Serpientes y escaleras - Le toca a Margarita
En opinión de Eolo Pacheco
Morelos ha sido laboratorio político desde hace muchos años.
Le toca a Margarita
La política mexicana ha cambiado más en los últimos veinticinco años que en cinco décadas anteriores; las reglas, los discursos y hasta los protagonistas son otros, la democratización del poder abrió espacio a nuevas voces, muchas de ellas sin trayectoria, que irrumpieron con fuerza en el escenario de poder. La consecuencia es ambigua: hay más cercanía con la gente, pero también se ha perdido el oficio y la visión de estado.

Morelos es un buen reflejo de la evolución política que ha tenido la política mexicana en el último milenio; en un cuarto de siglo el estado ha vivido casi todas las etapas de la política moderna: del priísmo institucional al populismo mediático, de la disciplina a la improvisación. Cada gobernante que hemos tenido en los tiempos modernos ha impuesto su estilo y ha sido reflejo de su tiempo.
Lauro Ortega y Antonio Riva Palacio representaron la política de las formas, el orden y la institucionalidad, gobernaban con autoridad, pero también con respeto a los rituales de poder y las normas no escritas de la diplomacia.
Jorge Carrillo Olea llegó desde la milicia con un conocimiento técnico y expertise en seguridad que lo proyectaba como un gobernante moderno que intentó renovar las instituciones y resolver el problema de inseguridad, pero que al final terminó atrapado en una crisis que él mismo quiso contener.
Sergio Estrada Cajigal apareció en el escenario generando una ilusión de cambio; su arribo al poder marcó el inicio de la alternancia política en Morelos al ser el primer gobernador electo fuera del PRI. Joven, carismático y sin experiencia, su triunfo simbolizó la esperanza de una nueva era en el ejercicio de poder, pero su gobierno dejó claro que la alternancia no basta para que las cosas mejoren. Sin visión y sin capacidad, el cambio prometido se volvió simulación.
Marco Adame intentó devolver la sobriedad a la política estatal luego de seis años de ocurrencias, frivolidades y escándalos; el médico, un hombre cuidadoso de las formas vivió momentos complicados, gobernó en tiempos violentos, con instituciones erosionadas y una sociedad con muy poca paciencia. El médico cometió errores, pero sobre todo enfrentó coyunturas que marcaron su administración y le impidieron estabilizar su gobierno.
Dos gobiernos de conflictos y marcados por la inseguridad abrieron la puerta a una nueva alternancia: de la derecha a la izquierda. Graco Ramírez ganó las elecciones en una elección polémica, donde se habló de una negociación al más alto nivel para permitir el triunfo del PRD; el tabasqueño llegó con la bandera de la experiencia y un discurso progresista y transformador que quedó opacado por el carácter irascible de un hombre que fue incapaz de controlar las ambiciones de su familia. El de Graco Ramírez fue un gobierno en el que hubo planeación urbana y desarrollo en infraestructura, pero también fracturas sociales y una confrontación política constante que acabó con su legado.
Cuauhtémoc Blanco representó el lado opuesto del péndulo: popular, carismático, pero inculto, falto de preparación y con un enorme arrastre popular por su trayectoria como futbolista, fue el gobernante más limitado que ha tenido Morelos en toda su historia. Ausente, ignorante y carente de sensibilidad, el americanista hizo del ejercicio de poder un circo en el que lo mismo se organizaban fiestas con mujeres de distintas nacionalidades, que se suscitaban enfrentamientos públicos con los otros dos poderes y sus integrantes. Más que una administración gubernamental, el futbolista hizo de su mandato un espectáculo; su administración marcó un severo retroceso institucional y confirmó que la popularidad sin proyecto puede ser tan riesgosa como la tecnocracia sin sensibilidad.

