Escala de Grises - El acoso escolar no es un juego
En opinión de Arendy Ávalos

Los primeros días de febrero, Fátima Zavala, alumna del último año de la Secundaria Diurna #236, fue víctima de una agresión, derivada del acoso escolar que sufría y que ya había denunciado tanto a las autoridades del plantel como a su familia. La niña de 13 años, presuntamente, fue empujada por una compañera desde el segundo piso de su escuela.
De acuerdo con la información que se ha difundido durante los últimos días en medios nacionales, Fátima era hostigada por un grupo de alumnas, especialmente por Nahomi “N”, según testigos. Su padre, Juan Zavala, aseguró que la menor de edad también era víctima de ciberbullying.
¿La razón? Sus gustos musicales. El género preferido de Fátima es el K-Pop, la música más popular de la cultura coreana hasta el momento. Eso bastaba para ser el blanco de ataques por parte de sus compañeras de escuela, quienes hasta hace unos días la agredían de forma verbal, psicológica y física.
A pesar de las denuncias y de las pruebas que tenían para demostrar lo que ocurría dentro del plantel, el personal escolar ignoró la situación y, por supuesto, pasó por alto la implementación de medidas para garantizar la integridad de Fátima (y otros menores afectados por el acoso escolar).
No hubo investigación, no hubo protocolos y tampoco una llamada de atención o algún tipo de sanción para quienes agredían a Fátima. En resumen: no hubo respuesta. Como resultado de la negligencia de las autoridades dentro del plantel y la agresividad de quienes ejercían violencia en contra de la menor, tenemos una caída desde el segundo piso.
Hasta el momento, la adolescente se encuentra estable. Sin embargo, el reporte médico indica una serie de lesiones internas y una fractura de pelvis, lo que requerirá de una larga recuperación y podría significar, en el peor escenario, que Fátima no pueda caminar de nuevo.
Respecto al tema, la Secretaría de Educación Pública se demoró en emitir su posicionamiento y demostrar su apoyo a la familia Zavala, lo que también ha indignado a la opinión pública. De acuerdo con las declaraciones de Mario Delgado, no hay pruebas suficientes para asegurar que Fátima fue aventada del segundo piso por sus compañeros.
A pesar de que el gobierno ya ha puesto a su disposición atención médica, Mario Delgado sostiene que la situación de acoso escolar en el caso de Fátima había sido atendida previamente, en septiembre; lo que el papá de la menor desmiente que se implementara algún tipo de acción respecto al tema.
Por su parte, la Fiscalía de la Ciudad de México informó la apertura de una carpeta de investigación para determinar cuáles fueron los hechos y actuar conforme lo indica la ley. La gravedad del caso llegó hasta la embajada de Corea del Sur, donde se pronunciaron en favor de Fátima.
Del mismo modo, la presidenta Claudia Sheinbaum abordó el caso en su conferencia matutina y aseguró que se fortalecerán los mecanismos para identificar el acoso escolar. Además, aseguró que apoyará a las familias e infancias que se enfrentan a una situación similar.
Bajo esta línea, donde las autoridades prometen que actuarán en favor de las víctimas, la petición de la familia Zavala es que, además de castigar a las personas responsables de lo ocurrido, se implementen acciones efectivas para prevenir el bullying en todas las escuelas del país.
Y es que el acoso escolar no sólo ha afectado profundamente a Fátima o a las infancias que habitan en la Ciudad de México. El acoso escolar es un problema que se extiende a nivel nacional, en todos los niveles de educación básica (por decir lo menos). Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, más del 40% de niñas, niños y adolescentes en México afirma haber sido víctima de algún tipo de violencia escolar.
A nivel internacional, México ocupa uno de los primeros lugares en acoso escolar.La cifra es lo suficientemente elevada para alarmar no sólo a las autoridades, sino también a las madres y padres de familia, incluso a la sociedad completa. El bullying tiene consecuencias entre las que se encuentran la depresión, la ansiedad y el aumento de sentimientos como la tristeza o la soledad.
Además de los riesgos físicos, es indispensable considerar los riesgos sociales, emocionales y de salud mental que pueden prolongarse hasta la vida adulta. El panorama es desolador y es que las consecuencias del acoso escolar no se limitan a las víctimas ni a los agresores.
El bullying tiene repercusiones en la calidad educativa, el bienestar de las y los estudiantes y hasta la armonía dentro de las familias. Es indispensable reconocer que el acoso escolar existe y que es un problema serio. Ya no puede considerarse “un juego” o “una cuestión de infancias”, porque la invisibilización y normalización pueden terminar en una tragedia, como en el caso de Fátima.
Se requiere el involucramiento no sólo de profesores o personal directivo, sino también de las madres, padres y tutores para generar una concientización en infancias y adolescencias que permita prevenir que más casos ocurran para esta y futuras generaciones.
Es indispensable poner el tema sobre la mesa, que las autoridades e instituciones competentes implementen las medidas y protocolos necesarios para acabar con este problema. Sin embargo, es responsabilidad de todas las personas crear un entorno en el que la tolerancia al acoso, de cualquier tipo, hacia cualquier persona, sea cero.
¿Empezamos hoy?
@Arendy_Avalos