Serpientes y escaleras - Fiebre de campaña

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Fiebre de campaña

Los objetivos de los partidos y el del gobierno no pueden ser el mismo en una elección.

 

Fiebre de campaña

El próximo lunes arrancan las campañas locales en Morelos: 36 alcaldías y 12 diputaciones serán electas por la gente. La renovación de los ayuntamientos y del congreso estatal tienen un alto significado en la vida política del estado: las próximas autoridades gobernarán con Cuauhtémoc Blanco hasta el final de su mandato y todos estarán sujetos a la fiebre de la sucesión. Ante lo que se avecina, el ejecutivo necesita renovar su estrategia política.

Para nadie es secreto que la segunda mitad de un sexenio es la más complicada: los primeros años son los más sencillos porque se tiene el bono democrático que dejaron las elecciones, la autoridad estatal está recién desempacada y su relación con la ciudadanía que lo acaba de elegir es pura miel sobre hojuelas. Después de la primera mitad las cosas cambian.

Los escenarios que dejará el proceso electoral del próximo 06 de junio en la entidad son diversos, pero serán complicados para quien está al mando del gobierno estatal; es natural: superada la contienda intermedia y sin importar los resultados todos los partidos comenzarán a hacer política pensando en el relevo de la gubernatura. No importa quien gane o por cuanto pierdan: todos van a enfocar sus baterías en el 2024.

La óptica política de quien está a cargo del ejecutivo estatal y la de todos los representantes de los partidos no puede ser la misma: para los segundos la prioridad es tener un buen candidato, ganar la elección y ponerse a trabajar desde ahora en la sucesión; para Cuauhtémoc Blanco la lógica es otra, tiene que apostar por la gobernabilidad, por el diálogo con todas las fuerzas políticas y la estabilidad de las instituciones.

Los primeros tres años del régimen actual han sido de sobresaltos, de conflictos permanentes y duelos de poder en todas las trincheras; por un las están las constantes oleadas de violencia que nos agobian desde hace varios sexenios y la crisis económica que se ha agravado con la pandemia; por otro destaca la falta de diálogo y análisis político, la ausencia de una agenda de estado y el trabajo desordenado o por ocurrencias en los tres poderes del estado y en los tres niveles de gobierno.

Por supuesto que al gobernador le debe interesar proyectar a su partido y a alguien de su confianza para que lo releve en el 2024, pero eso pasa inevitablemente por la estabilidad de su administración, por la construcción de acuerdos que le permitan caminar bien en los próximos años y llegar al final de su mandato sin confrontaciones ni juicios sumarios.

Este primer tramo de la administración ha sido duro para el jefe del ejecutivo, ha enfrentado más problemas que cualquier otro gobernante al arrancar su periodo y muchos de los conflictos han tenido como origen la falta de diálogo político y entendimiento. Los costos de esta primera mitad se pueden contabilizar de muchas formas y siempre el precio pagado por el régimen es alto; lo que viene puede ser peor si no se atienden los escenarios y el ejecutivo se abre al diálogo más allá de sus amigos.

Electoralmente hablando la apuesta del mandatario es por Jorge Argüelles Victorero; el abanderado de la coalición Juntos Haremos Historia en Morelos es amigo personal del gobernador, es su candidato y la persona en quién Cuauhtémoc Blanco más confía. La victoria de Argüelles es prioritaria para el equipo estatal porque en él se apuesta por la continuidad y porque cualquier otro que gane podría hacerle la vida muy difícil al futbolista en el séptimo año.

El diputado Argüelles arrancará la campaña en un duelo parejero con el abanderado del PAN; tiene a su favor la simpatía que hay hacia Morena y el hecho que muchos espacios institucionales le brindarán ayuda; pero no todo es dulzura en esa campaña: competir con el estigma de ser el candidato oficial puede volverse contraproducente si no se implementa un plan que traduzca esto en algo positivo para la gente y se atiendan todos los aspectos que intervienen en una elección.

El reto para la parte oficial es hacer que las estrategias de campaña y de gobierno se complementen, es decir, que combinen aspectos que favorecen a ambas partes y separen aquellos que los pueden meter en problemas. Explico: para el gobernador Cuauhtémoc Blanco la prioridad es superar el proceso electoral de buena manera, es decir, establecer canales de comunicación y acuerdos con quienes ganen la siguiente elección sin importar el partido que representen; para Argüelles la meta es vencer y avanzar de la mano del jefe del ejecutivo durante los próximos tres años.

Se entiende que el exseleccionado nacional apueste por el triunfo de su amigo, pero debe ser cuidadoso en la manera como lo apoya para no meterse en camisa de once varas; sobre todo necesita entender que el futuro de su administración no depende de la victoria de Argüelles en la capital. Lo mejor para ese equipo político es que el candidato oficial supere en votos a los demás contendientes, pero esa meta no debe estar por encima de la estabilidad del gobierno estatal ni a costa de la tranquilidad del gobernador.

Para el propio Argüelles es importante la forma como reciba apoyo: legalmente el ejecutivo no puede meterse en las campañas, pero eso no deja de lado que exista empatía entre las personas. Un dato más: vista la manera como está actuando el Instituto Nacional Electoral, ni el gobernador ni los candidatos se pueden dar el lujo de cometer errores que a la vuelta del tiempo los coloquen en una crisis legal como la que ahora enfrentan los aspirantes a las gubernaturas de Guerrero y Michoacán.

