Serpientes y escaleras - Miedo

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Miedo

La sensación de temor en los morelenses es alta y no mejora a pesar del esfuerzo

 

Miedo

El miedo erosiona la confianza en las autoridades y reduce la disposición de la población a colaborar con cuerpos policiacos y programas de prevención. El miedo deslegitima cualquier acción gubernamental y reduce sustancialmente el nivel de participación de la ciudadanía en términos de denuncia o cualquier plan de pacificación. El miedo es un factor que está pesando en la estrategia de paz en Morelos.

La sensación de miedo e inseguridad generan una mala percepción sobre el trabajo del gobierno en general y reduce el respaldo social del pueblo a sus gobernantes. Morelos vive desde hace cinco sexenios un clima de inseguridad, de miedo, de impunidad, que ha impedido que las estrategias de paz avancen, a la par de que ha hecho fracasar a las administraciones pasadas y a sus titulares.

Y hay razones para ello: a Carrillo Olea se le culpó de la crisis de inseguridad luego de que se comprobó que los secuestros se planeaban en la procuraduría y se ejecutaban desde la policía judicial. A Estrada Cajigal se le vinculó con el cártel de Sinaloa, detuvieron a su jefe de la policía ministerial  y hasta se le relacionó de manera romántica con la hija de uno de los principales capos de ese grupo criminal.

Marco Adame vivió momentos difíciles cuando elementos de la Marina ejecutaron a Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca y luego trascendió que su gobierno a través de su secretario de seguridad brindaba protección a dicho cártel. Graco Ramírez fue relacionado de principio a fin con dos organizaciones criminales regionales (Guerreros Unidos y Los Rojos), mientras que a Cuauhtémoc Blanco se le fotografió con cuatro líderes de células delictivas en una iglesia de Yautepec.

Con esos precedentes a nadie sorprende que el ciudadano pierda la confianza en sus autoridades y que en los últimos treinta años la violencia, la inseguridad y la presencia de grupos delictivos creciera de manera exponencial en Morelos.

Margarita González Saravia asumió la gubernatura con esa carga y el reto de limpiar el estado. Recuperar la seguridad en Morelos no fue su principal promesa de campaña (acabar con la corrupción fue lo primero), pero el tema es prioritario, se escucha en todas las mesas y aparece en todos los debates, por su gravedad y el enorme impacto que genera en todos los sectores.

El trabajo de las áreas encargadas de la prevención y el combate al crimen están funcionando bien, mucho mejor que antes, pero los hechos cotidianos no permiten que el esfuerzo se note, que los logros sean apreciados como se debe y la percepción ciudadana cambie.

La semana pasada ejemplifica el escenario que estamos viviendo:

1-    En su conferencia de prensa del miércoles el secretario de seguridad dio a conocer detenciones relevantes, captura de generadores de violencia, lo que merma de manera sensible las organizaciones criminales y permite avanzar en el trabajo de paz.

2-    El jueves en un operativo coordinado en el que participaron elementos de Guardia Nacional, Ejército Mexicano y Policía Morelos se detuvo a quien fue señalado como el principal distribuidor de droga en la zona norte de Cuernavaca. Tras su captura un grupo de ciudadanos cerraron la vialidad en la zona norte de la ciudad exigiendo la liberación inmediata del sujeto apodado “El Belicón”.

3-    Luego de mucho tiempo de no ver cosas así, el viernes muy temprano se informó sobre una persona colgada en el puente que une los municipios de Cuernavaca y Temixco; al sujeto le colocaron una narcocartulina donde se hacía alusión a su participación en hechos delictivos.

Veámoslo en conjunto: Fiscalía y Secretaría de Seguridad llevan varios meses realizando acciones directas y contundentes en contra de todos los grupos criminales; se han capturado a sujetos generadores de violencia, detenido bandas dedicadas al robo de auto, desmantelado narcolaboratorios, liberado víctimas de secuestro, resuelto crímenes, puesto tras las rejas a líderes criminales e incautado propiedades a bandas delictivas.

La numeralia es buena: comparado con el año anterior, de enero a mayo hubo 300 homicidios menos y 300 detenciones más; a diferencia de sexenios anteriores donde los golpes a grupos criminales se enfocaban en un solo cártel, lo que vemos ahora es un combate parejo, que pega a todos sin distingo y poco a poco ha reducido la presencia de células delictivas en la entidad. En cifras: de los 14 cárteles y grupos criminales que tenían presencia en Morelos en el 2024, hoy ya solo hay 9 operando de manera activa, aunque mermados en su capacidad.

A pesar de ello la percepción em materia de inseguridad no ha variado, la gente sigue sintiendo miedo de salir por la noche, muchos comercios cierran sus puertas temprano y hay zonas en muchos municipios donde los ciudadanos no entran por temor a ser víctimas de algún delito.

El miedo es un factor de mucho peso en esta historia: miedo e inseguridad no son solo consecuencia de la violencia, pero moldean la aceptación y la efectividad de cualquier plan de pacificación. En Morelos la percepción de inseguridad supera el 85% y frente a esa realidad las autoridades necesitan incorporar a la estrategia acciones concretas, tangibles, que ayuden a mitigar el temor y reconstruir la confianza ciudadana.

Los grupos delictivos lo saben: hechos como el del viernes, cuando dejan colgado de un puente a una persona son acciones que buscan infundir miedo entre la población, se trata de mensajes de alto impacto que provocan temor y una sensación de impunidad, porque es un reto a las autoridades y una muestra de poder de los grupos criminales. Y ni siquiera es claro que la persona colgada realmente era parte de algún grupo criminal.

