Escala de Grises - En las mismas condiciones
En opinión de Arendy Ávalos
Con motivo del Día de la niñez, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, modificó el formato de su conferencia vespertina, que se tituló ¡Pregúntale al Dr. Gatell! En ella, se le dio voz a más de veinte niños y niñas de todo el país para que expresaran sus dudas respecto a la pandemia por COVID-19.
El evento inició con un corto en donde el personaje Susana Distancia se dirigió a la población menor de 18 años. Hizo hincapié en que, aunque salir a jugar sigue siendo una actividad riesgosa, se puede aprovechar este tiempo para realizar otras actividades recreativas como leer o investigar, ayudar en las tareas del hogar y hacer ejercicio: “Así, serás un héroe o una heroína contra el coronavirus”, remató.
La dinámica consistió en establecer una videollamada con las y los infantes y, además, proyectar un porcentaje de los más de 3,500 videos y dibujos que llegaron para el subsecretario de Salud. Luego de que cada participante externara sus dudas, López-Gatell respondía con ejemplos, algunas estadísticas sencillas o una explicación completa respecto al coronavirus y los temas derivados.
Las inquietudes de la niñez abarcaron un amplio espectro de temas relacionados con el impacto que el virus SARS-CoV-2 tiene en la sociedad, tales como: los síntomas provocados por el mismo, el funcionamiento del Método Centinela, las recomendaciones para los próximos días, la diferencia entre los casos confirmados y los casos activos; las medidas que se tomarán en el regreso a clases, el papel de las y los adolescentes frente a la pandemia y recomendaciones para elevar las defensas.
Aunado a esto, se trataron polémicas como la violencia a la que se ha enfrentado el personal de salud en los últimos días y los grupos antivacunas. En plataformas digitales como Facebook y Twitter, principalmente, las y los usuarios externaron sus opiniones e impresiones de lo sucedido el pasado 30 de abril en Palacio Nacional. Y, como podrá imaginarse, esta Escala de Grises no podía quedarse atrás. Vamos paso a pasito.
Por si usted no lo notó, permítame comentarle que el panel estaba conformado por la misma cantidad de niñas que de niños, característica que además de valiosa, me parece importantísima comentar.
En un país como el nuestro –y muchos otros– en el que se realizan foros sobre lactancia sin mujeres, un panel equitativo me parece algo digno de reconocimiento. Demostrarles a las personas que la voz de ambos sexos es igual de importante y enseñarles, desde temprana edad, que están en el mismo nivel es un gran paso para que las generaciones más jóvenes no repitan los errores de discriminación y misoginia que, en la adultez, seguimos viviendo todos los días.
Sin embargo, la diversidad no se quedó únicamente en ese aspecto; pues participaron habitantes de todo el país. Tlaxcala, Tabasco, Mérida, Chiapas, Estado de México, Coahuila, Veracruz, Hidalgo y la Ciudad de México figuraron entre los estados con los que se presentaban los infantes como parte de su identidad.
¿Por qué es destacable? El fenómeno que se vive en las ciudades más importantes de México y las urbes que rodean a las mismas, es un conflicto sociológico del que se desprenden problemas como la marginación, la discriminación, la pobreza, la ineficiencia del transporte público, la inseguridad, la violencia, entre otras tantas.
Traer a la conversación las diferentes formas de percibir la pandemia, dependiendo del estado de residencia, es otro acierto; pues no reduce la situación a lo que se vive en Guadalajara o en la CDMX.
Otra propiedad de la conferencia radica en el perfil de varios integrantes y sus cuestiones de salud particulares, como sordera, diabetes, hemofilia, insuficiencia mitral, asma y parálisis. Aquí hay mucha tela de dónde cortar. En las “benditas redes sociales” fue celebrado que permitieran a los infantes con dichas características formar parte del panel, pero me parece que celebrarlo es un tanto [muy] superficial. Me explico.
La diversidad observada en las y los invitados a la conferencia no es casualidad y no se reduce únicamente a la niñez. Hay personas con capacidades diferentes de todas las edades, en todas las etapas del desarrollo.
¿Por qué tanta sorpresa, entonces? Porque, como sociedad, no tenemos la costumbre de ser así de incluyentes. En la cotidianidad, las discpacidades –como eran llamadas anteriormente– son motivo de rechazo, discriminación, acoso (bullying) y hasta maltrato.
Debemos comprender que las personas con características diferentes no son únicamente niños. Los retos a este respecto son casi infinitos. Debemos respetar sus derechos como los de cualquier otra persona, concientizarnos sobre sus necesidades, sobre sus comportamientos, adaptar nuestro nivel de tolerancia, volverlos parte de la colectividad y eliminar los obstáculos sociales a los que se enfrentan desde sus primeros días de vida.
Finalmente, algunas niñas y niños expresaron sus deseos por estudiar medicina y especializarse en epidemiología, como López-Gatell. Lo más relevante, además de las aspiraciones, fue la forma en la que se refirieron a sus futuras profesiones, con un “gran” como primer nombre. Ojalá.
Ojalá cuenten con las condiciones adecuadas para convertirse en grandes lo-que-sea-que-quieran-ser. Ojalá no se enfrenten a la necesidad de abandonar sus estudios. Ojalá jamás se enfrenten a un techo de cristal. Ojalá nunca tengan que formar parte de aquellos grupos que han aprendido a usar las armas para defenderse de la violencia que azota sus estados.
Ojalá que nunca sean víctimas de trata de personas ni desaparición forzada. Ojalá sigan encontrando modelos a seguir que le aporten a la sociedad y no le resten. Ojalá jamás tengan que verse obligados a dejar su país porque no es seguro o porque no tienen oportunidades. Ojalá no tengan que abordar el techo de un tren ni cruzar el desierto para poder ser libres, para poder ser lo que quieran ser.
Ojalá que sigan escuchándolos, que sigan preocupándose por lo que pasa en su país e involucrándose en la toma de decisiones; que nunca se les quite la empatía ni la consciencia social. Ojalá que puedan contagiar a quienes forman parte de sus círculos cercanos para seguir ayudando.
Sin embargo, la anterior lista de buenos deseos no puede significar nada si quienes tenemos la capacidad de ayudar –y mejorar la realidad a la que se enfrentarán esas niñas y niños– nos quedamos de brazos cruzados. Recordemos que las y los niños no importan nada más el 30 de abril.
No es necesario tener hijas o hijos para involucrarnos, para entregarles en las manos el futuro que se merecen, para que nunca más tengan que cuestionarse si están en las mismas condiciones o no.
La recomendación: La más reciente novela de Valeria Luiselli, Desierto Sonoro, aborda la travesía de una familia en busca de sonidos relacionados con la última banda apache y el recorrido realizado por niñas y y niños que llegan a la frontera sur de Estados Unidos.
Si el jabón mata el coronavirus, ¿por qué no hacen vacunas de jabón?:
@Arendy_Avalos en Twitter