Serpientes y escaleras - Segundo año

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Segundo año

Concluyó la etapa de aprendizaje, es hora de cumplir lo prometido.

 

Segundo año

Transcurrió ya el primer año desde que Claudia Sheinbaum y Margarita González Saravia asumieron sus respectivos gobiernos. El tiempo ha pasado rápido, tanto que pocos se han percatado que ha sido un trayecto en solitario, prácticamente sin oposición partidista. La ausencia de contrapesos ha permitido a ambas mandatarias gobernar con relativa calma política, aunque con el riesgo de autocomplacencia y falta de autocrítica. El segundo año será diferente.

Los gobernantes no eligen el entorno que los rodeará cuando ejercen el poder; muchas veces lo imaginan, en algunos casos tratan de construir esos escenarios, pero muy pocas veces se acercan a la realidad, porque esta deriva de situaciones que están más allá de su control, que emanan de situaciones del pasado, ocurren de manera coyuntural o surgen de hechos y circunstancias aleatorias. Como diría Dante Delgado: la política no es, va siendo.

En Morelos el primer año de gobierno de Margarita González Saravia no ha sido sencillo y eso todos lo saben; el recuento de acciones y logros de estos primeros doce meses muestra una administración que avanza, que tiene claros los puntos que quiere presionar y conoce el destino hacia donde pretende llevar al estado.

La gobernadora ha demostrado fuerza al trabajar y firmeza para tomar decisiones, hablamos de una mujer comprometida con la idea de transformar al estado, ayudar a los más necesitados e impulsar el cambio que miles de ciudadanos le han pedido a lo largo de los últimos años.

La tarea no es sencilla, ni tampoco es algo que se logrará rápido, porque hablamos de una historia escrita a lo largo de décadas, de vicios muy arraigados, complicidades enormes y tradiciones que se han vuelto ley. Cambiar eso no se conseguirá en un sexenio. Pero hay que dar el primer paso.

Escuchar el primer informe de gobierno de Margarita González Saravia dejó un buen sabor de boca, aunque también la sensación de que, con una mujer con su visión, su capacidad y sus valores, Morelos puede lograr más. Ese día la mandataria se veía seria, pensativa, quizá hasta distraída luego del evento del día anterior con la presidenta Claudia Sheinbaum, cuando un grupo de manifestantes que burlaron la seguridad y rompieron el protocolo las hicieron pasar un mal rato.

El gabinete también se veía tenso el día del informe: nerviosos, quizá temerosos de que dentro del mensaje la jefa anunciara cambios repentinos como el que unos días antes se llevó a cabo en el IEBEM y sobre el cuál hasta ahora nadie tiene claridad del motivo. Pero no hubo nada de eso: la gobernadora leyó su informe y lo concluyó sin anuncios sorpresa.

Como en el entorno político estatal, al interior del gabinete hay calma chicha, una situación que más que provocar paz, tiene nerviosos a muchos porque saben que en un estado como Morelos esa situación no dura. El estado se encuentra en este momento en un punto de cierta quietud, con una sociedad expectante y un año a punto de concluir. Nada es tan incierto como la paz antes de la tormenta.

A pesar del escenario aparentemente cómodo, la gobernadora tiene claro que el panorama para su segundo año no es sencillo: la inseguridad, la violencia, la crisis económica y los escándalos de corrupción son nubarrones en el horizonte, señales de alerta sobre situaciones que pueden explotar en cualquier momento y desde cualquier lugar. Es algo que ocurre siempre, que no es nuevo ni exclusivo de esta administración; así es el ejercicio de poder.

Hablamos de una administración que ha tenido que navegar entre expectativas muy altas y resultados modestos; no se trata del gobierno de Cuauhtémoc Blanco sobre el cual nadie esperaba nada, nada de eso, estamos frente al régimen de una mujer a quienes muchos conocen, sobre la que muchos tenemos altas expectativas y quien todavía despierta esperanza.

Margarita González Saravia llegó al poder con el respaldo de un partido político fuerte y una imagen de sencillez y serenidad que casi de inmediato despertó empatía; el problema es que la realidad del estado le impuso un ritmo distinto: la violencia, la inseguridad, la crisis económica y los conflictos políticos la han obligado a moverse en un ambiente que no es el suyo, con un discurso que no le gusta.

El segundo año será diferente porque habrá pasado el momento del aprendizaje y estaremos en un punto decisivo en el rumbo de su administración, porque lo que se haga en este periodo marcará la tendencia respecto a lo que la gente sentirá y palpará a la mitad del camino, cuando nuevamente se instalen las urnas para votar.

Atrás queda el tiempo de las excusas, de las justificaciones en el pasado y las promesas; el segundo año es el punto donde deberemos comenzar a vivir los cambios de régimen, la consolidación de un proyecto y la transformación prometida. El punto más importante de todos en este momento es sin duda alguna la seguridad.

En esta etapa se vuelve urgente afinar la estrategia de gobierno, estableciendo prioridades claras y perfeccionando las líneas de comunicación para que los ciudadanos entiendan lo que hace su gobierno y que sean esas líneas informativas las que marquen la narrativa y no las que queden por debajo de las coyunturas. Hasta hoy lo que más impacta en la percepción pública es la inseguridad y todo lo que de ello deriva.

