Árbol inmóvil - 2021, violencia política adyacente
En opinión de Juan Lagunas
El veredicto final de los comicios 2021 se resolverá en tribunales, sin fluctuación. En cuanto las concupiscencias de los contendientes se acentúen, las impugnaciones se emitirán en cadena (cual alimento precolombino sobre un riel). Sobresaldrán, empero, las querellas en materia de beligerancia política. Desde ahora, se vislumbran efectos discriminatorios contra las mujeres y otros sectores.
El ordenamiento jurídico, aprobado por el árbitro federal, admite daños a: “vida, salud, familia, personas cercanas, integridad física, mental o emocional, patrimonio y/o cualquier otro derecho, incluyendo los políticos y electorales, atendiendo a causas o condiciones vinculadas al género”.
La liza se ensuciará con palabras ofensivas, mediante el recurrente denuesto; a partir de ahí, fluirán las lesiones.
¿Habrá un sentido de revisión contra los responsables, siendo que el hombre es, per se, belicoso? Sí. Se habrá de erigir un registro nacional, para que la autoridad comicial “materialice” la reparación. Hasta ahí.
No obstante, dudo que se dé una “erradicación”. ¿Cuántos estarán impedidos a registrarse como candidatos, con un pasado funesto en la materia? El diputado Marcos “N” (en caso de ser culpable), Moreno Merino (en su momento) y otros, podrían estar en la palestra de la coyuntura. Aquél, no obstante, perdió futuro. Vive en el destierro ya.
El instrumento tiene que ser público, con rostros y nombres, a efecto de evidenciar al actor.
Se trata, en suma, de un acto de “formalización”, porque algunos victimarios han sido sentenciados en redes (en el ojo del “homo videns”, diría Sartori, dentro de la “sociedad teledirigida”). Al fin y al cabo, la imagen es el mensaje. (La averiguación, después. ¿Bulo? Qué importa. La línea virtual es acerba y a destiempo).
Pese a lo descrito, subyacen unos errores:
- La cultura de la no denuncia.
- La exhibición -accidental- de personas inocentes.
Nada está descartado. El margen de error siempre es adlátere de los movimientos incesantes (y sombríos, glaciales) de los nuevos esquemas reglamentarios, que procuran inhibir diligencias nocivas.
En sí, la lista de “impulsivos” contendrá, además de los dispuestos ante las instancias correspondientes, a los servidores públicos transgresores.
Esto no va a “fortalecer” el ejercicio democrático, como muchos lo “cantan” (sobre todo, los que se ostentan de “alfiles” de la vanguardia política). Tampoco creo que crezca el “empoderamiento” de la mujer. Son sanciones. Punto.
Morelos significa autocracia (con bemoles de libertad); por ende, es un territorio exánime. Al tiempo…
El flagelo está ahí. No importa que los infractores duren en el registro durante tres años -en caso de que la falta sea leve-; cuatro, si es considerada ordinaria; cinco, si fuera especial.
¿Qué pasará si una fémina se ve involucrada? Según el INE, “aumentará un tercio de su permanencia…”. ¡Otro yerro! Esperemos la reacción de los colectivos.
EPÍTOME
Las erosiones -de la puerta que no abre- buscan la perdurabilidad.