Secreto a voces - Pobreza ¨indígena¨, territorio y la 4t

En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz

Secreto a voces -  Pobreza ¨indígena¨, territorio y la 4t

En los últimos tiempos, en información que aparece ocasionalmente en las redes sociales, ha circulado una versión de un tipo de representación de la realidad que niega a los pueblos de origen prehispánico el ejercicio del derecho que históricamente les corresponde sobre su territorio y sus recursos naturales. Y esto último, el ejercicio del derecho al territorio y los recursos naturales que poseen y que la conquista les arrebató y que no ha sido enmendado por la historia, es un principio que se presenta por quienes se oponen a ello como una amenaza para la existencia del Estado mexicano.

Negar el derecho que tienen los pueblos originarios al uso de los recursos naturales que poseen sus territorios es una visión que ha prevalecido durante siglos, por lo menos desde la conquista hasta nuestros días. Con ello quiero decir que, ni la Independencia, la Reforma ni la Revolución mexicana, han logrado comprender cabalmente el significado de la conquista y el impacto que tuvo en las comunidades prehispánicas que habitaron el espacio mesoamericano. En otras palabras, la conquista no se ha frenado, a pesar de los discursos endulzantes dirigidos a la comunidad de origen precolombino.

De nueva cuenta, en otras palabras, la creación del Estado nacional no se inspiró en la descolonización total sino parcial, dejó los grilletes sobre la comunidad que no ha logrado retirarlos a pesar de sus constantes esfuerzos. La formación de la patria, estuvo inspirada en actores llámesele héroes nacionales, reformadores radicales o revolucionarios demócratas, que negaron la restitución de los derechos absolutos de la comunidad a su territorio y, por ende, al disfrute de lo que existe en ellos. Con lo anterior, no quiero, igualmente, sostener que la comunidad precolombina fuese o sea un mundo ideal, para nada.

Una lectura crítica de la historia anterior a la conquista nos muestra a una sociedad jerárquica, en donde la hegemonía mexica impuso un fuerte sojuzgamiento al resto de los grupos que habitaban el territorio de Mesoamérica. El reclamo del derecho de la comunidad a su territorio y recursos, no implica olvidar estas circunstancias históricas ni apelar a un idealismo abstracto y sin sentido de la realidad. Igual no es pertinente cerrar a los ojos a las circunstancias de nuestros tiempos: la comunidad como equivalente a igualdad idealizada que viene de tiempos inmemoriales no existe.

La comunidad de origen precolombino vive contradicciones como todos los grupos sociales, con la diferencia de que esta comunidad todavía carga con el peso de que las distintas etapas de la historia de México, de la Independencia a la Revolución, siempre le ha sido negado el derecho legítimo sobre su territorio y recursos naturales, lo que erradicaría la pobreza de tajo y sin necesidad de políticas institucionales, que no tienen otro fin que el mantener sujeta a la comunidad al poder del Estado. Los festejos patrios cada 15 de septiembre, para la comunidad despojada de sus bienes, ¿qué festejan?

La comunidad de origen prehispánico ha tenido que cargar con el peso de carecer a veces de lo mínimo indispensable para vivir, porque el territorio y los recursos que le pertenecen se encuentran cedidos a la Nación que, puede muy bien leerse, cedidos a grupos que con poder y dinero han convertido a dichos territorios y sus recursos en fuente de riqueza en tanto que, a la comunidad, se le ha clasificado como pobres sin que en la explicación aparezca esta razón histórica que aquí consideramos.

En este punto vale la pena decir que fuerzas de origen perverso, agitadas y sostenidas por intereses de grupos que durante siglos han sido los beneficiados del poder, pero también de las riquezas multicitadas en este artículo, son las que sostienen bajo las penumbras una política en contra del EZLN y de su figura emblemática, el subcomandante Marcos, ahora Moisés. No me une nada a este grupo, pero sin lugar a dudas las calumnias que se han vertido sobre este movimiento apuntan a fortalecer el moderno colonialismo que se ha practicado desde la independencia sobre la comunidad prehispánica y sus recursos que aquí tratamos de destacar, por su importancia.

Expuesto lo anterior, en este punto, merece la atención el referirnos a la 4t como continuadora de la Independencia, la Reforma y la Revolución, y su relación con la comunidad de origen prehispánico y su postura con respecto al territorio y los recursos naturales de la comunidad. Creo que en este punto a la 4t le hace falta fortalecer su conocimiento sobre la relación que sostiene y va a mantener con la comunidad de origen precolombino. Pero, una cosa es cierta: por el momento esta corriente se maneja al antiguo estilo, impuesto por la independencia, la reforma y la revolución, recuperando sus tradiciones de manera esquemática.

El tema de la comunidad, el territorio y los recursos naturales no pueden abordarse con el mismo instrumental teórico-político del pasado, ni ser considerado desde la narrativa del progreso y el liberalismo lineal y desprovisto de una sana crítica, actualizada al siglo XXI. Y aquí, me extraña mucho el papel de Víctor Toledo al interior del gabinete, y de quien no me queda duda que se trata de una figura emblemática del ambientalismo latinoamericano, pero con una influencia apenas epidérmica en la narrativa obradorista sobre estos temas.

En el gobierno actual se destacan las virtudes del activismo social del obradorismo, que sin duda son de llamar la atención por el sentido y el espíritu humano que lo motivan, pero se olvidan los factores de fondo. La visión de la sociedad occidental que hemos heredado, tiende una línea continua de la humanidad hacia un evolucionismo marcado finalmente por el consumo de mercancías, ha llegado a su fin: existe una catástrofe ambiental que amenaza la existencia humana. Esta catástrofe ambiental es el resultado de esa visión del progreso, de ver en la naturaleza una mercancía, que se puede transformar y vender. 

El territorio y los recursos en que habitan las comunidades, les pertenecen y, antes de cualquier consulta, el Estado debería realmente modernizarse restituyéndole a la comunidad de origen precolombino los derechos sobre sus territorios. Ellos, en ejercicio de sus facultades, decidir sobre los mismos, en pleno uso de la autonomía y libertades que les debe otorgar la Constitución. Sería lo más justo. Aquí, hasta la ONU se queda corta. No sería necesaria consulta alguna acerca de nada porque sería la comunidad la que tendría el derecho a decidir qué hacer con su territorio. Todo ello sería un principio de justicia.

La 4t debe ver la realidad con la mirada de nuestros tiempos, no con los del pasado.