Secreto a voces - La revolución indigenista en Bolivia (1)

En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz

Secreto a voces - La revolución indigenista en Bolivia (1)

Hasta aquí hemos presentado un estudio sobre la revolución pacífica venezolana, en el marco de un fenómeno latinoamericano que hemos identificado como un ciclo de revoluciones igualitarias o justicieras pacíficas. Cada una tiene su propia lógica. La primera de ellas, fue la que el propio Hugo Chávez bautizó como la Revolución Socialista del Siglo XXI. Inspirada en una combinación de la filosofía marxista y de la experiencia latinoamericana simbolizada en el Libertador Simón Bolivar. La revolución venezolana se inscribe en la tradición de las revoluciones que apuntan hacia el progreso vía la industria, bajo control estatal como palanca activadora de la igualdad social.

Nos trasladaremos, ahora, a un escenario que se ubica en la región andina, a Bolivia. Por región andina entendemos a las naciones y sus poblaciones que se ubican en las montañas andinas, en Los Andes, del subcontinente latinoamericano. Entre ellas se encuentra Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. El 23 de mayo de 1969 se suscribe el Acuerdo de Cartagena, en Cartagena Colombia, mediante el cual se integra la Comunidad Andina de Naciones (CAN) que se compone por aproximadamente 115 millones de habitantes. Existen algunas otras naciones que se consideran también parte de la región andina, pero no cuentan con las características culturales y geográficas de las ya mencionadas. Entre las que reclaman un espacio o lugar como andinas se menciona a Venezuela, Chile y Argentina, aunque tienen acuerdos con el CAN.

Vamos a presentar durante las futuras entregas (combinado sólo ocasionalmente con temáticas destacadas de la actualidad latinoamericana) a la revolución indigenista boliviana que es la característica de esta revolución pacífica encabezada por Evo Morales. Este suceso nos obliga a remontarnos al análisis de algunos factores que han ocasionado la aparición de un sujeto que históricamente, desde la conquista para ser más precisos hasta nuestros días, había sido marginado, excluido y visto por la oligarquía como innecesario tanto en la colonia como después de la constitución de las sociedades postindependientes. Innecesario desde el punto de vista subjetivo, como una manera de ocultar la realidad: la explotación y opresión del indígena.

Porfirio Díaz Machicao, historiador y poeta boliviano, se refiere así a la población indígena de su país, Bolivia: “indio bárbaro, indio canalla, víbora maldita, sierpe inmunda, indio cerdo, indio puerco…” (p. 51) (Ver, Reinaga, Fausto. (2010). La revolución india. Ed. Fausto Reinaga, Bolivia). José María Salinas, también catedrático y que junto con Machicao eran parte de la Real Academia de la Historia, académicos ambos, decía del indio: "... El indio es un sujeto perverso, sádico, tumultuario, falto de valor, bestia inmunda, víbora maldita, sierpe; bestia mala, fea...” Agrega que nunca se le debe permitir el ingreso a la universidad porque se trata de un sujeto cruel, un borrachín.

Esta mirada acerca del pensamiento oligárquico boliviano que viene de eruditos surgidos de la academia boliviana, de las universidades de aquella nación, la ubica Fausto Reinaga en el contexto de una radical crítica a la función antihumanista que en los países latinoamericanos y caribeños se ha infiltrado a las aulas universitarias, en uno de los capítulos que dedica a los jóvenes. La crítica que hace Reinaga se dirige al papel de formadores de profesionistas que terminan por ocupar puestos dentro de la administración pública, la industria, como asesores políticos, fundadores de partidos, pero finalmente marcados por un sesgo inhumano, racista para decirlo claramente, hasta el tuétano.

Contrario a la indignante visión de los oligarcas latinoamericanos con respecto a la población indígena, y de manera particular con respecto a la oligarquía boliviana, dentro del seno de la comunidad india han surgido filósofos, historiadores, antropólogos, latinoamericanistas, pero sobre todo mujeres y hombres que miran en el indio como un sujeto de la historia y no en meros depositarios de injurias, maledicencias, ataques y burlas de los oligarcas. Miserables que, como dice Fausto Reinaga, han creado su riqueza y montañas como el cerro del Potosí, pero con huesos de los indígenas vilmente explotados en las entrañas de las minas bolivianas.