El reto del fiscal Edgar Maldonado y el secretario Miguel Ángel Urrutia es enorme porque su encomienda es sumamente complicada, la solución no depende solo del trabajo que realicen y aunque logren avances importantes en sus temas, cualquier acción violenta en las calles echa por tierra la percepción positiva.

Ante esta realidad muchos ciudadanos se han vuelto presas del miedo, han cambiado hábitos y se refugian detrás de cuatro paredes. Cuernavaca fue por muchos años conocida por su tranquilidad y por su vida nocturna, pero hoy no queda nada de eso: la capital está evaluada como una de las ciudades donde la gente siente más temor de salir a la calle a pesar de que estadísticamente está lejos de ser de las metrópolis más inseguras de México.

Esa circunstancia afecta todo: al tener miedo la gente deja de confiar en sus autoridades, no denuncia, no participa en programas oficiales, desconfía de sus gobernantes y culpa a los gobiernos. Y todo lo anterior pega a la economía: los negocios pierden dinero, muchos cierran y el precio de las propiedades baja.

A un año de la elección la percepción de inseguridad en Morelos no ha cambiado a pesar de que tanto la secretaría como la fiscalía estatal han hecho un buen trabajo. La simulación de los titulares anteriores de ambas dependencias se suplió por coordinación, trabajos de inteligencia, investigaciones y operativos conjunto entre ambas autoridades con apoyo de fuerzas federales.

Nunca en la historia de Morelos se desmanteló un narcolaboratorio como el que recientemente se destruyó en Huitzilac, tampoco hubo tantas capturas de generadores de violencia, ni desarticulación de células criminales. El problema es que los grupos criminales reaccionan, generan miedo y esto hace que el avance institucional no se note.

Si la percepción sobre seguridad no mejora, nada de lo que haga la gobernadora en su administración va a trascender.

·         posdata

Morelos es un estado donde desde hace treinta años la inseguridad y el miedo son el principal clamor ciudadano; la percepción pública ha incidido de manera directa en la imagen de los gobiernos anteriores y no será la excepción en el gobierno de Margarita González Saravia.

Las últimas encuestas sobre Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) colocan a Morelos en los primeros sitios nacionales en percepción de inseguridad.

Esta abrumadora preocupación colectiva obliga a la gobernadora a dedicar gran parte de los recursos del estado y de su capital político personal a un tema que ha rebasado a sus antecesores y podría hacer naufragar a su gobierno.

 A cien días de gobierno Margarita González Saravia gozaba de una aprobación general del 64%, pero solo el 7% opinaba que la seguridad había mejorado, el 24% decía que estaba peor que antes y el 12% que estábamos mucho peor.

Si la percepción de miedo se mantiene, el margen de maniobra social y política de la gobernadora se irá reduciendo paulatinamente, porque estaremos ante una idea de “crisis permanente” que se magnifica cada vez que ocurren delitos de alto impacto, como el último colgado en la frontera de Cuernavaca y Temixco.

Elevar el salario de los policías, comprar patrullas y lanzar programas de atención inmediata como el Código Violeta son buenas acciones, pero insuficientes si no se socializan adecuadamente.

El miedo como sensación de inseguridad funciona como un termómetro político que condiciona la legitimidad del gobernante en un estado donde más de 8 de cada 10 personas viven con temor y cada retroceso en materia de seguridad se convierte en una mayor exigencia ciudadana.

Cualquier acción y resultado operativo en la materia se debe acompañar de una comunicación oportuna, transparente, que permita que otros logros de la agenda social sean bien percibidos, para que el clima de zozobra se mitigue.

Si la percepción sobre seguridad no mejora, el resto del esfuerzo institucional no se apreciará como se debe.

·         nota

La captura de “El Belicón” derivó en la manifestación de una treintena de personas que cerraron vialidades de la zona norte de Cuernavaca y provocaron un severo caos vehicular por varias horas en gran parte de la capital.

Los inconformes exigían la inmediata liberación del detenido, decían que su vecino era un hombre de bien, un expolicía que había sido aprehendido con lujo de violencia.

Las autoridades confirmaron que Adrián Rivas Millán había sido detenido en posesión de un arma de fuego de uso exclusivo del ejército, dosis de fentanilo y cristal, así como una camioneta remarcada.

El operativo desplegado para su captura fue espectacular: hubo elementos del Ejército Mexicano, de Guardia Nacional, Policía Morelos y el helicóptero estatal. Con semejante despliegue de fuerza sería terrible que todo se tratara de un error, porque ello pondría en tela de juicio las labores de inteligencia de la policía y dejaría en ridículo a todas las autoridades que participaron.

El intento de familiares y amigos de El Belicón para que lo liberaran, bloqueando calles y tratando de generar inestabilidad social fue fallido; sí el gobierno reaccionara a este tipo de presiones sentaría un precedente terrible, porque cualquiera podría seguir el mismo camino y estaríamos ante un cuento de nunca acabar.

Personalmente no tengo elementos para opinar sobre la culpabilidad o inocencia del Belicón, pero por la manera como actuaron las autoridades, queda claro que se trata de un objetivo prioritario, porque no por cualquier delincuente se mueven tantas instituciones y personas.

·         post it

El fiscal Edgar Maldonado confirmó que la investigación en contra del exgobernador Cuauhtémoc Blanco continua y afirma que se analiza si en algún momento se manipularon los peritajes.

La denuncia por violación en contra del futbolista es un tema grave, pero igual de grave son los señalamientos por actos de corrupción hechos contra funcionarios de su administración, esos que hoy presumen que ya llegaron a un buen acuerdo con quien toma las decisiones en palacio.

¿Será por eso que la Fiscalía Anticorrupción guarda silencio?

·         redes sociales

Hoy la inseguridad se combate con labores de inteligencia, investigación y detenciones. Con Graco se combatía a tuitazos.

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