El reto para la gobernadora Margarita González Saravia en este segundo año de gobierno es convertir ideas en resultados, pasar del discurso a la evidencia, de la promesa al hecho. Los morelenses necesitan ver señales claras de avance en materia de seguridad, empleo, inversión, transparencia y combate a la corrupción. Solo de esa manera la gobernadora podrá consolidar su liderazgo y fortalecer su relación con la sociedad más allá de un respaldo partidista.

El primer año fue de acomodo, el segundo será de definición. Ahora es cuando Margarita González Saravia debe comenzar a gobernar.

·         posdata

La próxima elección de Cuernavaca tendrá variables interesantes. Veamos algunas:

El primer dato es que el PAN arranca con ventaja porque es el partido que gobierna; Morena es la primera fuerza electoral, pero depende del voto de sus aliados para conseguir la victoria.

En Acción Nacional hay un candidato prácticamente definido: Daniel Martínez Terrazas y dos figuras que podrían complementar la boleta electoral capitalina: el actual alcalde José Luis Urióstegui y la diputada local Andrea Gordillo.

Morena tiene muchos aspirantes, mujeres y hombres, pero ninguno claramente determinado, ni totalmente al gusto del partido y/o la gobernadora. La figura mejor posicionada es el senador Víctor Mercado.

Andrea Gordillo parece no haber quitado el dedo del renglón: quiere competir por la alcaldía porque sabe que tiene un buen posicionamiento; se ha acercado a Movimiento Ciudadano y hecho guiños a Morena.

El PRI no tiene ninguna posibilidad de ganar por sí solo, pero la eventual participación de Lucía Meza como candidata a la alcaldía tricolor transformaría una elección de dos en una de tres.

“Lucía Meza le quita votos al PAN” dicen confiados en Morena, anticipando que la exsenadora pueda volver a enfrentarlos en las urnas. El argumento dice tener bases científicas, pero no las conozco. Mi duda es ¿Le quita votos al PAN o a Morena?

La excandidata a la gubernatura es muchas cosas, menos torpe; Lucía es una política profesional, de carrera, con experiencia, estructura, aliados y mucho dinero. Fácilmente puede construir un proyecto competitivo que la coloque en la pelea por la alcaldía. Y si ganara… cuidado en el 2030.

Del lado del PAN no hay sorpresas: si nada se les va de las manos, el candidato a la alcaldía será Daniel Martínez Terrazas y también colocarán en una posición cómoda al otro hermano, Adrián. José Luis Urióstegui y Andrea Gordillo competirían al congreso (local o federal) y tendrían dos posiciones más para quienes los hermanos quieran invitar.

En Morena la situación es mucho más compleja y comienza por ponerse de acuerdo para moverse, luego para elegir candidatos y después para armar una estrategia de campaña; sin duda son el partido mejor posicionado, pero también (y por lo mismo) el de más complejidad interna.  

En el caso de la 4T hay que sumar a las figuras que desde otros partidos tratarán de llegar y que, en caso de lograrlo, les quitarán su lugar a los morenistas de base. Los primeros en esta línea son los militantes del PT, luego los del Verde y al final los de Nueva Alianza, porque en ese orden es su peso político. Si Morena vuelve a romper con sus aliados, su triunfo en Cuernavaca se evaporará antes de que inicie el proceso electoral.

En el PRI, como se trata de un cascarón, cualquier cosa que quiera hacer la candidata lo podrá hacer, incluso armar un trabuco inverosímil, con ella a la cabeza, Rodrigo Gayosso compitiendo por un distrito local y Manuel Martínez Garrigos en otro. ¿Absurdo? Quizá, pero los tres saben hacer campaña y tienen estructura y recursos para hacerla en el 2027.

Después de muchos años de ver la manera como se mueven los partidos en Morelos, lo único que tengo claro es que en la política local cualquier cosa puede suceder y no hay ganadores ni perdedores absolutos.

·         nota

El golpeteo contra el jefe de la gubernatura no cesa. Los ataques en contra de Javier García aparecen desde diversos portales de redes sociales, muchos de ellos de manera anónima y en casi todos los casos enarbolando el mismo tema.

Obvio: Javier es el brazo derecho de la gobernadora y al pegarle a él, la golpean a ella. Nada distinto de lo que ha sucedido en el pasado con figuras que tuvieron el mismo rol que el hoy jefe de la gubernatura.

No hay manera de detener esta embestida. La mejor manera de proteger al funcionario es mejorando su imagen pública, haciéndolo más cercano a la gente.

Y eso no se logra desde los presídiums.

·         post it

El trabajo de seguridad es como la casa del jabonero. Y lo ocurrido la noche del lunes es un claro ejemplo de ello.

Lo que inició como un operativo de rutina, la revisión de un auto con presunto reporte de robo concluyó en desgracia cuando uno de los elementos disparó contra un joven que grababa los hechos.

No existe justificación frente al actuar del policía, ni manera de que se explique la muerte de una persona que se dirigía a trabajar y perdió la vida en un hecho que nunca debió haber ocurrido.

La historia es lamentable y las autoridades no pueden más que actuar conforme a la ley. Situaciones como esta son coyunturales y ajenas a la estrategia de pacificación, pero influyen de manera directa en la percepción de la gente respecto a nuestras policías.

·         redes sociales

Lo dijo la gobernadora: por el momento no habrá cambios en su gabinete. Sus funcionarios pueden respirar tranquilos.

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