Punto Kairo - Aprendizaje basado en proyectos

En opinión de Juan Salvador Nambo

Punto Kairo - Aprendizaje basado en proyectos

El sábado pasado Sergio Tobón Tobón, reconocido académico colombiano y asesor de la Secretaría de Educación Pública en nuestro país, ofreció una conferencia en la Normal Superior del Estado en el que nos adelantó algo que los especialistas conocían bien respecto a los planes de estudio de la Nueva Escuela Mexicana: el trabajo por proyectos se consolida como la forma de enseñanza por excelencia en la educación básica.

El especialista señala que se tratan de proyecto interdisciplinarios que cuentan con cuatro requisitos indispensables: 1. Procesos de aprendizaje (con base en el currículo establecido). 2. Resolución de un problema de la comunidad (potencialmente significativo). 3. Articulación de disciplinas (a partir de un producto central). 4. Actividades articuladas (complementadas entre sí).

Dicha forma de trabajo se venía realizando desde hace más de dos décadas en Latinoamérica, no obstante cuenta con matices específicos que permitan formar a los niños y jóvenes de México acorde a la sociedad del conocimiento.

El trabajo por proyectos tiene su origen en la enseñanza agrícola en Estados Unidos de América, en donde se inició el método de proyecto por Kilpatrick (citado por Tobón, 2006). El método de proyecto de Kilpatrick describe la motivación del estudiante como la característica fundamental y se observan como un proceso dinámico para lograr el aprendizaje mediante el desarrollo de actividades con sentido real para los estudiantes. En este sentido, Katz & Chard (1989) mencionan que este tipo de aprendizaje motiva a los alumnos a aprender, ya que la selección del proyecto es responsabilidad del alumno y es acorde a sus temas de interés o prioridades en sus vidas.

La pandemia permitió la universalización de dicha forma de enseñanza a partir de diversas plataformas virtuales de aprendizaje que implicaba conocer lo que hasta ese momento se reconocía como educación  por  competencia. Dichas plataformas  avanzaban  de  tal manera que, a nivel Iberoamérica, México es el mayor productor de cursos en línea (Tobón  et  ál.,  2018),  cursos  cuyos  docentes,  denominados  facilitadores  o  asesores virtuales incluyen el uso de las redes sociales, simuladores, juegos digitales, podcast, editores de video, entre otros.

Darle la espalda al trabajo de este tipo sería lo más incongruente, así que no causa ninguna sorpresa la decisión que aún sigue a debate en el ámbito político.  En  definitiva,  como  lo  señala  Martín-Cabello: “la ciudadanía global aparece como un recurso retórico importante entre las instituciones  globales  e  incluso  entre  la  ciudadanía,  que  compra  la  idea  de  ser  un ciudadano del mundo” (2017, p. 12).

El proceso para aplicar un proyecto implica el desarrollo de tres fases: Fase 1. Dinamización. Sensibilización a los estudiantes sobre los proyectos formativos y su relación con la enseñanza y planeación. Fase 2. Desarrollo. Se toma una secuencia didáctica en el área curricular de interés, procurando los intereses de los estudiantes. Fase 3. Socialización y evaluación.

De esta manera, la formación de docentes tendría que acercarse a las necesidades que ya se visibilizaban durante la pandemia. Al respecto, Barber  y  Mourshed(2008)  afirman  que  las  experiencias  de  éxito  de  25  sistemas educativos  resaltan  tres  puntos  por  atender  e  incidir  en  su  desempeño  de  manera positiva:  conseguir  a  las  personas  más  aptas  para  ejercer  la  docencia;  desarrollarlas hasta convertirlas en instructores eficientes; y garantizar que el sistema sea capaz de brindar  la  mejor  instrucción  posible. 

Esto  sigue  valorándose  en  México,  donde  la enseñanza de las ciencias, por ejemplo, sigue siendo un reto en todos sus niveles. Los docentes encargados de la enseñanza de las ciencias en México cuentan con un perfil distinto al de los profesores normalistas, pero que se va construyendo bajo una perspectiva enriquecida con los saberes de la experiencia y que sitúa al docente como voz autorizada de la sociedad del conocimiento. Estudiantes y profesores de la Maestría en Enseñanza de las Ciencias (MEC) de la Universidad Politécnica del Estado de Morelos (Upemor), han desarrollado un trabajo importante para la formación de docentes que se encargan de la vocación científica, principalmente en secundarias y escuelas de nivel medio superior.

Ante dicha situación las secuencias de enseñanza-aprendizaje se convierten en una herramienta  indispensable  tanto  para  el  trabajo  presencial  como  a  través  de  las plataformas virtuales de aprendizaje. Secuencias que tendrían que pasar por una evaluación crítica de la metodología de las secuencias didácticas en todas las instituciones formadoras de docentes, ya que siguen careciendo de abordajes  de  problemas  reales  del  contexto.  Esto  es  común  en muchas propuestas de secuencias didácticas, que, aunque pretenden ser significativas, se quedan en el abordaje de preguntas conceptuales.

En el estudio Nambo de los Santos, J. S. (2021). Proyectos formativos: una alternativa didáctica en entorno virtual para la enseñanza de las ciencias en México. Vivat Academia. Revista de Comunicación, 154, 53–69. https://doi.org/10.15178/va.2021.154.e1374, se muestra la forma cómo se aplica dicha metodología, la cual permitió a los estudiantes de la MEC-Upemor  mayor  autonomía  y  menos  estrés,  ya  que  había más  claridad  de  lo  que  se  pretendía  lograr  y  de  la  manera  como  se  articulaban  las evidencias tanto de la Maestría como de sus clases de Ciencias.