Escala de Grises - Caso Camila

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Caso Camila

La semana pasada, Camila Gómez acudió al domicilio de una amiga suya. Con el permiso de su mamá y la presunta supervisión de los tutores de la anfitriona, Camila salió de su casa en Taxco, Guerrero. Sin embargo, esa fue la última vez que la pequeña fue vista con vida.

 

El miércoles 27 de marzo su desaparición fue reportada. Horas más tarde, su cuerpo fue localizado a un lado de la carretera federal, con signos de ahogamiento y abandonado en una bolsa de plástico. Dadas las circunstancias, las autoridades del estado abrieron una carpeta de investigación.

 

En las grabaciones recopiladas gracias a las cámaras de seguridad se observa a Ana Rosa Díaz, madre de la amiga de Camila, y a su pareja sentimental Jorge “N” salir del inmueble y subir a un automóvil con una canasta de ropa y la bolsa de plástico en la que sería encontrada la menor de edad.

 

Dichos videos se difundieron en plataformas digitales y, en cuestión de horas, se viralizaron. Mientras Taxco se preparaba para las actividades de Semana Santa, la familia de Camila Gómez esperaba una orden de aprehensión para las personas responsables del asesinato de la pequeña.

 

Ante las acciones tardías de las autoridades, la población decidió agredir a Ana Rosa Díaz ya sus dos hijos, quienes también fueron golpeados y apaleados hasta perder la conciencia.

 

Sin embargo, el secretario de seguridad de Taxco decidió repetir los mismos errores que se han señalado por décadas. Doroteo Eugenio Vázquez dejó toda la responsabilidad en la madre de Camila. Bajo el argumento de “omisión de cuidado”, el funcionario aseguró que la niña debió recibir vigilancia y orientación.

 

Los detalles del caso y las actualizaciones que se han difundido hasta el momento, aunque son importantes, no son el objetivo de esta columna. Lo que resulta importante retomar es la responsabilidad del Estado y de las autoridades estatales en el caso de Camila Gómez, pero también en el linchamiento de Ana Rosa Díaz.

 

¿Cómo puede ser posible que fueran más importantes las celebraciones de Semana Santa que la investigación por la desaparición de una niña? ¿Cómo es posible que las autoridades, en cualquier nivel, tengan ni siquiera una mínima idea de cómo abordar un caso con perspectiva de género?

 

Los crímenes en contra de niñas, mujeres y adolescentes en México continúan siendo uno de los más frecuentes y también de los que tienen un mayor índice de impunidad. El machismo y la misoginia siguen permeando nuestra realidad desde los primeros años de vida y para muestra basta un botón.

 

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, más del 73% de las mujeres mayores de 15 años han experimentado, por lo menos una vez en su vida, violencia experiencias de violencia física, económica, sexual, psicológica y patrimonial.

 

¿Qué nos indica eso? Que es indispensable, urgente e imperativo empezar a mirar esta situación que no se reduce a un caso aislado ni a homicidios sin perspectiva de género. Necesitamos un sistema de justicia que realmente garantice una no repetición de tragedias como la de Camila Gómez.

 

¿De qué sirve romper paradigmas y votar por una mujer para llegar a la presidencia si en este país asesinan a 11 mujeres cada día? Desde este espacio exigimos justicia por Camila y por todas las mujeres que han sido víctimas de la violencia de un Estado incapaz y negligente.

 

Ni una menos:

arendy.avalos@gmail.com

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