Serpientes y escaleras - Sin 27 no hay 30
En opinión de Eolo Pacheco

Quien quiera ganar la próxima gubernatura, primero debe ganar la elección intermedia
Sin 27 no hay 30
Ganar Cuernavaca en la siguiente elección reviste una enorme importancia política, social y estratégica para la gobernadora Margarita González Saravia; la capital es la joya de la corona, es el principal centro administrativo, político y económico del estado, es sede de los tres poderes, concentra más del veinte por ciento del electorado y es punto de influencia para el resto de la entidad. Ganar aquí significa dominar el discurso y consolidar fuerza electoral.
Quien gobierne Cuernavaca en la segunda mitad del sexenio tiene medio boleto comprado para competir por la gubernatura en el 2030; la alcaldía ofrece tráfico político, estructura operativa y una proyección que pocos cargos pueden brindar. Junto con otros ayuntamientos clave como Jiutepec y Cuautla, su manejo eleva la capacidad de los partidos para ganar elecciones estatales y federales.
Para la gobernadora morenista el control de la capital permitiría reforzar su liderazgo y proyectar a alguien hacia el 2030, extendería su línea de trabajo en una de las ciudades más importantes del estado, además de que confirmaría la narrativa de que Morena está fuerte y la gente apoya al movimiento.
Cualquier estrategia que defina la 4T para el 2027 comienza por la capital y debe iniciarse desde ahora; en el 2024 Morena perdió mucho terreno frente a sus adversarios y eso significa que en la elección intermedia sus adversarios arrancarán en una mejor posición y con más posibilidades de triunfo que los candidatos del Movimiento de Regeneración Nacional.
Veámoslo de forma pragmática: los alcaldes opositores son candidatos naturales y tendrán el soporte económico, material y humano de sus ayuntamientos, mientras que los representantes de Morena, a quienes el partido les otorgará solo la candidatura y la bendición de San Andrés Manuel, no tendrán dinero; en el FAM veremos políticos en campaña con recursos y estructura, algo que no tendrán los morenistas.
En la capital, además del duelo entre candidatos en campaña, se pondrá en la balanza el trabajo de dos autoridades: José Luis Urióstegui como alcalde de Cuernavaca y Margarita González Saravia como gobernadora de Morelos.
José Luis proyecta orden administrativo y la continuidad de un gobierno sin escándalos, en un entorno donde los ayuntamientos son caóticos; el abogado ha realizado una importante cantidad de obra pública y aunque el ciudadano aún no valora en toda su dimensión ese trabajo por los problemas de inseguridad, sí lo reconoce como un funcionario serio, trabajador y ordenado.
Margarita es percibida como una mujer honesta, sensible y trabajadora; su desempeño es más visible en comunidades y sectores vulnerables que en zonas urbanas, pero necesita proyectar logros concretos y perceptibles en el corto plazo, que impacten de manera directa en la clase media, porque su influencia en ese sector de la sociedad es limitada.
Del lado de la oposición no hay mucho que analizar respecto a sus candidatos: el PAN se decantará por Daniel Martínez Terrazas a pesar de que su figura mejor posicionada en la capital es la legisladora Andrea Gordillo; el PRI ha dejado claro que no acompañará a la alianza opositora y construirá su propio proyecto en torno a la exsenadora morenista Lucía Meza Guzmán. Lo único que queda por resolver en este plano es el papel que jugarán partidos como el Verde, MC o PT, quienes a pesar de no tener ninguna posibilidad de triunfo en solitario, pueden hacer la diferencia con sus votos.
En Morena los aspirantes son variopintos: las mujeres que han dejado ver que quieren competir son la secretaria de Educación Karla Herrera, la Contralora Alejandra Pani y la diputada federal Meggie Salgado; la lista de varones empieza con el senador Víctor Mercado, el diputado federal Juan Ángel Flores, los secretarios de Medio Ambiente Alan Dupré y de Agua Javier Bolaños, además del representante de la secretaria de Bienestar en Morelos Luis Machuca.
El primer punto que deberá analizar Morena en la selección de su candidato (a) es que no tenga relación con Cuauhtémoc Blanco, Graco Ramírez o Antonio Villalobos, porque generan enfado social y representan lo peor de la política local. Después de ello comienza la revisión de los requisitos ¿Tienen estructura? ¿Recursos económicos? ¿Reconocimiento social? ¿Buena imagen pública? ¿Trato cordial con la gobernadora? ¿Presencia en Morena? ¿Respaldo político estatal o federal?
Ninguno de los aspirantes cumple todos los parámetros, aunque algunos tienen más puntos que otros. El mejor posicionado es Víctor Mercado: el senador viene de una campaña en donde logró buenos números, obtuvo más votos que la gobernadora y mantiene presencia en territorio de manera inteligente, construyendo estructura real, sumando aliados y fortaleciendo sus relaciones nacionales. Esto y que desde su campaña no ha dejado de posicionar la imagen con recursos propios y acciones que, a diferencia de sus adversarios, construyen alianzas de largo plazo.
Víctor Mercado tiene el mejor escenario porque siendo representante popular podría solicitar licencia al cargo y competir sin riesgo de quedar fuera de la jugada, porque aún perdiendo puede regresar a su curul. El senador sabe que no goza de la simpatía de la gobernadora, pero no le importa; ha establecido una estrategia que avanza sin ella o a pesar de ella, amarrando compromisos desde México, acercándose a quienes toman decisiones desde la cúpula nacional y haciendo favores que a la vuelta de unos meses le pueden conceder la candidatura a pesar de que Margarita González Saravia lo vete.
