El tercer ojo - Sobre cuestiones de salud mental.
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Estimados lectores que siguen semanalmente El tercer ojo, después de ausentarme una semana de esta columna y diario, hoy me apresto a tomar la piedra que lanzó, sin esconder su mano, mi estimado amigo y colega dentro del ámbito de la salud mental, el neuropsiquiatra Jesús Ramírez-Bermúdez, al haber escrito y publicado en el diario La Razón, dentro de su columna Redes neurales (07/04/23), el artículo que intituló: Trastornos afectivos e inflamación corporal.
Para no repetir me permitiré citar el primer párrafo de su artículo: "Una y otra vez aparece, en redes sociales y medios de comunicación, el debate acerca de la naturaleza biológica y social de la depresión en particular, y de los padecimientos afectivos en general. Con estos últimos me refiero a todos los problemas clínicos que tienen en común experiencias y comportamientos afectivos o emocionales como elementos centrales: por ejemplo, la ansiedad, el trastorno bipolar, los trastornos fóbicos, el estrés postraumático, la disregulación emocional y otras condiciones psicológicas o psicopatológicas".
Palabras más o palabras menos, nuestro colega y amigo, sin tapujos, expresa que éste es un pseudoproblema dado que pareciera como si se presentara a quienes leemos tales pseudo debates, una aparente encrucijada o un falso dilema que nos coloca ante una difícil decisión entre dos opciones –que desde luego no son las únicas existentes a este respecto– y que, además, se presentan como mutuamente excluyentes.
Adhiriéndome a este punto de partida señalaré que ya el insigne y preclaro psicólogo francés Henri Wallon, palabras más palabras menos, en su poco conocido y menos comprendido texto, Los orígenes del carácter en el niño, desde el mismo prólogo, resaltaba el hecho de que en aras de comprender y elaborar modelos explicativos sobre el ser humano y su psiquismo, los psicólogos no hicieron más que desarticular y fragmentar, tanto al ser humano como a su psiquis, en procesos, ámbitos o áreas específicas que, después, nunca supieron, pudieron o quisieron, restituir en la totalidad dinámica y compleja que se desarrolla y expresa dentro del conjunto de sus condiciones materiales, sociales e históricas; de este modo se escindió al ser humano y se eliminó el objeto de estudio de la psicología misma que fue suplantado por fragmentos que por sí mismos carecen de valor científico y práctico.
Por su lado, el neuropsicólogo español Julián de Ajuriaguerra, desarrollado en Suiza y Francia, expresaba con cierta ironía que, en tratándose de la psicología, parecemos espíritus descarnados que suponemos que el psiquismo humano, sin cuerpo alguno, sin materia neurobiológica, descarnado y sin sustento biológico alguno, devenido del Topos Uranus, de alguna deidad o fuerza externa al sujeto mismo de la actividad, es y será siempre, inexorablemente, objeto de las fuerzas del entorno –como soñó y sueña aún el conductismo y el análisis experimental de la conducta–.
Quizás por ello el psicólogo soviético Lev S. Vigotski expresaría, por su lado, que: para comprender y explicar los orígenes, el desarrollo y la estructura misma del psiquismo humano es preciso descender de las alturas del espíritu y salir de las profundidades del encéfalo humano; para ello es imprescindible anclarse en la estructura del conjunto de materiales –léase sociales, históricas, culturales, neurobiológicas y corporales– que hacen posible su existencia y su actividad.
No deseo perder la oportunidad para recordar que el mismo Henri Wallon señalaba que el ser humano es un ser "genéticamente social", que trae impresa en su información genética la necesidad de los otros así como de la sociedad y que ésta, a su vez, requiere de la existencia y la actividad de seres que no son espíritus descarnados vagando por el éter; que en esencia estas aparentes expresiones divorciadas, para algunos, son en realidad manifestaciones de una totalidad concreta que se hacé haciéndose dentro de una totalidad de la cual forma parte.
Con base en lo expuesto hasta este momento, nuevamente reitero que el pseudoproblema y los pseudo debates están superados tiempo ha.
Por ende, en tratándose de los orígenes y desarrollo de los trastornos o problemas psicológicos o psicopatológicos, no tienen posibilidad de ser comprendidos, explicados o atendidos bajo la lógica dilemática que aquí se discute.