Árbol inmóvil - Estela literaria
En opinión de Juan Lagunas
La mácula se vuelve casi perenne (en la rehechura). En el opúsculo “El dinosaurio”, Augusto Monterroso relata:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Se trata de siete palabras. En éstas, el autor compendia una lasca del universo (tras la entropía). Tiene tres signos de puntuación: un punto implícito (que no se divisa), una coma y un punto final. Cada uno de los vocablos posee sílaba tónica. Sólo tres, acento ortográfico. Hay tres diptongos. Un hiato. Además, un verbo conjugado en copretérito: “estaba”, que es un utensilio vital dentro de este género literario: narración lacónica, por antonomasia, de hechos imaginarios. El artificio y sus pretensiones.
El cuentista elaboró otros trabajos; empero, hasta el final de su existencia, se le asoció con ése. Incluso, en algunas entrevistas, le insistían…
¿Por qué sucede esto? Otro ejemplo: Julio Cortázar y Rayuela. Miguel de Cervantes y Don Quijote. La lista se extiende, a medida que la reminiscencia se adhiere a la intempestiva sucesión del signo escrito (sobre “el paisaje del desamparo”, dijera Octavio Paz).
¿Alguien se sintió un escarabajo, tras una pesadilla? Por ende, hemos sido parte de los argumentos esgrimidos por Kafka, en Metamorfosis. ¿Y Cartas al padre? Cuando leí esta obra, hipé sin cesar durante un periplo (sin carta esférica) de dos días. El lamento fue tal, que la depresión se acentuó en el alma…
Otrosí, y retornando a “El manco de Lepanto”, la figura del triste caballero no puede evadirse. Después de la Biblia, es el libro más editado y transcrito de la historia. Un tratado espléndido, que desmitificó la tradición caballeresca.
Goethe también entra en la taxonomía descrita, con Fausto. Ésta enarbola una tragedia (publicada en dos partes: 1808 y 1832).
No podía faltar, en esta aventura de invocaciones al azar (sin apego a una cronología estricta), Crimen y castigo, de Dostoievski. La novela es considerada como “maestra”, por la majestuosidad de su estructura; engloba un análisis psicológico inédito. ¿Dónde dejamos a El jugador? Acá, se da cuenta de la adicción del hombre; en este caso, al juego de la ruleta.
En contraste, otros escritores sí lograron superar la valla del estigma. Verbigracia: Stefan Zweig: María Estuardo, María Antonieta… Alguien no estuvo de acuerdo (en el camino de la inexistencia). Entonces, oteó el supuesto signo distintivo en Fouché. No comparto esa visión.
En suma, ¿por qué algunos autores se reconocen a partir de una de sus elucubraciones? En gran medida, por la esencia; sin embargo, la responsabilidad del lector es instaurar la mirada de horizonte, a la que se refirió Ricardo Güiraldes en Don segundo sombra (novela rural argentina, donde se evoca al gaucho como un personaje proverbial; es decir, “sombra”, en un timbre elegíaco).
MUERTE INTERMINABLE
José Gorostiza, en “Muerte sin fin”, expone:
Harto de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga,
mentido acaso
por su radiante atmósfera de luces
que oculta mi conciencia derramada,
mis alas rotas en esquirlas de aire,
mi torpe andar a tientas por el lodo;
El bardo da razón de la mazmorra osteológica: el cuerpo. Estamos presos en él. Los ojos, brazos, manos, cabello y demás son elementos de la ergástula no sempiterna. A la vez, el ser está vacío en la nube oscura de luz.
Y sigue:
lleno de mí —ahíto— me descubro
en la imagen atónita del agua,
que tan sólo es un tumbo inmarcesible,
un desplome de ángeles caídos
a la delicia intacta de su peso,
que nada tiene
sino la cara en blanco
hundida a medias, ya, como una risa agónica,
en las tenues holandas de la nube
y en los funestos cánticos del mar
—más resabio de sal o albor de cúmulo
que sola prisa de acosada espuma.
El hartazgo acentúa la caída del agua sobre los árboles, durante una lluvia inacabable, que inunda el llanto.
ZALEMAS
El Rapto vendrá… El orbe es vano. (¿Hasta el siguiente jueves?).