Repaso - Yo conozco a Francisco Argüelles

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - Yo conozco a Francisco Argüelles

Alguna vez, durante el breve tiempo en el que me desempeñé como catedrático de la UPN en Morelos, tuve la oportunidad de conocer al joven profesor Francisco Argüelles Vargas, quien ya se desempeñaba como secretario particular del bien recordado gobernador Antonio Riva Palacio López. Si mal no recuerdo, su esposa fue mi alumna en uno de los grupos que atendía o acudió a algún curso de capacitación en los que yo participaba. Maestro de a pie, salía de dar clases para tomar un colectivo que pasaba por los rumbos de Chamilpa. Fue entonces que Francisco Argüelles, quien había ido por su esposa, detuvo su auto y ofreció acercarme al centro de Cuernavaca. En algún otro día, nos encontramos caminando por la calle de Galeana. Amable, me saludó y cruzamos dos o tres palabra, antes de verlo encaminarse rumbo a Palacio de Gobierno.

Ignoro si Argüelles Vargas sabía que, además de la docencia, laboraba en El Regional del Sur. Yo creo que sí. Sin embargo, durante su fructífera trayectoria pública y política tuvimos pocas posibilidades de conversar personalmente.

Cuando el espectro político dio un vuelco radical en Morelos, perdiendo el PRI su hegemonía para darle paso al PAN, Francisco Argüelles, por razones obvias, dejó de ser funcionario público y con su plaza de jefe de enseñanza de secundarias técnicas llegó comisionado al Centro de Maestros de Temixco, en donde yo me desempeñaba como coordinador académico.

Fue entonces que tuve la oportunidad de conocerlo, de convivir con él, de pasarnos algunas tardes de bohemia. Supe dónde vivía y él supo, porque lo invité, cuál era mi casa. Me sé muchas cosas más, como cuando se hizo responsable, ante el doloroso deceso de su padre, a quien tenía muchos años de no ver porque radicaba en Estados Unidos, de trasladar el cadáver a Morelos, despedirlo religiosamente acompañado de pocas personas y depositar sus restos en una urna dentro un espacio destinado para ese efecto en el interior del gran patio de la Catedral de Cuernavaca. Un hombre bueno, sin lugar a dudas, es Francisco Argüelles, el amigo, el ser humano.

Nada ostentoso, con un ritmo de vida modesto, cierta ocasión me atreví a recomendarle que viviera plenamente su nueva condición de maestro de a pie, como era mi caso. Fuimos, simplemente, compañeros de trabajo, identificados más allá de los espacios políticos en los que se desempeñó y del ejercicio periodístico que yo practicaba.

Lamento mucho que la mayoría de sus antiguos colaboradores, quienes de él recibieron toda clase de beneficios, incluidos algunos que fueron designados directivos de algún nivel educativo en el IEBEM, prácticamente se hayan olvidado de él. Salvo el profesor Francisco Figueroa, quien llegó dos o tres veces al Centro de Maestros a saludarlo, otros olvidaron a quien les había brindado toda clase de oportunidades. Esa es mi percepción, a partir de lo que conviví con Paquito, como le decimos coloquialmente.

Ahora que se le vuelve a mencionar, otra vez, como director general del IEBEM, en sustitución de Eliacín Salgado de la Paz, entiendo que aún hay gente que lo recuerda gratamente y que se entusiasma ante ese escenario. Entiendo también que no es “monedita de oro” y he leído alguna opinión negativa sobre su trayectoria.

Según mi particular punto de vista, coincidiendo con un comentario que hizo el profesor Basilídes Nava Ariza, no fue la mejor manera de traer a colación la figura de Francisco Argüelles, porque el libelo en el que circuló esa versión descalifica abruptamente la gestión de Salgado de la Paz. Los relevos, en esas condiciones demeritan al que llega porque podría parecer que para obtener eso se acude al golpeteo anónimo, aleve, turbio e indeseado.

Ante esto, de lo que estoy seguro es que Argüelles Vargas no necesita de esos recursos ni los apadrina. No es su estilo. Si ahora o en el futuro aún se acuerdan de él, será sin duda por lo que hizo y demostró ser como servidor público.

De lo que más estoy seguro y si Paco Argüelles lo acepta, es que ande donde ande, sea o no funcionario público, invariablemente tendrá a un servidor como uno de sus amigos sin cortapisas. Es cuánto.

E mail: profiechón@hotmail.com