El Tercer Ojo - Día del Orgullo Autista.
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
El Día del Orgullo Autista es un día dedicado a resaltar la trascendencia del reconocimiento de la neurodiversidad y, particularmente, la que se refiere a los trastornos del espectro autista (TEA).
Como una fecha conmemorativa de reciente estipulación se lleva a cabo cada 18 de junio, que fue el martes más. Este día dió comienzo en el año 2005 como un proyecto del foro en línea, ya disuelto Aspies for Pride. Desde sus orígenes, la conmemoración de tal día no ha tenido un organizador central y las actividades se coordinan por diversos grupos vinculados a la temática, promovido en su mayoría por personas con TEA.
Desde su proclamación, el objetivo explícito propuesto consiste en rechazar la estigmatización de las personas que viven con dicha condición, así como también el reconocimiento y concienciación sobre la temática y celebrar el espectro autista como parte de la neurodiversidad natural de los seres humanos.
Ahora bien, resulta pertinente preguntarnos: ¿Es trascendente celebrar la existencia de un trastorno como lo es el conjunto de TEA? Parece que la respuesta salta inmediata y directamente ¡No! Sin embargo, y pese a nuestra buena voluntad, dicho síndrome o trastorno existe y, muy probablemente, desde mucho antes de que Leo Kanner, Hans Asperger o Grunya Efímovna Sukhareva hubieran descrito lo que originalmente se describió como el “Autismo”.
Mucho más claro resulta que lo que primero se definió como “Psicosis Infantiles”, luego como “Trastornos Generalizados del Desarrollo” y, hasta ahora, a sugerencia de la psiquiatra británica Lorna Wing, “Trastornos del Espectro Autista”, posee una existencia real desde la taxonomía de Carl Von Linneo que los incluyó dentro de los “Homo Sapiens Ferus” o los denominados “Niños Ferales”.
Pese a ello, no es la presencia de tal síndrome o trastorno lo que se celebra, más bien, asumido desde el lugar que ocupan las personas con algún TEA, el propósito trata de reflexionar sobre la importancia de asumir una actitud digna y cargada de orgullo porque quienes tienen o presentan esta condición de vida dentro de la diversidad humana tienen perfectamente claro que no es lo mismo tener que ser.
Tener o poseer una condición de ninguna manera significa ser dicha condición; ello implicaría una reducción inadmisible de la posesión de un rasgo, característica o condición de un ser, a la totalidad del mismo ser.
¡Vamos! No es lo mismo tener que ser.
Actualmente, derivado de esta búsqueda sin término, se ha asumido la idea, bajo el manto de la categoría de “Diversidad”, más que la de identidad, que una neurodiversidad define nuestra especificidad como especie humana. De aquí que se hable de neurodiversidad funcional y, dentro de ésta, la de la variedad de los TEA.
Más allá del término o términos que se escojan para referirse a estos grupos de personas y sus familias, lo verdaderamente destacable consiste en resaltar la “actitud ante vida” que muestran a pesar de aromas, actitudes y actos de exclusión y estigmatización que podemos observar en la vida cotidiana.
Las personas que conforman esta peculiaridad –familiares y ellos mismos– asumen que lo trascendente de haber proclamado este día como importante se debe no al “trastorno” o síndrome, sino a ellos mismos, libres de sentimientos de culpa, minusvalía o discapacidad.
¿Sentirse o estar orgullosos de una condición? Quizás para algunos sea un contrasentido, sin embargo, es una muestra viva de que es aún importante afrontar tanto las barreras socioculturales como los estigmas que impiden el ejercicio pleno de los más elementales derechos humanos.