven, dependiendo de las circunstancias, para lograr los fines políticos.
Nuestra América Latina, México dentro de ésta, o nuestro estado de Morelos, o la UAEM misma pueden ser unos botones de muestra de un espacio en disputa. De esta manera, parece plausible definir de esta manera el término objeto de nuestra reflexión: “El lawfare (o guerra jurídica) puede ser definido como el uso de herramientas jurídicas, judiciales y mediáticas para la persecución política; la aplicación de la ley como un arma para destruir al adversario político por la vía judicial; el uso de diversos medios de información —prensa, radio, televisión, redes sociales, etc— para deslegitimar ética, política y moralmente a uno o varios adversarios políticos —sean personas, grupos o movimientos sociales— y doblegarlos políticamente, cuando no eliminarlos”.
En fin. El fin justifica los medios…