Alerta con dos variantes de violencia
En opinión de Lorena Elizabeth Castillo

Al difundirse la cultura de los derechos humanos por razón de género y preferencias sexuales diferentes, es obligada también la distinción de las variadas posibilidades de riesgos inherentes a tales dinámicas en las relaciones humanas contemporáneas.
Es así que el espacio de hoy lo dedicamos a llamar la atención sobre dos tipos de agresiones: la violencia intragénero y la violencia institucional. La primera se refiere a cualquier tipo de violencia física, emocional, sexual o psicológica que ocurre dentro de relaciones afectivas o sexuales, entre personas del mismo sexo.
Al igual que otras, esta forma de violencia es un mecanismo de poder y control donde la persona que agrede busca dominar y someter a la víctima, por lo tanto, similar cualquier otra relación entre personas, el abuso se ejerce con violencia física: Golpes, empujones o cualquier forma de agresión corporal; así como daño psicológico y emocional: manipulaciones, insultos, aislamiento y otras acciones que perturban el bienestar mental y emocional.
De las anteriores derivan la violencia sexual, económica o financiera, es decir, control sobre los ingresos y gastos que limita la autonomía económica; abuso digital, o uso de la tecnología para acosar o controlar; sin faltar la violencia relacionada con el VIH: Amenazas de exponer la condición de salud de la pareja del mismo sexo y, específicamente, el conocido en inglés como “Outing”, o “sacar del closet” forzosamente a una persona.
Como también hay violencia vicaria en parejas del mismo sexo que consiste en daño físico y/o emocional a los hijos como medio para causar sufrimiento en la pareja, de manera que, como se puede leer, el riesgo de cualquiera de las transgresiones mencionadas son recurrentes en la violencia intragénero.
Por otra parte, pero con la misma raíz estereotipada y prejuiciosa, la violencia institucional consiste en las acciones u omisiones de las instituciones públicas o privadas que dificultan o impiden el acceso a los derechos y servicios básicos de las personas.
Entre las conductas recurrentes están la discriminación o trato desigual o injusto hacia ciertas personas o grupos; burocracia excesiva, o sea, procesos lentos o complicados que obstaculizan el acceso a servicios o derechos y, por último, el abuso de poder o uso indebido de la autoridad para perjudicar o discriminar a alguien.
Además de llamar la atención y poner la alerta sobre estos dos tipos de agresiones, es necesario profundizar en acciones educativas y preventivas que forman el tránsito cultural y social necesario para arribar a la plenitud del respeto a los derechos humanos, por razón de género y diferentes opciones de sexualidad, tema que abordaremos en el próximo espacio.