Ahora toca el turno a Margarita González Saravia: la primera gobernadora de Morelos está intentando darles equilibrio a las instituciones, ejerce el poder con un discurso conciliador y presencia permanente en el territorio. Aunque la suya es una política que nada tiene que ver con la implementada en las últimas dos administraciones, su desafío es mayúsculo: debe reconstruir la confianza ciudadana, devolver la seriedad al gobierno y demostrar que la prudencia no está reñida con la eficacia. El suyo es un gobierno que pretender ser distinto no solo en el discurso, sino en los hechos, pero para que eso se logre y se note, los resultados son primordiales.
Desde hace años Morelos ha sido un laboratorio político para el país, aquí se ha ensayado de todo: la política de las formas y de las costumbres, la del cambio, la progresista, la del espectáculo y ahora quizás la del reencuentro. La pauta la marcan los gobernantes porque son ellos quienes ejercen el poder, los que toman las decisiones y con su equipo dan o no resultados.
Los gobiernos de los últimos años han dejado una duda lógica que aún no se responde: el cambio es permanente, la renovación es constante y la alternancia necesaria, pero el ejercicio de poder sin ética y sin experiencia termina en desencanto, sobre todo cuando se frivoliza.
Quizá sea momento de hacer un alto en el camino y replantear la manera como se hace política en todos los espacios de gobierno; en Morelos toca el turno a Margarita González Saravia, ella podría construir una nueva forma de ejercer el poder en donde se combine cercanía con capacidad, sensibilidad con planeación y legitimidad con resultados.
En Morelos y en el resto del país ha quedado claro que gobernar no es solo ganar elecciones, sino saber hacia dónde se quiere llevar a la sociedad y a sus instituciones. En Morelos hemos tenido suficientes experimentos fallidos, gobiernos que abusaron del cargo, engañaron a la gente y utilizaron el poder para golpear a quienes pensaban diferente.
Si se repiten los vicios de represión, sectarismo e improvisación, el desencanto se va a agudizar y el enojo colectivo aumentará rápidamente. Hoy el reloj político vuelve a correr entre la duda y la esperanza y la gobernadora tiene la oportunidad de reconciliar a Morelos consigo mismo.
El tiempo dirá si Margarita González Saravia es el punto de inflexión en la historia política de Morelos o sólo un capítulo más en la larga lista de oportunidades desperdiciadas. Por su historia de vida, sus convicciones y personalidad, es altamente probable que la gobernadora regrese la dignidad al servicio público.
Si alguien es capaz de devolver la sobriedad al gobierno y el respeto al quehacer político es ella. Confiemos en que lo logre.
· posdata

El tiempo de las encuestas ha comenzado; en los últimos días se han compartido diferentes estudios de opinión sobre intención de voto, particularmente en la capital del estado y la zona metropolitana.
La credibilidad de los estudios depende de la casa encuestadora que los hace y de quien las paga, pero en todos los casos la coincidencia es que en Cuernavaca la tendencia favorece a Morena.
Los números son un parámetro, pero no una verdad absoluta; en el 2024 la 4T arrancó con ventaja y perdió por malas decisiones en la selección de candidatos, pugnas internas y un terrible acuerdo de coalición; la historia podría repetirse si Morena no corrige las fallas pasadas y sobre todo, si no tiene buenos candidatos en la zona metropolitana.
Acción Nacional lleva la ventaja en la competencia porque es el partido que gobierna la capital, pero no competirá con su mejor candidata, Andrea Gordillo; quien tendrá la candidatura es Daniel Martínez Terrazas.
En el Movimiento de Regeneración Nacional, por otro lado, la figura mejor posicionada es Víctor Mercado, a quien difícilmente le quitarán la candidatura a pesar de no ser una figura afín a la gobernadora Margarita González Saravia. El senador ha construido una muy sólida red de relaciones en el gobierno federal, lo identifica muy bien la presidenta Claudia Sheinbaum y aunque se le relaciona con el impresentable Adán Augusto, ha sabido tejer alianzas con figuras de todas las corrientes de Morena.
