Los caminos de la justicia, los caminos de la vida.
En opinión de Aura Hernández
“Hay que endurecerse, pero sin perder la ternura jamás”
Ernesto Ché Guevara
A las dos las conocí por razones de trabajo hace ya casi dos décadas y simpatizamos desde el primer momento. Yo les admiraba su arrojo, su arrogancia en cierto sentido y a la vez su sencillez que denotaba de qué manera el sentido de la igualdad estaba interiorizado en ellas. Y esas prendas en unas jóvenes juzgadoras, no podían ser menos que un regalo para personas de a pie que, como yo, no hemos tenido experiencias gratas cuando hemos tenido que enfrentarnos a la justicia en sus diversas facetas. Reconozco que hay cierto prejuicio en relación con esta profesión, muchas veces ganada a pulso.
Las dos me parecían, personas frescas comprometidas que iban por el mundo sin ataduras, porque no tenían compromisos inconfesables. Yo pensaba como persona ajena al oficio de juzgar, que así deberían ser todas las personas que se dedican a esa actividad y no me equivoqué del todo.
De ambas recibí demostraciones de amistad extraordinarias y con ambas tuve el privilegio de ser atendida aún cuando se encumbraron en sus profesiones. Porque sucede a menudo que los amigos se pierden cuando ellos llegan al poder, no fue el caso.
Hoy las dos se retiraron y cerraron una etapa de su vida profesional que, aunque coincidió en mucho, también fue marcadamente diferente. La Magistrada Ana Virinia Pérez Güemes, le tocó la creación de un Tribunal que debía dar vida a una reforma dirigida a la aplicación de la Ley penal hacia las y los adolescentes, que antes de eso no tenían garantías en sus procesos sancionadores, y que se distinguía por la inclusión de la oralidad en los juicios a partir de 2008. Le tocó construir una institución desde sus cimientos.
Junto con un gran equipo de colaboradores, entre juzgadores y personas auxiliares, el Tribunal de Justicia para adolescentes (TUJA) se consolidó como en órgano impartidor de justicia ejemplar a nivel nacional, no solo por su rigor y profesionalismo, sino también por la empatía y compromiso con los derechos de las y los jóvenes en conflicto con la Ley penal, demostrada en sus sentencias y en muchas acciones. El sesgo humanista de este tribunal era, entre otros, el seguimiento particular que se daba a cada uno de los casos de adolescentes a quienes se les impartía justicia, algunos de los cuales, fueron ejecutados por los cárteles de la droga a quienes prestaron sus servicios.
Esa fue la fortaleza del TUJA de Ana Virinia Pérez Gúemes, su congruencia, su compromiso y su empatía, además del conocimiento profundo de la causas y razones de la criminalidad entre los jóvenes de el estado de Morelos y el país que llegó a tener. Estos casos eran personas y como tal fueron respetados, muchas de ella con una doble o triple desigualdad: la juventud, la pobreza, la desintegración familiar. Sin duda esto fue lo que le valió para sortear con éxito la intentona de desaparecer al TUJA a merced de una reforma legislativa negociada por la cúpula del Poder Judicial de Morelos, que no resistió a la dignidad con que se le enfrentó.
Hoy toca al Congreso del estado designar a la persona que ocupará la Presidencia de este tribunal, después de postergarlo por un buen tiempo. Afortunadamente, este órgano impartidor de justicia está ahora en buenas manos. Esperamos que así siga.
Para el caso de la Magistrada Nadia Luz Lara, no fue diferente. Las dificultades que sorteó para llegar al máximo puesto del órgano de impartición de justicia al que tenía años de servir, y al que ingresó sin recomendaciones especiales y del que recorrió prácticamente todos los puestos, así como su búsqueda por imponer una agenda de género en un espacio institucional que se ha distinguido históricamente por su formalismo, la fortalecieron coyunturalmente.
Ella llegó con una gran frescura y tuvo que enfrentarse a una estructura de poder añeja alojada en la institución que encabezó durante 4 años. Lo hizo con un relativo éxito, pues no se libró de que, en el camino, para subsistir, se subieran al carro oportunistas y aduladores profesionales que sacaron ventaja política y económica de su posición, pretendiendo que hablaban en su nombre. No obstante eso, a su administración no se le acusó ni de corrupción ni de indolencia.
Debo decir, que aún con el respeto que tengo por su trabajo y el reconocimiento por las situaciones y vicios añejos que resolvió a su paso por la Presidencia del TSJ, considero que alguien de su trayectoria no necesitaba exponerse políticamente como lo hizo al participar políticamente en el 2018 y en el 2021. Para quienes seguimos a la abogada, a la juzgadora, confieso que fue un tanto decepcionante, la perdimos un poco, creo que se equivocó. Ni modo, no fue inmune al canto de las sirenas.
Ahora, es deseable que en el puesto que ocupará en el municipio de Cuernavaca a partir de este mes, veamos más a la abogada que a la política, que es su verdadera naturaleza. Esta administración municipal, que ha llenado de esperanza a los cuernavacenses, necesita más que nunca de sus buenos oficios como profesional del derecho.