¨Otis¨
En opinión de Mirna Zavala
No cabe duda que la fuerza de la naturaleza nos sigue dejando enseñanzas que de aprovecharse pueden ayudarnos en entender el sentido de la vida pública. Frente a la lucha de poder como juego entre los hombres, queda claro que el poder de los fenómenos naturales lo palidece y dimensiona la vulnerabilidad humana ante ellos.
La conducta de los habitantes de una ciudad o comunidad que sufren los desastres causados por un huracán como el que se presentó esta semana en el pacífico sur de la República, según los medios de información y seguro así es, es de temor, de preocupación, de impotencia, de espiritualidad, pero sobre todo en lo que hace a la vista de los destrozos: de solidaridad. Y esta rebasa, en lo doméstico, la generalmente mezquina conducta de políticos opositores sean gobierno o no. Y es que fenómenos de esta naturaleza en tiempos electorales desgraciadamente son utilizados como estrategia para denostar a quien gobierna. Sin embargo, existe en el alma del pueblo mexicano fuerzas espirituales que motivan a la ayuda solidaria para con las familias afectadas. No será de otra manera en esta ocasión: por un lado, el espectáculo mezquino de políticos que miran sus intereses personales (que estratégicamente los dejan de lado para aparecer como “solidarios” porque les puede dejar rentabilidad electoral); y por el otro, la muestra, ya probada, de genuina solidaridad humana de los ciudadanos que cierran filas con los necesitados y afectados.
Otra enseñanza tiene que ver con las limitaciones tecnológicas que, aún con todo su desarrollo, no fueron suficientes para mantener su cualidad de moderna. La destrucción de los sistemas materiales de información y comunicación tendrán que remontar, sin duda de manera pronta, los retos de reconstruirlos para continuar con su prestación de servicios.
Una última, la complicada construcción de consensos para el bien entre las fuerzas políticas, sobre todo opositoras, y salvo los casos en los que tienen responsabilidades de gobierno y se encuentran obligados por la corresponsabilidad institucional en términos de sus obligaciones.
Con todo, sinceramente creo que es posible avanzar en conjunción de esfuerzos en aras de un interés común: el bien público, que debe resurgir como efectiva posibilidad de desarrollo humano. Y que en casos como el de fenómenos naturales posibilitan gran oportunidad. Nos acercamos a nuestra celebración de Día de Muertos.