Todos somos criminales
En opinión de José María Román Román
Hay una amiga que tiene en el portal de su celular un dibujo con cuatro niños. En ellos se aprecia la inocencia y la virtud de quien en el futuro serán los seres que enfrenten a la sociedad que hoy les estamos creando, que hoy está en un dilema en cuanto a sus valores, que hoy estamos destruyendo cuando no hacemos valer los elementales principios del orden y del respeto. Esta sociedad, que hemos forjado los adultos, criminaliza a las mujeres desde niñas, destruye aceleradamente los principios de la inocencia de los niños y acaba con lo único valioso que se requiere para forjar el futuro social digno.
Hemos creado verdaderos chacales que andan por en la calle ejerciendo el oficio que les permitimos, andan en la calle con los escasos valores que ésta sociedad en su perversión y descuido ha creado. Miramos por todas partes como hay una carencia de respeto y de valores para con los inocentes, e incluso para las jovencitas a las que no les basta violarlas, sino que cumplen la función de chacales, asesinándoles y aún más lejos, destazándolas. Como un premio que da prestigio se atreven incluso a mostrarlas en las redes exhibiendo el salvajismo que dice mucho de lo seres que hemos creado en nuestra generación. No hay más límites que el sadismo, que ese salvajismo primitivo que destruye todo. Ese caos ya nos arrastra y las voces que esporádicamente salen a través en el caso de Morelos, del Obispo de Cuernavaca, son voces que se ahogan en el mar de los excesos de la criminalidad. ¿Dónde y porqué perdimos el rumbo?, ¿Dónde y porqué la sociedad y los políticos lo permitieron?, ¿Dónde, en qué parte del camino de la vida olvidamos nuestra obligación de exigir a la autoridad y de entregar a nuestros hijos los valores supremos de la decencia y del respeto? Y cuando me refiero al respeto, hablo del respeto a la vida, del respeto a lo ajeno, del respeto a los demás seres humanos, incluso del respeto a toda criatura viviente.
Hemos progresado y a la vez hemos retrocedido. Queremos como sociedad darnos y nos entregamos leyes de primer mundo, de primer orden, de lo más avanzado que existe cuando tenemos un mundo de tercera, protegemos al criminal en sus derechos humanos tal cual el presidente AMLO lo dice y olvidamos a la víctima, olvida ese señor a las víctimas, ésas están a su suerte, abandonadas por el gobierno. Imitamos a las mejores sociedades y hemos ignorado la formación interna de los niños y son esos niños de ayer, que no formamos, los crueles chacales que andan sueltos en el mundo de la criminalidad de hoy. Andan ahí en el mundo solitario de su perversión como en el caso de la niña Fátima a quien le debemos todo al arrebatarle su inocencia de forma tan cruel que quien hizo ese salvaje acto de matarla en la forma en que lo hizo, nos dice como en la sociedad hemos perdido el rumbo.
Si son culpables y se demuestra que los detenidos son los autores del asesinato, yo me pregunto si con detenerlos y encarcelarlos 20 años o más es suficiente castigo, es suficiente el pago del daño causado. Mi respuesta es no. Ningún arrepentimiento puede ser válido para un humano que ha perdido la esencia de serlo. No paga con todos los años de cárcel lo que ejecutó en perjuicio de otra u otras vidas a las que les priva su existencia.
Es necesario, es indispensable que la sociedad tome las riendas de su destino y haga a un lado a los políticos y ejercite su derecho natural de darse así mismo el gobierno y los principios de gobierno que desee por encima de todos los gobiernos y por encima de todos los políticos. Ellos, los políticos viven de nosotros y no para nosotros. Ellos, los políticos tienen sus intereses, no nuestros intereses. Ellos los políticos nos mantienen vivos a base de esperanzas, jamás a base de realidades. Por lo mismo, no exigirán jamás que los criminales paguen el precio real correspondiente la magnitud de sus actos. No se atreverán porque no les conviene, porque nos ignoran.
Debemos ya discutir en cada casa, en cada colonia, en cada pueblo y en cada estado qué vamos a hacer con la ola criminal que tenemos en todos los órdenes y escalas de la sociedad, debemos discutir la pena de muerte con sus ventajas y desventajas, porque ellos, los delincuentes la ejercitan diariamente, ellos los malvados la ejecutan todos los días sin más reglas que sus deseos y caprichos y locuras. Lo menos que podemos hacer es discutir la posibilidad de su existencia para corresponder medianamente al daño que causan deliberadamente a los inocentes. Hoy le diré a mi amiga, por cierto abogada, que esas caritas de cuatro inocentes esperan de nosotros el ambiente adecuado para que tengan una vida digna y con respeto y que todos, toda la sociedad debe comenzar ya a formar ese destino diferente a lo que hoy tenemos y padecemos.