Serpientes y escaleras - Gobernadora chingona

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Gobernadora chingona

Si cumple su promesa de honestidad y da resultados, Margarita pasará a la historia

 

Gobernadora chingona

El equipo de trabajo de la gobernadora está completo, al menos en su primer nivel. Las y los funcionarios que formarán parte del gabinete han sido dados a conocer y los nombres no están libres de polémica, porque para algunos se trata de un grupo que no está a la altura de las necesidades del estado, ni va en sincronía con la línea que ha marcado la jefa del ejecutivo. La confianza en Margarita González Saravia es mucho mayor que la que hay en sus colaboradores.

La empatía que ha logrado en estos meses la próxima titular del ejecutivo entre los ciudadanos es mucho mayor a la que logró como candidata en campaña; aunado al aura que le concede el cargo, la gobernadora está mostrando con trabajo que verdaderamente quiere generar un cambio positivo en el estado, empezando por la actitud y la manera de actuar de la clase gobernante.

“Nuestra forma de gobernar va a ser el diálogo, la apertura, la inclusión y la lucha, la lucha contra la corrupción en todos los niveles… como se los he dicho a los diputados: prefiero quedarme sola en mi posición que darle dinero a cualquier diputado por un voto. ¡No lo voy a hacer!”

Aunque el discurso de honestidad y combate a la corrupción es recurrente en todos los políticos, sin distingo de siglas partidistas, en este caso hablamos de una verdad que está engañando a propios y extraños, incluyendo a varios miembros del próximo gabinete que no acaban de entender que Margarita González Saravia está hablando en serio.

La confianza en quien en un par de semanas tomará las riendas del ejecutivo estatal está fundada en esperanza, más que en hechos, se trata de la reacción anímica de muchas personas que vemos en González Saravia una honestidad que no es común en la mayoría de los políticos que tenemos en la entidad.

De ninguna forma quiero decir que Margarita tenga más carisma hoy que cuando pedía el voto ciudadano o posea atributos sobrenaturales que le hayan surgido una vez que ganó la elección, me refiero a una conducta que ha captado la atención de muchos porque refleja congruencia, compromiso y sobre todo una decisión que no se había visto en ninguno de los gobernantes del último siglo.

La gobernadora no tiene el arrastre social de Andrés Manuel López Obrador, ni el carisma personal de Lauro Ortega Martínez, pero se mueve entre ambos perfiles, privilegiando el interés general, apostando por la honestidad institucional y resaltando los valores universales del humanismo para provocar un cambio. Su objetivo es simple, pero sumamente ambicioso: pasar a la historia como la mejor gobernante que ha tenido Morelos.

El suyo no será únicamente una administración de obras y acciones institucionales, como cualquier otra; la apuesta de la primera gobernadora de Morelos es transformar la forma de actuar de la clase política, cerrando paso a las prácticas comunes de corrupción, abuso, complicidades e impunidad que en conjunto han llevado a Morelos a uno de sus peores momentos de la historia.

Lo que destaca en González Saravia es la congruencia y esa no lo obtuvo ganando la elección, se trata de un valor personal que la ha acompañado a lo largo de su vida, que le ha caracterizado en cada uno de los espacios que ha ocupado y que le concede la calidad moral para alzar la voz y rechazar las componendas que son comunes y a veces obligatorias en la política.

Reitero: la confianza que está generando Margarita González Saravia es enorme y deriva de posturas firmes, como la expresada públicamente respecto al trato que tendrá con el poder legislativo. A la gobernadora no le da miedo fijar postura en temas que tradicionalmente han sido motivo de complicidad entre la clase gobernante, como las componendas entre poderes; ella va en sentido contrario y lo dice abiertamente “prefiero quedarme sola que darle dinero por un voto a los diputados”. ¡Chingón!

Si mantiene esa línea, la marcha de la próxima administración va a ser difícil, turbulenta, pero a la vuelta del tiempo benéfica para el estado. Hacer obra pública, impulsar programas sociales o generar acuerdos políticos está bien, pero es algo que todos los gobiernos pasados han hecho en mayor o menor medida. Lo que nadie se ha atrevido a intentar es cambiar la forma como se hace política, hacer de lado la corrupción como argumento primario de cualquier negociación y ponerle freno a la impunidad.

Hacia allá apuesta Margarita González Saravia y su camino no será nada sencillo, porque esa postura implica ir a contracorriente, romper paradigmas, eliminar el negocio que hoy representa la política y apostar por un cambio profundo que dignifique el servicio público y beneficie a la gente. Frente a esta decisión habrá muchas reticencias incluso dentro de su propio equipo, porque algunos entienden su participación en el gobierno como una oportunidad para enriquecerse rápidamente y desde ahora han comenzado a dar pasos en ese sentido.

La complicidad que deriva de la tolerancia mutua es una manera sencilla de conducirse en política, así ha ocurrido en los últimos gobiernos en donde unos y otros le meten la mano al presupuesto, roban, abusan de las instituciones, se hacen millonarios de la noche a la mañana y se perdonan mutuamente “porque así son las cosas”.