La única manera como la gobernadora podría evitar la llegada del senador Mercado sería apoyando a una figura igual o mejor posicionada que él; ahí la lista se reduce a uno: Javier Bolaños. Ninguno de los personajes alrededor del gobierno estatal que aspiran a esa candidatura tiene capacidad para crecer en imagen al punto de hacerle sombra al senador, el único es el titular del agua, pero para que lo logre necesita comenzar lo antes posible a moverse en la zona metropolitana. Ningún otro (a) de los aspirantes es capaz de ganarle la candidatura a Mercado.
Y al final aparece Lucía Meza, una política que partirá la elección capitalina en tres y arrebatará votos a Morena; los estrategas de la 4T aseguran que la participación de la exsenadora afectaría al PAN y sería a ellos a quienes restaría votos. ¿En serio? Lucía Meza ha militado toda su vida en la izquierda, por varios años estuvo en Morena, apoyó a Andrés Manuel López Obrador y se fue porque no la dejaron competir, pero mantiene lazos fuertes con varios grupos de Morena. ¿De dónde sacan que le quitaría votos al PAN?
Sea como sea, la que veremos en Cuernavaca será una elección crucial: quien gane la capital se convertirá en un aspirante natural a la gubernatura en el 2030 y un contrapeso/complemento político de la gobernadora.
· nota
Las ejecuciones a plena luz del día regresaron; la víctima en esta ocasión fue una persona que viajaba a bordo de una camioneta sobre la avenida Cuauhtémoc, en la colonia Chapultepec. Como es costumbre los agresores huyeron.
Los hechos ocurrieron alrededor de las dos de la tarde en una de las calles más transitadas de la capital de Morelos; el lugar es muy concurrido, hay escuelas, supermercados y varias paradas de camiones, es decir, es un punto donde a esa hora circula mucha gente.
Prevenir este tipo de hechos es casi imposible porque se trata de ataques directos, son acciones programadas, impredecibles, que pueden suceder a cualquier hora y en cualquier lugar, porque se hacen de manera planeada, justamente para que los agresores no sean capturados.
El punto delicado es que este tipo de hechos ya habían dejado de ocurrir en Morelos, hacía tiempo que no veíamos delitos de alto impacto a plena luz del día en la zona metropolitana.
En las últimas semanas el problema de violencia se ha agudizado, se están registrando asesinatos y hechos de violencia en diferentes puntos del estado, la mayoría relacionados con grupos de la delincuencia organizada y todos de alto impacto en la percepción.
Lo que vemos es algo atípico, repetitivo y recurrente, pero atípico; las autoridades refieren que se trata de las consecuencias de la lucha entre grupos criminales y pelea por la plaza, del recrudecimiento de la violencia por el desgaste que sufren las organizaciones criminales por el combate que contra ellas hace el gobierno estatal y las fuerzas federales.
Sea cual sea la razón y aunque en la mayoría de los casos las víctimas sean parte de los mismos grupos o tengan relación con ellos, los casos impactan en la opinión pública y deberían merecer más atención de parte de las autoridades, para que no se confunda un hecho de violencia que tiene que ver con los grupos criminales, con incidentes de inseguridad que afectan al ciudadano común.
De cómo se cuenten las historias depende la percepción que tengan los ciudadanos.
· post it

El estratega de la gobernadora es Javier García Chávez, un hombre experimentado en política y un conocimiento vasto en temas de estructura. Será él quien encabece el equipo electoral de Morena en la contienda del 2027 y la figura alrededor de la cual se construirán los acuerdos y los lineamientos para salir a campaña.
Las encomiendas que recibe Javier son muchas desde ahora, es una figura clave en el gabinete, el hombre de confianza de la gobernadora y por lo mismo, alguien a quien muchos atacan, porque tratan de debilitarlo.
Javier García es una figura central en Morena y en el gobierno; si controlara más su carácter, podría mejorar sus resultados.
· redes sociales
Figuras de otros partidos se están acercando a Morena en busca de candidaturas. “A la cola” será el grito de los militantes que ya se formaron en busca de una postulación.
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