Serpientes y escaleras - Comunicación, lección que no se aprende

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Comunicación, lección que no se aprende

Las últimas dos administraciones estatales despreciaron la comunicación… y les fue mal

 

Comunicación, lección que no se aprende

Nunca como hoy los gobiernos y sus integrantes han estado bajo tanto escrutinio; la opinión pública no revisa solo los resultados, también observa la trayectoria, el comportamiento, las relaciones políticas, indaga en la vida personal y hasta las historias que se cuentan de cada uno. Esta realidad se hizo patente hace unos días con la aparición de un narcovideo poco creíble, pero que generó un impacto mediático. La comunicación no es accesorio, es una herramienta central de todos los gobiernos.

La reacción institucional ante episodios de coyuntura es clave en la estabilidad de las administraciones; la forma como responden los equipos a situaciones de crisis es tan importante como el hecho en sí; ahí la comunicación se convierte en la primera línea de defensa, puede contener el problema o ampliarlo. Aquí vale recordar lo ocurrido en las últimas dos administraciones estatales:

Graco Ramírez enfrentó muchas tormentas mediáticas y problemas de fondo, producto de su actitud, intolerancia y gusto por pelear con todos. El perredista es un personaje autoritario, reactivo, que se enoja con facilidad e hizo de sus redes sociales un canal de comunicación paralelo al área institucional; constantemente fue él quien inició las crisis y motivo de polémica que desgastó al régimen. ¿Recuerdan aquello de “acabaré con la inseguridad en 18 meses”? Salió de un tuit de Graco.

La de Ramírez Garrido fue una misma historia de principio a fin: el tabasqueño mantuvo una política de confrontación personal con la prensa, de desquite con los periodistas que no obedecían su línea o lo criticaban, lo cual provocó un ambiente enrarecido que intentó ser matizado con el apoyo de algunos medios y la creación de un periódico propio que solo se mantuvo en circulación por un breve periodo de tiempo.

El gobierno de Graco Ramírez Garrido enfrentó momentos complejos y señalamientos permanentes por actos de corrupción, pero el punto de quiebre vino cuando en el terremoto del 2017, cuando en lugar de enfocar el esfuerzo institucional a la atención de los afectados, la administración y la gente cercana al gobernador, empezando por su hijo Rodrigo Gayosso y las cabezas del fondo de reconstrucción, Sergio Beltrán Toto y Alexis Ayala, desviaron el dinero de la reconstrucción a la campaña del PRD y a sus bolsillos.

El tono del reclamo social en ese momento creció de manera exponencial y la respuesta oficial fue la descalificación a la prensa y a las voces opositoras; la estrategia de contener en lugar de resolver terminó por agravar su desgaste y lo dejó marcado de por vida como un gobernador corrupto, indolente, incapaz de generar confianza. Hoy Graco no puede aparecerse en Morelos porque recibe malas caras e insultos.

Con Cuauhtémoc Blanco la comunicación fue prácticamente inexistente, el futbolista privilegiaba el silencio y la evasión, rehuía a la prensa y evitó hasta donde pudo el trato con cualquier periodista y actor político local; los únicos con quienes se reunía periódicamente eran los comentaristas de deporte y de lo único que hablaba era de fútbol.

El vacío informativo fue el común denominador de ese régimen, el gobierno estatal no tenía estrategia ni línea de actuación, reaccionaba a los escándalos exigiendo silencio y muchas veces confrontaba a periodistas y medios de comunicación por chismes que le llevaban al gobernador sus amigos y gente cercana.

La falta de lineamientos y el desdén con el que siempre se trató a la estructura de comunicación social pasó un altísimo costo a un gobierno que pudo tener una proyección nacional, porque el titular era una figura famosa, reconocida por su trayectoria deportiva y capaz de abrir puertas con su sola fama.

Cuauhtémoc Blanco supuso que su popularidad personal y con sus seguidores en redes sociales iba a ser suficientes para comunicar, por eso desprecio a toda la prensa formal; de cuando en cuando se daba tiempo para dialogar con influencers y youtubers, pero lo hacía bajo una línea de frivolidad, sin hablar del estado, haciéndola de patiño, recordando sus logros en la cancha y presumiendo sus anécdotas. Todos reconocían en él a un futbolista admirado, pero nadie lo respetaba como político, ni como gobernante, ni como ser humano. Hoy es diputado federal y uno de los políticos más repudiados de la 4T.

Con Margarita González Saravia el desafío es distinto, pero igual de complejo: en el primer año la gobernadora de Morelos optó por cubrir a sus colaboradores, por dar la cara por ellos, justificar las faltas y defenderlos de los cuestionamientos. Contrario a cualquier lógica política, empresarial o familiar, donde los colaboradores o los hijos defienden al jefe y a los padres, aquí ha sido al revés: ella sale al paso de los problemas y quienes los ocasionan se esconden.

En materia de comunicación Morelos tuvo en doce años una administración represoras y confrontativas y otra ausente que despreciaba a la prensa; el costo que pagaron los mandatarios y sus equipos por ese estilo fue muy alto, al punto que para muchos integrantes del graquismo y del cuauhtemismo ese ciclo significó el final de su carrera política y la última oportunidad de participar en una administración pública. Ninguno de los dos modelos, ni el de Graco ni el de Cuauhtémoc fue eficaz.