Las condiciones de la elección para los abanderados de Morena en Morelos son mejores que para sus rivales, pero no tan buenas como para asumir que se ganará en todos lados y en cualquier circunstancia. La marca obradorista sigue estando bien posicionada, pero sobre todo destaca porque los partidos de oposición no existen y sus dirigencias no han hecho nada para que el votante los tome en cuenta.

El reto más grande que enfrentarán los candidatos en la siguiente elección es convencer al electorado, hacerse notar en medio de tantos candidatos, conectarse con la gente y obtener votos. Para el gobierno estatal este ambiente de convulsión tampoco es bueno, porque abre la posibilidad de que las siguientes autoridades tengan un origen multipartidista, lo cual por razón natural complicará los acuerdos, particularmente si quienes llegan al congreso son personajes que guardan un recelo personal contra el jefe del ejecutivo.

El plan de trabajo de los partidos y los candidatos no puede ser el mismo que el de ningún gobierno, ni siquiera cuando se trata de los candidatos oficiales o autoridades que van por la reelección. Se puede trabajar de la mano, se pueden sumar voluntades y brindar apoyo, pero tiene que hacerse de una manera adecuada, legal, inteligente y separando los actos de campaña de las acciones de gobierno.

Mucho se ha hablado desde hace meses sobre lo compleja que será la siguiente elección por la gran cantidad de partidos y el ambiente político tan crispado entre los actores de poder. Además de ello, en un proceso electoral donde hay candidatos oficiales y autoridades compitiendo sin dejar el cargo es fundamental trazar una estrategia que contemple todos estos aspectos, potencialice las ventajas, minimice los riesgos y atienda las circunstancias particulares que se están viviendo en la elección de Morelos.

Por supuesto en esta lógica aparece el gobierno estatal y su titular como un solo ente que debe ser cuidadoso de sus pasos, respetuoso de la ley y objetivo en la toma de decisiones. Cuauhtémoc Blanco como cualquier otra autoridad, incluyendo al presidente Andrés Manuel López Obrador, pueden tener su corazón puesto en uno o varios candidatos, eso es comprensible, pero su actuar y sus decisiones deben ser imparciales, serenas y sin perder de vista lo que vendrá después de que se cierren las casillas.

Ganar una elección es una cosa; gobernar es otra.

                                          

  • posdata

La actuación del INE respecto a las candidaturas de Morena en Guerrero y Michoacán deben encender los focos de alerta en todos los partidos y candidatos de Morelos y en todo el país; la cancelación de las candidaturas de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón no es cosa menor y ha llevado a la mesa nacional de debate la firmeza de los consejeros del Instituto Nacional Electoral.

El tema no es menor y al momento de escribir esta columna aún no se había votado el dictamen preliminar en donde el INE mantenía su decisión de anular ambas candidaturas y daba un plazo al Movimiento de Regeneración Nacional para postular dos nuevos candidatos.

Hay que observar este tema, insisto, porque deja ver la postura que tendrá el Instituto Nacional Electoral en esta elección; no olvidemos que en nuestra entidad dos precandidatos perdieron el registro (Sergio Beltrán Toto de Redes Sociales Progresistas y Paola Cruz de Morena), pero otros más podrían ser sancionados más adelante si cometen alguna falta durante la campaña.

Con lo que está pasando en torno a los candidatos de Guerrero y Michoacán, no importa lo que al final decidan los consejeros electorales, quedará definida la vara que medirá al resto de los candidatos que participen en las elecciones. Digámoslo de esta manera: a Félix Salgado Macedonio le podrían retirar la candidatura por no haber justificado los gastos de precampaña que, por cierto, dice él que nunca hizo. ¿Qué podríamos ver después del 06 de junio si algún candidato es denunciado por rebasar el tope de gastos de campaña o por cometer alguna otra falta prohibida en la ley?

  • nota

El proceso de vacunación contra covid ha ido avanzando y la logística mejora conforme el personal de salud y las autoridades van agarrando experiencia. La primera etapa de la campaña de vacunación fue trompicada, prevaleció el desorden, muchas personas tuvieron que pernoctar en el lugar para alcanzar su dosis y aún así muchos no alcanzaron a ser inmunizados.

Lo que ahora vemos es diferente, mejor: hay más orden y coordinación entre autoridades, lo que ha dado como resultado un proceso más ágil y cómodo para las miles de personas que acuden a los centros de vacunación.

En medio de esto hay un dato llamativo: en la jornada de esta semana en la capital de Morelos hubo poca gente, sobraron vacunas y hasta la tarde de ayer el ritmo de vacunación estaba por debajo de lo registrado en otros momentos a pesar de que como en todos los casos se hizo una extensa y detallada campaña de difusión para que los adultos mayores acudieran a recibir su inmunización.

En castellano: hubo muchos biológicos, pero poca gente.

¿Qué pasó? ¿Qué le hacen a las vacunas que no se utilizaron?

  • post it

¿Ya vieron la lista de candidatos plurinominales de los distintos partidos políticos?

No hay muchas esperanzas de que la siguiente legislatura sea mejor.

  • redes sociales

Otro revés legal a Manuel Agüero. ¿Qué es peor: su defensa jurídica o su campaña publicitaria?

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