Matar al mensajero
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Por el mundo ha estado circulando una imagen que sin duda es impactante. Se trata de un hombre de pelo blanco y mediana edad que tiene la boca tapada con algo muy llamativo: la bandera de Estados Unidos. Debajo, se lee la frase “Don’t shoot the messenger”, que metafóricamente alude al acto de culpar al mensajero por las malas noticias informadas, en vez de juzgar al autor de los hechos. Tal imagen se ha presentado en varias protestas, y el motivo del descontento es el arresto y, sobre todo, las recientes acusaciones imputadas en contra del mismísimo Julian Assange.
Para quien no le conozca, Assange es un programador, periodista y activista australiano, famoso por ser el fundador del sitio web Wikileaks. En 2010, la página publicó cuatrocientos mil reportes sobre la guerra de Irak, noventa mil sobre la guerra en Afganistán, ochocientos desde la prisión de Guantánamo y más de doscientos mil cables diplomáticos redactados en varias partes del mundo, todo en relación al gobierno estadounidense, generando enormes críticas por sus métodos y acciones en sí.
Recientemente, la administración de Trump endureció los cargos contra Assange, llegándolo a acusar con uno muy particular: “revelación de secretos oficiales”. Pero aquí entra de nuevo la frase del inicio. ¿Hasta dónde es aceptada la libertad de expresión? ¿Hasta que molestas a un “gigante? Y sobre todo, ¿quién debe pagar, el que informa los crímenes y abusos, o quien los comete?