La ciencia al alcance de todos los niños
En opinión de Valeri Domínguez Villegas
Te has preguntado ¿cómo se forma el arcoíris?, ¿por qué se derrite el hielo de tu vaso? ¿por qué vemos a luna?, ¿por qué no todos vemos los mismos colores? Probablemente ha pasado tiempo que dejaste de observar las cosas a tu alrededor, dejaste de asombrarte por cada amanecer y dejaste de hacerte preguntas como éstas, los niños todo el tiempo se hacen este tipo de cuestionamientos y debemos aprovecharlo para enseñarles ciencia.
Con el interés y curiosidad que tienen, independientemente de tener una Aptitud Sobresaliente o estar en una condición de discapacidad, lo que más quieren es hacer algo por sí mismos; es allí que ponemos a su alcance las herramientas y materiales para que sigan experimentando. Desde construir una resortera hasta un microscopio para brindarles todo lo que necesiten para explorar. En el 2010 se publicó en la revista Scientific American el artículo “Start Science Sooner. Excellence in science education must begin in kindergarten” que podemos traducir como: comience la ciencia pronto, la excelencia en la enseñanza de las ciencias debe comenzar en kínder y en este trabajo realizado publican que si desde niños aprendemos a hacer buenas preguntas, mejora la calidad de nuestros estudios, fomenta la colaboración y nuestra manera de aproximarnos a diversos temas como la investigación. Los niños que se hacen preguntas del tipo: “¿Y sí…? o “¿Cómo…?” rápidamente pasan a incluir causa y efecto en sus preguntas: “¿Qué pasaría si tiramos de aquí y vemos si se mueven las palancas?”
Fomentar las ciencias experimentales es cultivar un pensamiento reflexivo que les lleva a hacerse la preguntas necesarias para tomar buena decisiones pues les provee de habilidades para razonar, observar, analizar, crear hipótesis, experimentar, plantear soluciones a problemas y tomar decisiones. Por ello, es importante fomenta el amor por la ciencia de la manera que a ellos les gusta: jugando. Jugando a construir casas, a reparar cosas, a curar heridas, a hacer perfumes, a la comidita, pues allí se están formado los arquitectos, ingenieros, médicos, químicos, chefs…
Ahora pensemos cómo les vamos a enseñar la ciencia a los niños, cómo les voy a enseñar algo que tal vez a mí me costó mucho trabajo o que se me dificultó. Aquí es donde se rompen los esquemas tradicionales y no es necesario hacer las cosas difíciles. Una manera de hacerlo y que tiene muy buenos resultados es asociar la ciencia con algo que ya tienen interés. Pongamos un ejemplo, si le gusta la gimnasia, ¿cómo podría mejorar su técnica, o dar mejor la vuelta usando la ciencia?; si le gusta hacer experimentos, dedícale tiempo y empieza con el mejor laboratorio que puedes tener, tu cocina; si le gustan los insectos, sal, da un paseo, explora las piedras y da un recorrido a tu jardín; si le gustan los sonidos enséñales que hay detrás del sonido de la flauta o el piano. Motívales a observar lo que la vida misma nos provee cada día; las estrellas, la luna, el arcoiris, las flores, los tipos de plantas, la lluvia, los atardeceres, los amaneceres, el cielo, el resplandor, todo está allí esperando a que sea descubierto por nosotros. Así que impúlsalos a explorar y que puedan descubrir los grandes secretos que están guardados.