Escala de Grises - La revolución de las conciencias

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - La revolución de las conciencias

Para iniciar la semana y el mes con una celebración más, el partido Movimiento de Regeneración Nacional se reunió en el complejo cultural de Los Pinos para conmemorar la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia del país. A pesar de que el todavía presidente no acudió a su propia fiesta, sí estuvo su sucesora.

 

Claudia Sheinbaum Pardo aprovechó los micrófonos y las cámaras para reiterar su admiración ante la “profundidad de pensamiento” de AMLO. Bajo esta línea, aseguró a sus oyentes que no traicionará a su compañero de lucha, por lo que no piensa regresar al pasado.

 

Además de la virtual presidenta, al evento acudieron algunas de las figuras más relevantes del partido actualmente, como Clara Brugada, Luisa María Alcalde, Mario Delgado y Citlalli Hernández. Como era de esperarse, no perdieron oportunidad para elogiar al presidente y parafrasearon algunas de sus ideas más famosas.

 

Desde que “el pueblo le puso un alto al régimen neoliberal” y el “despertar del electorado” hasta el logro de una “transformación profunda”, las personas que tuvieron la oportunidad de enunciar unas palabras cumplieron perfectamente bien con la línea discursiva oficialista; el homenaje perfecto a López Obrador.

 

Sin embargo, entre los elogios presupuestados, Claudia Sheinbaum hizo una propuesta peculiar: instaurar el 1 de julio como el día “de la revolución de las conciencias”, “del triunfo del pueblo” o “de la verdadera democracia” para no olvidar el día en que inició la cuarta transformación.

 

Sheinbaum Pardo habló de lo ocurrido hace seis años como un “hecho histórico”, un día que merecía la pena colocar en el calendario cívico no sólo para elogiar el triunfo del presidente (como si se tratara del nuevo Benito Juárez), sino la victoria de toda la población que apoyó al entonces candidato.

 

Entre gritos y aplausos, la virtual presidenta aprovechó para enlistar los múltiples programas sociales establecidos a lo largo de los últimos años y dejó en claro (por si nos quedaba alguna duda después de sus declaraciones) que no separará su gobierno del de López Obrador.

 

Claudia Sheinbaum optó por el camino seguro, tal como pronosticamos en este espacio desde el principio. No habrá desacuerdos entre ambas figuras, no habrá una división de “legados”, ni diferencias significativas en la forma de gobernar. El seguimiento a los megaproyectos, los programas sociales bajo la misma perspectiva y la forma de evadir las críticas seguirán igual.

 

Respecto al pánico o la tranquilidad que este hecho represente para cada lector, eso ya es otro tema. Lo que vale la pena decir —una vez más y todas las que sean necesarias— es que la llegada de una mujer a la presidencia no representa un logro tan significativo si lo único que pretende es caminar sobre las huellas de su antecesor.

 

La verdadera “revolución de las conciencias” debería estar dentro del ahora partido hegemónico. Los espacios para celebrar el triunfo de Morena en las urnas no sólo deberían estar llenos de elogios, sino también de la apertura necesaria para reconocer los errores y criticar todas aquellas acciones que no han representado un beneficio para la población.

 

Debería ser un proceso interno en el que se cuestionaran las razones por las que se tomaron ciertas decisiones, para plantear nuevas propuestas en materia de género, seguridad y temas de relevancia que no se basen únicamente en caprichos o en un “legado” que ni siquiera ha concluido.

 

Sólo entonces habría motivos para celebrar:

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