Ciegos ante las señales
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Hace no mucho tiempo, existió una comunidad de roedores “evolucionada”. Los integrantes rápidamente se hicieron con el dominio de su ecosistema, lo que les abrió las puertas a nuevas actividades. Cuando salían de sus madrigueras, se maravillaban con el color verde-azulado del pasto, y deseaban llevarlo consigo. Sin demorarse, su “evolución” tomó partido y algunos comenzaron a desprenderlo del suelo en cantidades masivas para luego anudarlo en diversas figuras y venderlo a cambio de pertenencias deseables de otros. Pronto desaparecieron los colores vibrantes de la pradera, para dejar solo tonos amarillentos. En consecuencia, un día caluroso se generó un incendio desproporcionado. Los roedores se refugiaron en sus madrigueras, esperando a que este disminuyera, y en efecto, después de unas semanas, el fuego cesó gracias a la lluvia, así como también comenzó a crecer de nuevo el pasto verde-azulado. Sin embargo, al salir, tardaron muy poco en arrancarlo totalmente. Sobra decir que ya no hay un solo roedor “evolucionado” en ese ecosistema. Lo interesante es que ninguno se percató del fuego entrando en sus madrigueras; seguían demasiado embelesados en sus pastitos anudados.