Dice Reinaga, uno de los teóricos más importantes del indianismo, que “… La crisis de occidente la crisis del mundo blanco, repercute en Bolivia, con singular gravedad; porque este país, más que cualquier otro de América y del mundo, tiene una sui géneris composición y naturaleza: quinientos mil blancos-mestizos, esclavizan a cuatro millones de indios. Los indios son una nación, un pueblo, una raza y una cultura, cultura milenariamente enraizada en el cosmos; en tanto que el cholaje mestizo es una Nación en larva, abstracta, ficta. Una sub-raza y una superestructura importada que flotan sobre la Nación india, como las nubes en el cielo” (Reinaga F. (2010). La Revolución India, pág. 63).

El empoderamiento del indio que reclama Reinaga, tiene su contexto teórico-filosófico en el que se inscribe su trabajo. Los cinco filósofos, historiadores, sociólogos y luchadores sociales más conocidos y quienes han rescatado la trascendencia histórica de los indígenas en la región andina son sin duda, desde el siglo XX hasta la actualidad: José Carlos Mariátegui (Perú), Anibal Quijano (Perú), Fausto Reinaga (Bolivia), Felipe Quispe (Bolivia) y Evo Morales (Bolivia). Está también la experiencia del EZLN en México, pero en la medida en que no es parte de la región andina ni de Bolivia, retomaremos su experiencia cuando abordemos la Revolución de las conciencias, de AMLO.

La aportación de Mariategui, su originalidad, está en no repetir la doctrina marxista (rectificada a tiempo por los pensadores marxistas, pero luego mal entendida y difundida por el estalinismo) de que las naciones menos evolucionadas deberían verse en el espejo de las naciones desarrolladas porque ese debería ser el camino a seguir. Para el pensador peruano, el problema de la justicia y la igualdad para la mayoría de la población indígena peruana no estaba en repetir aquel tortuoso camino sino en resolver el problema de la tierra, de terminar con la oligarquía latifundista. No había entre el comunitarismo preamericano y el socialismo más distancia ni etapas por las cuáles transitar (Ver los Siete ensayos de interpretación sobre la realidad peruana y el ensayo de Samuel Sosa Furentes: “La vigencia del pensamiento de José Carlos Mariátegui en un mundo global: identidad, cultura y nación en América Latina”.

Anibal Quijano, en su Colonialidad del Poder, expone que a diferencia de lo que ocurría en los países capitalistas de Europa Occidental y luego en Estados Unidos (el heredero del colonialismo europeo en Latinoamérica y el mundo, de acuerdo a Bolivar Echeverría) las sociedades que conformaron la periferia colonial se conformaron sobre el principio de la raza, en donde las jerarquías sociales se determinaron a partir de la supremacía de la población cuyo color de piel era el blanco. En niveles inferiores a la población de tez blanca quedaron todos los otros segmentos de la población, incluida la población criolla y luego la mestiza, ya no digamos indios y afrolatinoamericanos y afrocaribeños, mulatos, entre otras minorías sociales.

Aunque no se trata de un pensador andino, es importante mencionar a un autor mexicano porque ayuda a comprender la relfexión indígena andino boliviano. Se trata del sociólogo mexicano Pablo González Casanora y de su obra sobre El colonialismo interior. Dice el profesor González Casanova, que la independencia permitió liberar a las naciones del yugo colonial, pero el poder emanado de la lucha anticolonial quedó en manos de una élite mestiza que finalmente tomó el control del Estado. Ese poder se ejerce contra la comunidad indígena más o menos bajo los mismos criterios que lo hacían los representantes de la colonia.

Lo que nos interesa es ahora avocarnos al pensamiento de Fausto Reinaga, Felipe Quispe y Evo Morales, inspiradores y actores de la revolución indigenista pacífica en Bolivia, pero que abordaremos en la próxima entrega.