Serpientes y escaleras - La caída
En opinión de Eolo Pacheco
Ahora resulta que los culpables del colapso del puente fueron los que cayeron. ¡Carajo!
La caída
Pasado el susto, el alcalde José Luis Urióstegui anuncia que se llevará a cabo una investigación oficiosa para deslindar responsabilidades tras lo ocurrido el martes pasado en el Paseo Ribereño. Actuando más allá de la prudencia, el abogado reitera que lo ocurrido fue resultado de la negligencia de quienes, él entre ellos, sobrepasaron la máxima resistencia del puente y de quién de manera imprudente se puso a brincar. ¿En serio?
Muchas veces he reconocido la prudencia de José Luis Urióstegui como una virtud, pero en este caso me parece que ha rebasado el límite al declarar la culpabilidad de quienes nunca fueron advertidos que corrían un riesgo. Explico:
- Cuando el alcalde refiere que fue la sobrecarga lo que provocó el colapso del puente y que la imprudencia de una persona brincando detonó el accidente, deja de lado la negligencia de quien realizó la obra, los que debieron darle mantenimiento y aquellos que no señalizaron el límite de peso del puente. ¿Sin advertencia sobre el máximo de capacidad, cómo pueden saber los usuarios cuantas personas pueden pasar al mismo tiempo?
- El alcalde luce demasiado calmado ante un hecho muy grave que pudo terminar en tragedia, él mismo sufrió contusiones por la caída y su esposa al igual que varios de sus compañeros de cabildo fueron hospitalizados por un hecho que pudo haberse evitado si los responsables del tema hubieran hecho su trabajo. La pasividad en este caso se puede confundir con indolencia.
- Hay que tener atole en las venas para que, luego de haber sido parte de un incidente tan grave y estar consciente de que las consecuencias pudieron haber sido mayores, tomar el tema con absoluta tranquilidad y no girar instrucciones inmediatas para identificar y sancionar a los responsables. Ayer las víctimas fueron representantes populares, funcionarios y periodistas, pero eso mismo le pudo haber ocurrido a un ciudadano o a los niños que regularmente acuden a los parques.
- Es cuestión de lógica: a los parques, como el Paseo Ribereño, acuden muchos niños y jóvenes, ese lugar es frecuentemente visitado por escuelas, cuyos alumnos, menores de edad en su mayoría, corren y brincan; los niños que se suben a un puente colgante lo primero que hacen es brincar y el que ayer colapsó no tiene señalamientos que adviertan sobre su capacidad o prohíban que se brinque.
- Todo converge en un mismo punto: lo ocurrido el martes durante la inauguración del paseo Ribereño fue una calamidad que pudo haber terminado en tragedia y no puede pasar desapercibido ni se debe atender con la tibieza con la que actúa el alcalde José Luis Urióstegui. Los afectados en este caso fueron él y la comitiva, pero pudieron ser, insisto, niños o jóvenes. Si el presidente municipal no tiene la firmeza de carácter para actuar cuando su propia vida y la de su esposa estuvieron en riesgo ¿Qué podemos esperar el resto de los ciudadanos?
Lo de fondo en esta historia, reitero, empieza con la mala calidad de las obras y la falta de mantenimiento y señalización en el puente, pero la impunidad como se manejan las cosas en los gobiernos es el verdadero cáncer que urge erradicar. Este tipo de situaciones son constantes en nuestro estado, las vemos y las padecemos todos los días cuando caemos en un bache o cuando utilizamos alguna obra pública recién hecha de mala calidad, la diferencia es que cuando la falla ocurre en una calle o una plaza solo genera incomodidad, pero cuando la obra en cuestión es de otro tipo, como un puente, el costo puede implicar vidas.
Después de ocurrido el colapso del puente ribereño muchos actores de la vida pública y autoridades comenzaron a lavarse las manos; el gobierno estatal de inmediato aclaró que la obra no fue suya y que a pesar de que a la zona se invirtieron varios millones de pesos, la parte donde ocurrió el incidente no se contempló en el proyecto. El regidor César Salgado, responsable en la administración pasada de supervisar esta remodelación confirma el hecho y se desliga de cualquier tipo de responsabilidad.
La obra la llevó a cabo el gobierno de Graco Ramírez, pero fue en la administración anterior cuando el ayuntamiento de Antonio Villalobos gestionó y obtuvo 3.4 millones de pesos para su remozamiento. Luego del accidente de esta semana queda claro que tras su construcción hace varios años, el puente nunca recibió mantenimiento y en el régimen actual lo único que hicieron fue pintarlo para que luciera bonito el día de la inauguración, pero no se preocuparon por cerciorarse de sus condiciones técnicas. En el pecado llevaron la penitencia.
Aplaudo que el presidente municipal sea un tipo serio y mesurado en su actuar, pero considero que en este caso está llevando la prudencia al extremo de volver la P altisonante; es imposible aceptar que los culpables del hecho fueron quienes iban cruzando el puente e incluso es absurdo suponer que una persona es la culpable de colapso porque brincó.
Si el hecho queda, como parece, en una mala anécdota que será investigada de manera oficiosa sin que exista un verdadero deseo de ir a fondo, encontrar la verdad y sancionar a los responsables estaremos frente a una autoridad indolente con su propia familia, con su equipo, con sus compañeros de cabildo y con la ciudadanía. Aclarar los hechos y castigar a los culpables no tiene que ser un deseo personal de José Luis Urióstegui, sino una demanda social porque se trata de un espacio público que, como muchos, son cotidianamente utilizados por los ciudadanos.
En esta como en muchas historias estamos frente a una cadena de impunidad y sobresale la discrecionalidad con la que se mueve la obra pública en este estado; parecieran ser tan grandes las redes de complicidad entre todos, que no importan los riesgos ni las vidas humanas con tal de preservar el negocio.