Después de Mercado están todos los demás: Juan Ángel Flores haciendo campaña en redes sociales, con un impacto limitado, pero con más presencia que los demás, Meggie Salgado montada en un discurso ciudadano y confiando que nuevamente le regalarán la posición y Luis Machuca, muy activo en las bases, pero con la necesidad de crecer en conocimiento social para meterse a la pelea.
Los candidatos del gabinete saben que no se pueden mover hasta que la gobernadora les de permiso y eso podría ocurrir tarde, cuando los demás aspirantes lleven una ventaja inalcanzable. Si la candidatura surgiera del gobierno, derivado de una imposición, la batalla del abanderado de Morena volvería a ser contra la oposición y contra los propios grupos de Morena, que han dejado claro que prefieren perder que sumarse a alguien que no quieren.
El contexto de la elección en la capital es complejo: el PAN gobierna, pero Morena tiene mayor preferencia electoral; el candidato azul no es el más rentable, pero la división de la 4T podría volver a ser el factor que determine la derrota de la izquierda. Acción Nacional no tiene estructura ni voto cautivo que le garantice el triunfo, pero el movimiento tampoco puede asumirse favorito cuando no logra poner orden entre sus filas y la presidenta del partido está más interesada en construir su candidatura a la alcaldía de Jojutla que en generar unidad interna.
En teoría Margarita González Saravia llevará mano en las candidaturas locales y tiene derecho de veto, pero como se ve el panorama en este momento esas condiciones solo aplicarían con los aspirantes propios, no con un senador que está cerca del hijo del expresidente, de la cúpula nacional morenista y aporta muchos recursos de todo tipo a la 4T. Si la gobernadora no tiene una propuesta fuerte, que este bien posicionada, no va a poder frenar a Mercado.
A menos que la gobernadora se ponga a operar desde ahora en Cuernavaca, lo más probable es que la candidatura capitalina sea para el senador.
Y eso colocaría a Mercado en la antesala de la gubernatura.
La regla de Morena para los procesos electorales que vienen es simple: se proyectará al mejor posicionado.
Desde México se van a medir a las capitales del país y a los municipios más representativos; en función de ello se perfilará a los candidatos. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo es técnica, le gusta el método científico y ha dejado claro que sus movimientos se dan en función de los datos que le proporcionan las encuestas.
Quien conoce de política entiende que las señales que manda la presidenta van en ese sentido: tiene figuras afines y personas a quienes le gustaría proyectar, pero a diferencia del pasado donde se imponía, lo que se hace ahora es dejar que los aspirantes se muevan, crezcan y se metan a la pelea, porque el método de selección será a través de encuestas.
Si esa es la línea nacional, lo que se haga en lo local debe ir en consecuencia; quizá en algunas posiciones estatales los gobernadores puedan meter mano e imponer, pero eso difícilmente sucederá en capitales y municipios predominantes, porque esa bolsa se decidirá en México y las propuestas de los mandatarios deberán superar el filtro de la encuesta.
Ergo: si no ganas la encuesta o al menos estás bien posicionado, difícilmente serás candidato.
En este momento en Morelos los mejor posicionados en Cuernavaca son el senador Víctor Mercado y el diputado Juan Ángel Flores.
· nota
Desde la campaña, Margarita González Saravia ha marcado distancia con Cuauhtémoc Blanco; su antecesor hizo todo para que ella no fuera la representante de Morena en las urnas: primero impulsó la candidatura de Víctor Mercado y luego volcó su apoyo hacia Sandra Anaya. No obstante ser su correligionaria, el americanista nunca apoyó a Margarita y, por el contrario, a través de figuras cercanas a él como Mónica Boggio, Efrén Hernández y Ulises Bravo, respaldaron a Lucía Meza.
Con todo y la distancia que existe entre ambos, la gobernadora sigue cargando con la mala imagen del futbolista, muchos consideran que su gobierno es de continuidad porque no hay acciones concretas en contra de las irregularidades cometidas en esa administración y algunos de los personajes claves de ese régimen siguen siendo proveedores del actual gobierno.
Quienes conocen a Margarita González Saravia saben que la dama no es una persona de conflictos, ni de rencores, no busca pelear con nadie y trata de llevar la fiesta en paz con todos. Es tanta su generosidad que incluso en casos donde visiblemente hubo faltas, como sucedió en las administraciones de Ceagua y Transporte de Jaime Juárez y Josué Fernández, evita promover las sanciones que corresponden y los pillos se fueron a su casa con los bolsillos llenos de dinero.
Pero es precisamente esa actitud benevolente la que comienza a verse como un acto de complicidad y algo que social y políticamente va a pegar a su gobierno y costará votos a Morena. En ese punto la gente no ve en la gobernadora a un buen ser humano, sino a un político cómplice que perdona las faltas.
El problema de dejar hacer y dejar pasar es que en unos meses esas actitudes cobrarán factura al gobierno y colocarán a la gobernadora y a su partido en el ojo del huracán, porque la oposición las utilizará como argumento de campaña, como motivos para que la gente deje de confiar en el movimiento.
Margarita González Saravia prometió ser diferente y dignificar el servicio público. Eso implica actuar, sancionar y llamar a cuentas a los corruptos.
Perdonar quienes mienten, roban y traicionan es complicidad.
· post it
La mejor propuesta que tenía Margarita González Saravia para representar a su proyecto político en la elección intermedia en Cuernavaca es Edgar Maldonado, pero lo sacaron de la jugada al mandarlo a la fiscalía.
Edgar no solo entiende y comparte la mística de la gobernadora, también replica sus ideales, forma de pensar y comportamiento.
Si regresara al gabinete en el 2027, pondría orden en el gobierno y sería un candidato natural al 2030.
· redes sociales
Para quienes dicen que falta mucho tiempo: Margarita González Saravia comenzó su precampaña por la candidatura a la gubernatura en octubre del 2021.
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