La lección que dejan esos dos gobiernos es que la comunicación pública no es un accesorio, ni tampoco algo que pueda improvisarse, ni subordinarse a los impulsos personales de alguien. La clave en cualquier estrategia es tener claridad en las líneas de trabajo, involucrar a todas las áreas en el proyecto de informar, comunicar con transparencia, hablar con firmeza frente al crimen y respetar la libertar de expresión.

El segundo año de gobierno de Margarita González Saravia debe ser el del liderazgo propio, donde la gobernadora se proyecte como una mujer de estado y no como una madre que protege a sus hijos. La etapa que viene debe estar marcada por las decisiones de una mujer que define el rumbo en el desarrollo y la prosperidad colectiva, que exige resultados a sus colaboradores, que sanciona los excesos y comunica acciones tangibles.

En un entorno como el actual, donde en todo el país la violencia marca la narrativa pública, la comunicación se ha convertido en un instrumento de gobernabilidad que hace la diferencia entre gobernar con autoridad y liderazgo o dejar que otros escriban la narrativa del poder.

El primer año de Margarita González Saravia no ha sido malo, pero el segundo debe ser mucho mejor.

·         posdata

El secretario estatal de seguridad dijo en su conferencia de prensa bisemanal que el origen de los problemas de inseguridad en el estado, particularmente en la zona oriente, es culpa del gobierno anterior.

Según Miguel Ángel Urrutia la crisis deriva de que durante los últimos seis años no se implementaron estrategias de prevención, lo que ocasionó que delitos como la extorsión y los homicidios se elevaran exponencialmente.

“El vacío y la impunidad que dejó la pasada administración hicieron que la zona oriente se convirtiera en un botín de guerra y extorsión, de ahí la presencia del Cártel del Pacífico y del Cártel Unión Tepito, ambos tienen nexos con organizaciones del Estado de México y aunque antes eran socios, actualmente mantienen una disputa por el control de la región”.

Pero lo llamativo de la rueda de prensa del secretario no está en el descargo de culpas hacia Cuauhtémoc Blanco, ni tampoco en las acciones que el gobierno actual implementa para disminuir los índices delictivos y garantizar la seguridad de los ciudadanos.

Lo interesante fue cuando habló del video difundido la semana pasada, en el que un grupo criminal asegura haberse reunido con distintos políticos del estado, lo cual, afirmó, “forma parte de la disputa por el control de la zona oriente de Morelos”.

¿En serio? ¿No que el video es falso?

·         nota

El hermano del exgobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, Ulises Bravo Molina, reaccionó molesto ante la declaración del secretario estatal de seguridad, afirmando que a un año de iniciada la nueva administración, el gobierno de Margarita González Saravia sigue acusando a “los de antes. Pinche bola de incapaces”

El posteo en Facebook no fue lo único que hizo el otrora todopoderoso Ulises Bravo, también circulo un audio donde hace evidente su enojo y con palabras altisonantes cuestiona la labor que hacen de manera coordinada las fuerzas de seguridad de los tres niveles de gobierno, porque la estrategia que aplica en Morelos, como en muchos estados de la república es la misma, ideada y supervisada por el equipo de la presidenta Claudia Sheinbaum.

La prudencia nunca fue una característica de Ulises Bravo, su protagonismo durante el sexenio pasado lo metió en muchos problemas, lo enemistó con mucha gente y lo puso en la mira de las autoridades, aunque el blindaje que aún le brinda su hermano le ha permitido ir sorteando los vendavales.

Las publicaciones y dichos del hermano incómodo fueron durante la administración de su hermano motivo de conflictos para el gobernador; ahora que no tiene poder, su imprudencia sigue siendo llamativa, como llamativo es que a pesar de todo lo que hizo, continúe sin ser llamado a cuentas por las autoridades.

·         post it

¿Narcogobierno? Veo y escucho el comentario editorial de un compañero periodista que califica de esa forma al gobierno de Margarita González Saravia por la aparición de un narcovideo que, por cierto, fue difundido desde su cuenta personal.

Aunque la opinión es válida, los argumentos carecen de sustento, porque en ningún caso este tipo de grabaciones son consideradas como pruebas. Cualquiera con un mínimo de conocimiento sobre la ley sabe que para que este tipo de documentos tengan valor jurídico se requieren cumplir requisitos de licitud, autenticidad y cadena de custodia, pero sobre todo que actualmente, con todas las herramientas tecnológicas que hay, cualquiera puede editar algo así. Videos de este tipo aparecen todo el tiempo y muy pocos hasta ahora han sido reales.

Escandaloso sí es, pero sería absurdo que la gobernadora reaccionara de manera abrupta ante algo que se ubica más en el terreno del chisme, de la especulación, de la guerra política y que difícilmente será comprobado.

Por cierto: el origen de dicha grabación podría no estar del lado de un grupo criminal, sino de una excandidata a la gubernatura.

·         redes sociales

El alcalde de Cuernavaca está haciendo un buen trabajo, pero los daños que las lluvias causan a las vialidades están hundiendo su imagen.

Revisar la calidad de las obras sería un buen primer paso para que la percepción sobre su gobierno mejore.

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