Personalmente conozco a José Luis Urióstegui y estoy convencido que no es un alcalde que, como su antecesor, llegó al cargo para robar y enriquecer a su familia; también pienso que a pesar de la enorme presión que recibe de parte de los corruptísimos hermanos Martínez Terrazas, mantiene una idea firme de gobierno y una congruencia en su decir y actuar. Lo que si veo es que la prudencia que históricamente le ha caracterizado ha rebasado los límites y lo expone en este caso como un alcalde al que le falta carácter y luce incapaz de tomar decisiones firmes en momentos de crisis.
Espero que no sea así. Un timorato nunca será un buen gobernante.
- posdata
La carrera rumbo al 2024 en Morena ha comenzado y algunos de los contendientes ya tienen agenda; la directora de la Lotería Nacional Margarita González Saravia no pierde el tiempo y utiliza los fines de semana y sus tiempos libres para realizar giras por distintos municipios de la entidad y organizar reuniones en las que, si bien no presenta formalmente como precandidata, se deja querer y gana puntos en el terreno de la percepción.
Lo mismo pasa en el caso del subsecretario de gobernación Rabindranath Salazar, quien ayer organizó un encuentro con comunicadores locales en la secretaría de gobernación con motivo del día de la libertad de expresión y demostró lo que es: una figura muy importante dentro del equipo del secretario Adán Augusto y uno de los morelenses mejor ubicados en el gabinete federal
El que tampoco no pierde el tiempo es el alcalde de Jojutla Juan Ángel Flores Bustamante, un rock star político muy activo que lo mismo trabaja en su comunidad que dedica tiempo a cultivar relaciones sociales, políticas y empresariales en el resto de los municipios y fuera del estado; en unos días el edil encabezará la inauguración del nuevo parque temático Imagyna, cuya inversión supera los 300 millones de pesos y seguramente le concederán exposición nacional.
Luego está Rafael Reyes, presidente municipal de Jiutepec, hombre ordenado y metódico que ha hecho un buen trabajo en su ayuntamiento, pero que parece haber llegado a su techo electoral; el edil morenista es sin duda el mejor exponente en el estado de un gobierno ordenado y funcional, aunque adolece de carisma y está perdiendo terreno en la percepción frente a su homólogo jojutlense.
Last but not least tenemos a Juan Salgado Brito, un politico profesional, formado en la vieja escuela con un irrefutable capital político con amigos, aliados y seguidores en todas las corrientes partidistas; el funcionario federal poco se observa en esta carrera porque se ha dedicado a hacer su trabajo dentro del IMSS, pero también porque poco ha dicho que aspira a la candidatura a gobernador en el 2024.
La carrera por la sucesión apenas comienza y las posiciones, en el orden que se quieran ubicar a estos personajes, pueden cambiar en los siguientes meses. Lo que no cambiará en esta historia es el hecho que la decisión sobre la candidatura depende de un solo hombre y la clave esta en una pregunta que seguramente hará quien tome la decisión ¿Quién tiene más pueblo?
- nota
Luego de que se conoció el oficio que el 03 de marzo envió la coordinadora de protección civil municipal al secretario de desarrollo sustentable Pablo Aguilar, advirtiéndole de manera puntual que existían riesgos en el uso del puente colgante y señalaba que el Paseo Ribereño no debía ser utilizado hasta que se subsanaran ese y otros puntos de peligro, queda expuesta la omisión y la responsabilidad del funcionario.
El puente fue construido por el gobierno de Graco Ramírez, pero correspondía a la administración de Antonio Villalobos darle mantenimiento; el año pasado se invirtieron en la zona más de 3.4 millones de pesos y a pesar de la obvia necesidad de revisar el puente colgante, el municipio fue omiso y lo dejaron fuera de la remodelación.
En esta administración correspondió al secretario de Turismo Humberto Paladino supervisar y validar las condiciones de uso del parque; fue él quien estuvo a cargo del tema y fue él también quien fuera de programa, llevó al alcalde y a la comitiva al sitio donde desafortunadamente ocurrió el accidente.
Independientemente de lo que determinen las autoridades de la Fiscalía Estatal Anticorrupción, derivado del documento oficial de protección civil fechado el 03 de marzo del 2022 y entregado al secretario Pablo Aguilar, es indiscutible que el titular de la SDS tiene responsabilidad directa por omisión y merece asumir las consecuencias del accidente.
Ante este tipo de hechos el presidente municipal y los miembros del cabildo, varios de ellos víctimas y convalecientes, deben dejar de lado los titubeos y tienen que actuar con firmeza contra quienes por acción u omisión son responsables de lo ocurrido.
Entendamos algo: en este caso el accidente involucró a funcionarios públicos, pero dada la naturaleza del lugar, es un parque, pudo ocurrirle a cualquier persona, sobre todo a turistas, niños y jóvenes, visitantes cotidianos del lugar.
No hacer nada volvería culpables a los miembros del cabildo por fomentar la impunidad. La cadena de responsabilidad en este hecho indiscutiblemente pasa por Pablo Aguilar y Humberto Paladino.
- post it
Por cierto… aunque será la fiscalía anticorrupción la que llevará la investigación y toca al municipio dar los primeros pasos de cara a una sanción, el congreso local podría intervenir y abonar a que se esclarezcan los hechos y se haga justicia.
Quizá en un tema de este tipo los diputados sí puedan ponerse de acuerdo.
- redes sociales
“Que hablen de ti, aunque sea mal, pero que hablen” reza un viejo adagio político.
Falso: hoy la percepción es mucho más compleja. La nota sobre la caída del puente del paseo ribereño dio la vuelta al mundo, no por ello la imagen del alcalde es mejor que antes.
Al contrario.
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