El Tercer Ojo - Notas sobre la pobreza en México
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Sin rubor alguno, Enrique Quintana, articulista del diario de circulación nacional, El Financiero, publica hoy viernes 06 de agosto su artículo intitulado Fábrica de pobres. Según refiere, “Tenemos hoy la mayor cifra de pobres de toda la historia del país: 55.7 millones. Y de 2018 a 2020, 15 millones de personas perdieron el acceso a los servicios de salud”. Además, en el texto del propio artículo expresa, para intentar fundar su dicho: “De acuerdo con el Inegi y el Coneval, tenemos hoy la mayor cifra de pobres de toda la historia del país”.
Matizando lo que pudiera ser interpretado por quienes seguimos su columna, adicionará un breve párrafo que “suaviza” o muestra con tersura lo expresado; “Pero, debe decirse que su crecimiento en los últimos dos años resultó inferior a las expectativas. Los pronósticos señalaban entre 8 y 10 millones más y el resultado fue de 3.8 millones de personas adicionales”.
¡Ah, menos mal que es alentador que crece la pobreza en México, pero no como se pronosticaba por agoreros y pitonisas!
El propio articulista señala claramente que para obtener estos datos y resultados hubo cambios metodológicos en cuanto a la definición de la pobreza y la determinación de los rangos o grupos o clases dentro de la misma, asimismo sugiere que este hecho por sí mismo no permite la realización de comparaciones precisas con respecto a las cifras pretéritas; sin embargo, agrega, que sí es posible realizar comparaciones de tendencias. También resalta el hecho de que para los dos últimos años puede comprenderse el incremento de ésta, como consecuencia de la presencia de la epidemia y pandemia del COVID-19.
El Coneval, por su parte, considera que la pobreza contempla a aquellas personas o grupos que se encuentran dentro de los siguientes parámetros:
“Los indicadores del artículo 36 de la LGDS permiten identificar tres espacios analíticos relevantes para el estudio multidimensional de la pobreza: el de bienestar económico, el de derechos sociales y el contexto territorial.
En el espacio del bienestar económico se especifica una cantidad mínima de recursos monetarios definidos para satisfacer las necesidades de las personas, tanto alimentarias como no alimentarias, mediante las líneas de pobreza por ingresos: Línea de Pobreza por Ingresos (LPI) (valor monetario de la canasta alimentaria más no alimentaria) y la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (LPEI) (valor monetario de la canasta alimentaria).
En el espacio de los derechos sociales, al ser éstos considerados como elementos universales, interdependientes e indivisibles, se estima que una persona está imposibilitada para ejercer uno o más derechos cuando presenta carencia en al menos uno de los seis indicadores señalados en el artículo 36 de la LGDS: rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación nutritiva y de calidad”.
Cabe destacar el hecho de que el instrumento de comunicación para verter esta información por parte del Coneval, fue un Comunicado de Prensa y no un documento técnico.
Pues bien, si somos un poco rigurosos en la reflexión podremos concordar con el hecho de que desde hace más de media centuria el fenómeno social de la pobreza es endémico en México; de la misma manera podremos admitir que ésta es uno de los rasgos distintivos de nuestra vida social y económica—con sus altibajos— en la vida del país, independientemente de la procedencia del Partido Político de quienes dicen gobernarlo pero lo deshacen entre sus manos; empero, una cuestión omitida en la reflexión de Enrique Quintana, y sumamente trascendente para el análisis, es que esta misma pobreza se acompaña inexorablemente de un crecimiento exorbitante de la riqueza de cada vez menos personas o familias en la nación, es decir, que la díada riqueza extrema/pobreza extrema es un rasgo estructural del Modo de Producción y Distribución de la Riqueza Nacional, y no consecuencia única de las decisiones y acciones de quienes dicen gobernar México o de los partidos políticos de procedencia.
Si lo que he expresado en el párrafo precedente es sostenible, ergo, la pregunta debiera ser cómo resolver estructuralmente la problemática planteada, más allá, pero más allá de procesos electoreros y de la dinámica política que se presenta en el país.
Trascender este estilo de hacer política y determinar qué tipo de país queremos, antes de determinar quiénes gobernarán, es crucial en la discusión.
No podemos continuar con el pseudo debate sobre si los de ahora, o los de antes, son los responsables de esta situación; debemos replantear el rumbo.