Oriundez y arraigo

En opinión de Juan Salgado Brito

Oriundez y arraigo

Ahora que candidatas y candidatos a cargos diversos de elección popular están en la mira ciudadana para analizar y contrastar sus ideas, propuestas, perfiles y personalidades, sería conveniente también que las y los votantes sepan además sobre la oriundez y arraigo de quienes aspiran a gobernarnos o representarnos como Ediles y como legisladores, más aún cuando algunos  de estos candidatos son cuestionados por su falta de arraigo y peor aún por su desconocimiento de la gente y de la problemática del municipio o distrito que pretenden gobernar o representar; concretamente por ser extraños y ajenos a la ciudadanía de quien esperan su apoyo y sus votos.

La oriundez es el ser originario de un lugar, haber nacido allí, sustentar su procedencia con hechos y actos que acrediten el conocimiento de su comunidad hacia la persona y de la persona hacia su comunidad como nacido en ese lugar. El arraigo es el acto y la consecuencia de arraigar: afincarse de modo permanente, afianzarse, ganar firmeza y echar raíces. Estas definiciones del diccionario nos hacen ver que serían condiciones indispensables para que la población conozca a los candidatos y crea en ellos como sabedores de la realidad que viven los vecinos, los problemas que enfrentan y algo muy importante es que del conocimiento mutuo que se tengan sociedad y candidatos surgirá la confianza y credibilidad sobre los alcances para abordar y resolver problemas.  A la gente no se le puede engañar ni con la oriundez, ni con el arraigo de una persona, a riesgo de pasar y exhibirlo como mentiroso, farsante o simulador.

A un Municipio a un Estado o a una Comunidad con su gente, entre más se le conoce, más se le quiere y entre más se le quiere mejor se le sirve, por eso es inconcebible que quien es ajeno al Estado, al Municipio o a la Comunidad tenga el conocimiento y el cariño imprescindibles para sentir y vibrar con los problemas, las esperanzas y los sufrimientos de la población, no hay sentido de solidaridad, de compromiso social y lo que si hay al parecer en algunos es una ambición vulgar de poder y de dinero que pretenden satisfacer desde un cargo público y a costa de engañar a la ciudadanía.