Observador político - El renacer de Morelos con Margarita en sus primeros 100 días de gobierno

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - El renacer de Morelos con Margarita en sus primeros 100 días de gobierno

Morelos, ha sido un estado marcado por el estancamiento, la violencia y la promesa de un cambio que nunca llega y en medio de esta coyuntura Cuauhtémoc Blanco dejó un legado sombrío: una gestión plagada de homicidios, feminicidios y extorsiones que lo colocó en las últimas posiciones de aceptación popular. Mientras, Margarita González Saravia, con una loza encima, está apagando el incendio dejado por el exfutbolista, buscando encender una chispa de esperanza y con una gran aceptación de la gente por su desempeño que en menos de tres meses como titular del poder Ejecutivo estatal la ubican en lugares de reconocimiento las empresas a nivel nacional.

MARGARITA VS CUAUHTÉMOC: UNA HISTORIA DE ESPERANZA Y DESENCANTO EN MORELOS.- En tan solo 100 días de gestión, Margarita González Saravia ha logrado lo que muchos pensaban imposible: la recuperación de la confianza de la ciudadanía, aunque todavía es pronto para un análisis profundo, los avances visibles son notables, sobre todo en áreas cruciales como la infraestructura, la seguridad y la atención a las comunidades más vulnerables. No es poco lo que se ha logrado en estos primeros meses, cuando se compara con los años de inacción y desidia de la administración anterior.

Este día, la gobernadora González Saravia rendirá su informe de sus primeros 100 días de trabajo en la Plaza de Armas “General Emiliano Zapata Salazar” en Cuernavaca, lo que será sin duda, una gran oportunidad para mostrar a los morelenses el camino recorrido hasta ahora; es una cita importante, no solo para hacer un balance de lo realizado, sino también para transmitir a la población un mensaje de transparencia y rendición de cuentas, algo que brilló por su ausencia durante la administración de Blanco.

Entre los logros más destacados de estos primeros meses, está el impulso a proyectos de infraestructura que responden a las demandas más sentidas de la población: la rehabilitación de carreteras, la construcción de un circuito vial y el rescate financiero de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), que ha sido una piedra en el zapato del desarrollo educativo y laboral en la entidad.

Asimismo, la reactivación del Aeropuerto Internacional de Cuernavaca y el regreso del Atlante al estadio Agustín “Coruco” Díaz, no solo son un acto simbólico de recuperación económica, sino un reflejo de la visión del gobierno estatal por mejorar la movilidad y atraer inversiones.

De igual manera, es importante señalar que, bajo la gestión de González Saravia, la atención a la seguridad también se ha reforzado, con una estrategia coordinada con el gobierno federal que busca devolverle la paz a aquellos municipios más azotados por la violencia; a diferencia de la administración de Blanco, que dejó una herencia de impunidad y descontrol, la gobernadora ha priorizado una labor de reconstrucción institucional y de confianza con las fuerzas de seguridad.

LA CONFIANZA HACIA MGS.- La respuesta de la población ha sido inmediata. En tan solo tres meses, la gobernadora ha logrado una aceptación notable, especialmente en contraste con la gestión de Cuauhtémoc Blanco, quien dejó un Morelos sumido en la desesperanza. González Saravia ha logrado retomar el diálogo con diversos sectores, incluidos los municipales, los agrícolas, los ganaderos y la Iglesia católica, que son pilares importantes para una gobernanza estable y constructiva. Además, se han dado avances en políticas de apoyo social, como las becas a personas con discapacidad, que han sido recibidas con entusiasmo en comunidades que históricamente han sido olvidadas por las autoridades.

El contraste con Cuauhtémoc Blanco es, por lo tanto, abismal, ya que mientras la administración de Blanco Bravo fue una losa de conflictos y promesas rotas, Margarita González Saravia parece estar construyendo una base sólida de esperanza; y a pesar de los retos que aún persisten, especialmente en seguridad, la gobernadora está demostrando que, con voluntad política y trabajo en equipo, es posible recuperar el rumbo de un estado que durante años fue sinónimo de caos e impunidad.

Otro de los grandes problemas heredados fue el conflicto y la confrontación entre el Poder Ejecutivo contra el Legislativo y Judicial, y a base de diálogo y acuerdos se ha logrado avances significativos y trascendentales como el presupuesto en 35 mil millones de pesos sin conflictos políticos con los diputados, algo que no ocurrió en seis años con el Cuauh. 

Por lo tanto, mientras que la figura de Cuauhtémoc Blanco sigue siendo un recordatorio de los errores del pasado, Margarita González Saravia representa el renacer de un Morelos que se rehúsa a rendirse, por lo tanto, los primeros 100 días han sido solo el comienzo de un camino que, si bien está lleno de desafíos, promete ser un trayecto hacia la restauración de la confianza y el bienestar de los morelenses.

EL CUAUH: UN LEGADO DE INSEGURIDAD, CORRUPCIÓN Y ABANDONO.- La administración de Cuauhtémoc Blanco como gobernador de Morelos, que culminó con su solicitud de licencia para hoy en día ser diputado en el Congreso de la Unión, dejó un saldo nefasto en términos de seguridad y gobernanza.

Y es que la descomposición del tejido social en la entidad, reflejada en un aumento alarmante de homicidios, feminicidios y extorsiones, evidencia un desdén por la vida y la tranquilidad de los morelenses; mientras la violencia y la corrupción florecieron bajo su mandato, Blanco optó por la distancia, la omisión y la evasión de responsabilidades.

Por si fuera poco, las extorsiones, uno de los flagelos más visibles del colapso en el control social, se dispararon de manera alarmante lo que fue un reflejo claro de la impunidad y la debilidad de las fuerzas del orden en la entidad. La falta de respuesta gubernamental ante estas cifras es alarmante, y aún más cuando se escucha el testimonio de empresarios como Carlos, quien, tras ser víctima de extorsión, se ve obligado a trasladarse a la Ciudad de México para poder trabajar sin temores.