La gobernadora no quiere nada de eso, lo dice en privado y lo refrenda en público, lo demuestra con su actitud, con sus acciones y aunque no se ve así en la imagen que refleja su gabinete, confío que habrá firmeza de actuación cuando algunos de los integrantes del equipo cometan errores, abusen del poder, se beneficien del presupuesto o repliquen las viejas traiciones y prácticas del pasado. ¡Porque lo van a hacer!

Margarita González Saravia no es la heroína de una historia de acción, ni mucho menos será la princesa de un cuento de hadas; está lejos de ser un mesías o la salvadora de un estado en crisis. Pero sí es una mujer de convicciones, de ideas firmes, convencida de que el cambio que requiere Morelos comienza con la actitud de los funcionarios del gobierno y se predica con el ejemplo.

Margarita González Saravia está engañando a propios y extraños con la verdad, su discurso de honestidad y combate a la corrupción es real, aunque no lo crean muchos, incluidos varios integrantes de su equipo.

Si mantiene esa postura y la refleja en su gobierno, pasará a la historia como una gobernadora chingona.

·         posdata

A trece días de que inicie la nueva administración estatal las expectativas sobre el gobierno de Margarita González Saravia siguen creciendo, sobre todo por su discurso de combate a la corrupción y cero tolerancia a la impunidad.

El reto de la gobernadora es enorme y se nota en su rostro; quizá porque se acerca la hora de tomar las riendas del estado o porque poco a poco se va enterando de lo que recibirá, pero es semblante de la dama va cambiando.

Antes la luna de miel de los gobernadores era larga; se llama luna de miel al espacio que la sociedad otorga a las nuevas autoridades para que tomen las riendas de la administración y comiencen a dar resultados. En otros tiempos la paciencia ciudadana duraba un año completo, pero eso ya no ocurre ahora; en el mejor de los casos el bono electoral dura un trimestre.

No será la excepción en el caso del sexenio que está por iniciar y la gobernadora lo sabe: los primeros cien días (cuarenta, dicen algunos), marcarán una huella indeleble en la sociedad y serán el sello distintivo de un gobierno que promete ser diferente, que apuesta por un cambio profundo y quiere que la gente participe en la toma de decisiones.

Desde la toma de protesta que se llevará a cabo el primer minuto del mes de octubre, la administración que encabezará Margarita González Saravia apuesta por un cambio que sea visible, se note y se sienta. Eso pasa por el trabajo de todos y cada uno de sus colaboradores y comienza por un manejo cuidadoso de su comunicación, porque será ahí donde debe comenzar a construirse una nueva narrativa.

Hasta ahora todo ha sido miel sobre hojuelas en la historia de la gobernadora electa, recibe aplausos por su triunfo, respaldo por sus promesas y reconocimiento por su vigor; en un par de semanas comenzará la exigencia de resultados, las peticiones de ayuda y el conteo de incidentes delictivos que comenzarán a acumularse en su administración.

Una petición ineludible en esta historia es justicia: para aquellos que han sido víctimas directa o indirecta de la violencia, pero también para los ciudadanos que demandan que la ley se aplique a quienes desde la administración pública en el gobierno que termina abusaron de su poder y de los recursos públicos del estado.

La administración de Margarita González Saravia arrancará con muchas expectativas, pero también con un enorme reto.

·         nota

El futuro secretario de seguridad ha comenzado a dar muestras de lo que será su trabajo; Miguel Ángel Urrutia no es ningún improvisado, ni tampoco alguien que desconozca el estado. Su trayectoria es larga e incluye logros en temas sumamente complicados en la agenda nacional.

La suya no será una labor sencilla porque la situación en la que se encuentra el estado no lo es, pero la idea de involucrar a los municipios con acciones firmes en lo referente a la justicia cívica es algo que no se ha hecho hasta ahora.

Veámoslo desde su óptica: si los ayuntamientos hacen valer el bando de policía y buen gobierno, aplican la ley cívica y promueven los valores, ese esfuerzo será la base de la estrategia de las instancias estatales y federales en materia de combate al delito.

El estado donde más se aplica la justicia cívica es Yucatán y los resultados se traducen en una entidad con los mayores índices de seguridad de México. ¿El secreto? Hacer valer la ley.

Urrutia llegará a Morelos acompañado de un equipo con el que ha trabajado desde hace muchos años, con los que se entiende, lo entienden y ha conseguido buenos resultados.

La expectativa en el nuevo jefe policiaco es alta, porque los problemas que sufrimos los morelenses son muy graves.

Esperemos que finalmente las cosas comiencen a mejorar en materia de seguridad.

·         post it

El adeudo histórico de los gobiernos morelenses con sus cuerpos de seguridad es enorme: los uniformados trabajan en condiciones que no son óptimas, sin equipo, poco armamento y sueldos muy bajos. Por eso nadie quiere ser policía.

Una y otra vez los gobernantes han prometido que subirán el salario a los policías y eso no ha pasado hasta ahora. González Saravia afirma que lo hará desde que inicie su administración.

Si lo hace, será el primer paso para que las cosas cambien.

·         redes sociales

De los más de 3 mil millones de pesos observados por la Auditoría Superior de la Federación al gobierno de Cuauhtémoc Blanco, la administración saliente ha podido solventar hasta ahora poco más de 100 millones de pesos.

¿Y lo demás?

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