Ferozmente Romántico

En opinión de César Daniel Nájera Collado

Ferozmente Romántico

Me rehúso a dar por sentado el milagro de conocerte. Y es que siendo parte de actos fortuitos y caóticos, este hecho ha venido plantar una duda en mí: la existencia del destino.

De los miles de millones de personas, he venido a parar ante el brillo de tus ojos. Si alguien tira de los hilos, se estará riendo de cuando dije que no me volvería a enamorar. Como si fuera mi decisión.

Vaya que me he enamorado. Me he enamorado de tu presencia. Sería estúpido decir que sin esperar nada cambio, porque saltaría ante la primera oportunidad de tiempo a tu lado. Pero este amor tan poderoso, que incluso asusta, existe porque existes. Existe primordialmente porque se trata de ti, de esa sonrisa, de esa mente, de esos ojos. Carajo, esos ojos. Ya no es un intento de llenar cierto vacío emocional que dejó otra persona. Ahora es el ímpetu feroz de las acciones riesgosas que me lleva hacia ti. Porque sí, hay riesgo, pero es del tipo que genera historias deseosas de ser contadas al porvenir. ¿Quién no quiere una historia que, al final, nos alegre de haber vivido?

 Nuevamente, admito que hay cierto egoísmo en esto que siento por ti. Me he encontrado con una fuerza extra que en las mañanas me impulsa a levantarme, y francamente no quiero perderla. Quiero que a mis setenta años, o los que sea que viva, aún me pare con ganas de verte de nuevo. De admirarte de nuevo. De presenciarte de nuevo. De asombrarme de nuevo. Eres tan increíble que me has provocado no quererte para mí. Simplemente te quiero conmigo. Y si el destino caprichoso existe, le agradeceré siempre, aún y aunque nos separe, que me haya hecho parar ante el brillo de esos ojos. Carajo, esos ojos.

 

           

 

 

           

           

                       

 

César Daniel Nájera Collado

 
  Cuadro de texto: César Daniel Nájera Collado