Inclusión Educativa en la UAEM - Autopoyesis: H. Maturana 1928-2021
En opinión de Eliseo Guajardo Ramos
Iguazú, Brasil, en 1998, fue la sede del III Congreso Iberoamericano de Educación Especial que se venía desarrollando en la Región, auspiciada por la Oficina Regional para América Latina y el Caribe (OREALC) de la UNESCO, con sede en Santiago. Eran anuales, y el primero fue en Valparaíso, en 1996; el segundo, en la Habana, Cuba en 1997. En Iguazú se decidió que fueran cada dos años. Tocaba a México el del 2000, que ya no se realizó y se rompió la cadena. Los impulsaba Rosa Blanco, especialista de inclusión educativa y asesora para los países de la OREALC, después de la Conferencia Mundial de Salamanca (1994).
El de Iguazú lo organizaron Brasil y Paraguay. Se eligió sede esa ciudad por ser fronteriza entre ambos países (junto a Argentina, también, por cierto). Habría dos conferencias magistrales de alto nivel, la de Humberto Maturana, de Chile y la de Pablo Latapí, de México. Ninguno de los dos pudo acudir y enviaron en su representación, uno a Nolfa Ibañez Salgado y, el otro, a Sylvia Schmelkes. Correspondió la Conferencia inaugural a Álvaro Marchesi. Fue una reunión extraordinaria e inolvidable. Una delegación del Congreso cruzó la frontera para asistir a una cena que invitó el entonces presidente de Paraguay, Juan Carlos Wasmosy.
Maturana acaba de fallecer este 6 de mayo en curso, fue el Premio Nacional de Ciencias en su país; el más querido que se recuerde. Una de sus aportaciones más importantes que legó al mundo fue su concepto de autopoyesis molecular en los seres vivos, que tempranamente acuñó en su vida científica. El propio Jean Piaget hace referencia a Maturana, en tiempos en que citar a un latinoamericano por un europeo era bastante inusual. El concepto de autopoyesis resuelve una laguna fundamental a la Epistemología de Piaget, que luego comentamos.
Por otra parte, este sábado pasado el Dr. Ulises Delgado Sánchez presentó magistralmente el modelo de la Teoría interconductual de Kantor, en el Segundo Encuentro de Egresados de la Maestría en Atención a la Diversidad (MADEI). Explicó algunas aplicaciones, en curso de elaboración, del Modelo Interconductual, para secuencias didácticas en el aula con alumnos Sordos, su intérprete en Lengua de Señas Mexicana (LSM) y su docente. Hizo énfasis en el carácter interactivo de las conductas a lo largo de la vida orgánica y del conocimiento humano en los individuos. Al final de su exposición comenté con el Dr. Ulises la similitud entre la Teoría de Kantor y la de Piaget, en lo relativo al interaccionismo de ambas. Sólo que Kantor parte de la base de Estímulo-Respuesta (E-R) y la de Piaget del sujeto activo hacia la transformación de su entorno, una especie de Respuesta-Estímulo (R-E). A lo que el Dr. Delgado Sánchez comentó que la importante para Kantor es la interacción más que la causa efecto de la relación (eso entendí).
Aquí entra Maturana y la autopoyesis, que reconoció Piaget oportunamente. Este concepto se refiere a la auto creación molecular de la materia viva en todos los niveles de organización biológica, desde los primeros seres vivos (tipo bacterias, virus u hongos) de hace 3, 800 millones de años hasta la de los primeros homínidos de hace, apenas, 3.5 millones de años. Piaget explica el desarrollo a través de la transformación por etapas. Pero una etapa o estadio deriva de otra anterior, y así sucesivamente hasta su origen, que siempre hay al principio una etapa o estadio primigenio. ¿De dónde surge esa génesis de la primera etapa? -de ahí que su Teoría se denomine Psicología Genética-. La solución radica en que la primera etapa se autogenera mediante un mecanismo autopoyético. Tomado de Maturana, precisamente.
El principio de que “la función crea al órgano”, es el mismo principio autopoyético. Pero se requiere la condición del entorno consustancial. El aparato respiratorio implica la condición de la existencia del aire de donde se obtiene el oxígeno que obtienen los pulmones, por ejemplo, como dice Henri Wallon en su Teoría dialéctica de la psicogénesis.
Trasladado a la Inclusión, la presencia de la discapacidad en las escuelas, en todos los niveles educativas, es la condición autopoyetica de la inclusión educativa e inclusiva -no es pleonasmo-. Veamos:
En un modelo tradicional de enseñanza, donde el profesor da ordenes e instrucciones. Donde la obediencia del alumno es considerada una virtud de buena práctica, y donde está diseñado que todos deban de aprender todo al mismo tiempo. Y la población es homogénea y uniforme, de corte clase media urbana, que es, por cierto, una minoría. Pero es el ideal de calidad educativa para este enfoque. La discapacidad -ni los migrantes, ni las poblaciones indígenas monolingües de su lengua originaria, ni la diversidad sexual, entre otros perfiles- no tiene lugar en este modelo de enseñanza. Para empezar un alumno Sordo, uno ciego, con trastornos motores, o con discapacidad intelectual, no oiría, no vería, no ejecutaría, ni entendería las órdenes del maestro y no podrían ser lo suficientemente obedientes como estudiantes, se les dificultaría en gran medida.
La discapacidad implicaría trabajar en el aula en equipos pequeños, donde cada uno de los alumnos realicen diferentes actividades en cooperación complementaria para una tarea común, donde todos tengan una función a realizar. En donde los alumnos puedan proponer qué hacer y cómo hacerlo y puedan valorar lo que los demás han hecho en otros subgrupos. Donde básicamente se trate de un grupo heterogéneo. La discapacidad, necesariamente, moviliza a la comunidad para resolver un conjunto de problemas a resolver para que no exista la exclusión en ese centro educativo. Y se tome muy en cuenta la opinión del propio alumno con discapacidad y no adivinar o imponer soluciones según alguna suposición de sus necesidades. Para el caso de los primeros niveles educativos, sería tener en cuenta a los padres de esos alumnos con discapacidad. Para empezar, no se les atiende, se les reconoce. Se les reconoce como personas con los mismos derechos y las mismas obligaciones con ajustes razonables para que las puedan cumplir en igualdad de oportunidades.
La autopoyesis radica en ese reconocimiento como persona plena. Éste, identifica las necesidades que generan las condiciones para la inclusión, que no se dan en el vacío o en abstracto. Son el punto de partida, el piso, el inicio, la génesis de la inclusión.