Observador político - Una farsa de unidad en el Congreso con sus intereses ocultos
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
En el escenario político del Congreso de Morelos, una trama sui géneris se despliega, revelando un tejido de alianzas y divisiones dentro del tablero de poder donde emergen dos bloques: el mayoritario, el G15, y otro minoritario compuesto por cinco integrantes. Sin embargo, más allá de las aparentes líneas de separación, los hilos que unen y separan a estos grupos exponen un juego político perverso maquinado con astucia.
LOS INTERESES DE LOS 15 DIPUTADOS.- El G15, amalgama aparentemente fuerzas opositoras que abarca al: PAN, PRI y MC que se distingue por su diversidad ideológica. No obstante, su complejidad se extiende incluso a sus miembros inscritos en la 4T, que bajo la bandera de Morena y el PT, sorprendentemente se alinean a sus objetivos. Esta paradójica alianza de conveniencia revela que las prioridades partidistas y personales han eclipsado el propósito original de representar a la ciudadanía.
Sobre todo, tras el anuncio de Pancho Sánchez Zavala de no perpetuarse como presidente de la Mesa Directiva marca un desvió en esta trama; empero, la falta de consenso para nombrar a los líderes de los órganos de dirección exhibe una trama más compleja; esta división aparente es, en realidad, una estrategia conveniente para el G15, quienes permiten que el flujo de recursos económicos de la representación del PAN continúe beneficiándolos.
Es decir, la distribución opaca de un presupuesto de 480 millones de pesos bajo el control del PAN refleja el juego de intereses partidistas, mientras las voces de la verdadera mayoría, como Morena, quedan en segundo plano para salvaguardar las ambiciones de la dirigencia encabezada por Ulises Bravo Molina.
El acuerdo encubierto entre los 15 actores políticos se torna evidente, demostrando una realidad en la que las decisiones ya han sido tomadas tras bambalinas; a pesar de ello, el PAN sigue en la posición de controlar los 480 millones de pesos, una cifra que alcanzaría la asombrosa suma de mil 440 millones de pesos en tres años. Mientras tanto, otros partidos como el PRI, MC, PT, y Nueva Alianza, participan en esta danza de recursos multimillonarios sin cuestionar la falta de transparencia que caracteriza al proceso legislativo.
Detrás de esta escenificación, está la figura de Agustín Alonso Gutiérrez quien tras una severa persecución contra América López, logró mantener el control de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (ESAF) ejerciendo con ello una influencia determinante; este entramado se traduce en acuerdos preestablecidos que, en las vísperas de los procesos internos para elección de candidaturas, se tornan instrumentos para el beneficio personal.
Además, el aprovechamiento de recursos públicos para fines particulares y la utilización del aparato oficial en la consecución de objetivos personales distorsiona la función pública y mancha la integridad del proceso democrático.
El juego político se enreda aún más cuando se considera la posibilidad de que algunos de estos actores se conviertan en candidatos de representación popular; a diferencia de otros, quienes se ven obligados a renunciar para enfocarse en sus campañas, el G15 ostenta un poder que les permite cobrar y hacer campaña simultáneamente; esta prerrogativa, aunque ilógica a simple vista, encapsula la esencia de su control y manipulación del sistema.
En última instancia, el Congreso de Morelos se erige como un escenario en el que las apariencias engañan y las alianzas fluctúan conforme a intereses pragmáticos; la batalla entre el poder del G15 y la genuina representación de la ciudadanía revela la necesidad de una reevaluación crítica de los mecanismos democráticos y de la verdadera voz del pueblo que a menudo queda ahogada por las maquinaciones partidistas.
DIVISIÓN DE MORENA; DISTRACCIÓN QUE BENEFICIA A LA OPOSICIÓN.- El dicho DE "divide y vencerás" suena más actual que nunca, y es en el corazón de Morena donde esta estrategia parece haber encontrado un terreno fértil, sobre todo porque los diputados de oposición han logrado tejer una red de desunión entre los legisladores de Movimiento de Regeneración Nacional, y esto ha sido posible sin que los líderes nacionales y estatales, Mario Delgado y Ulises Bravo, puedan apaciguar la crisis.
Mientras se alzan voces pidiendo la expulsión de figuras como Alejandro Martínez Bermúdez, Paola Cruz Torres, Macrina Vallejo y Alberto Sánchez, por actos que rozan la traición, la Comisión de Honor y Justicia de Morena ha permanecido inexplicablemente inerte.
Este juego de intereses y disidencias ha erosionado la cohesión que debería caracterizar a la bancada de Morena, y esta fragmentación solo consolida el poder del Partido Acción Nacional (PAN), permitiéndole mantener el liderazgo en la Mesa Directiva a través del diputado Francisco Erick Sánchez Zavala, que anunció ya no sacrificarse en el tercer y último año legislativo.
En esta confusión política, Alejandro Martínez Bermúdez persiste como presidente de la Junta Política y de Gobierno, no tanto por méritos propios sino por la ausencia de consensos dentro de su bancada; una decisión motivada por el miedo a lo desconocido, antes que por una apuesta en busca de lo verdaderamente efectivo.
Ahora, adentrándonos en el tercer y último año legislativo, el panorama es revelador ya que el G-15, un grupo de legisladores cuyo control es evidente, dominará los dictámenes de las reformas legales, y ni siquiera los nombramientos escaparán a su influencia. Un ejemplo claro es el proceso de designación de diez magistraturas del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), donde los rumores de sobornos millonarios amenazan con socavar la integridad de quienes deben administrar justicia.
En esta atmósfera turbia, el PAN se erige como una paradoja política; a pesar de ser la segunda fuerza, ostentará el control del Poder Legislativo, resultado de un año y medio de parálisis que afectó al Congreso; lo desconcertante es que este control no parece aguarse con el tiempo, ya que los lazos con la ESAF otorgan inmunidad política en un futuro, incluso en medio de un manejo financiero cuestionable. Parece que la impunidad sigue siendo la moneda de cambio en esta arena política.
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