El Tercer Ojo - Metáforas sobre la vida misma: Ajedrez y la guerra
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
A: Óscar Menéndez Zavala, Enrique Torresagatón, Lázaro Sandoval y Máximo Cerdio. Camaradas y fotógrafos.
Apreciados lectores que leen nuestra columna semanal, El tercer ojo, en El Regional del Sur; esta ocasión me propongo compartir con ustedes un conjunto de reflexiones derivadas de haber visto, con sumo cuidado y atención, una imagen –léase una fotografía— que, a través de la página de Facebook de Viciosos del ajedrez, Hugo Ramírez Borquez compartió y que enseguida describiré, espero que nítida y con lujo de detalle, para luego exponer, a modo de aforismos, mis cavilaciones.
Dice Hugo Ramírez Borquez: “«Un momento de descanso» tituló el fotógrafo soviético Anatoly Morozov (1911-2005) esta instantánea tomada entre 1947 y 1949, en algún lugar de la URSS, durante unas maniobras”.
La fotografía en cuestión –en blanco y negro— representa, en una trinchera, a tres soldados soviéticos del Ejército Rojo en un momento de calma bélica –quizás por ello el título de la misma— los cuales, de izquierda a derecha, realizan actividades diferentes; el que se halla sentado a la extrema izquierda, frente a una fogata, envuelto en un abrigo que seguramente le cubre del frío, sostiene con la mano derecha y con el brazo extendido hacia el fuego, una tabla que en el extremo distante de la mano, sobre el fuego mismo, cuece algo parecido a carne para comer y mitigar el hambre, mientras tanto, vigilante y en estado de alerta, mira serenamente el alimento que saciará su apetito. Los otros dos soldados separados del primero por uno o dos metros de distancia, sentados uno frente al otro, sobre algo que parece una mesa improvisada, juegan, seguramente reflexivos y pensativos, sobre un tablero, una partida de ajedrez. Mientras el primero sostiene entre los dedos pulgar, índice y medio la tabla diseñada para mantener el alimento que se calienta, el segundo, el que se aprecia en medio, jugando con las piezas blancas, su brazo derecho sobre la pierna derecha, analiza la posición que han alcanzado y, sin mirar a la cara de su oponente, descansa el brazo izquierdo sobre su pierna izquierda; por su lado, el tercer soldado, el adversario del segundo, jugando con las piezas negras, lo mismo que el otro jugador reflexiona analizando la partida. Por encima de la trinchera, troncos de árboles, y algo de hierba, parecen vigilar desde los bosques envolventes la calma que, por algunos momentos, se vive en una de las trincheras soviéticas. Un poco de humo de la fogata se disipa y al frente de la imagen, sobre pequeñas ramas, dos objetos que sirven como si fuesen ollas de una cocina improvisada. Nada parece perturbar a los jugadores de ajedrez que libran, ahora entre ellos, la otra batalla que, como la militar o bélica, se desarrolla con movimientos varios que pretenden propiciar las condiciones favorables para el triunfo de uno y la derrota del otro.
Primer Aforismo. Avances, retrocesos, engaños o celadas, ubicación de piezas que aseguren una posición ventajosa sobre el contendiente, control de lugares o espacios de uno mismo y del oponente, movimientos de defensa, retiradas tácticas, ofensivas, amenazas a las figuras más significativas del equipo opuesto, eliminación de piezas del contrario, sacrificios de piezas o posiciones, etcétera, forman parte de las tácticas en ambas contiendas y, como en éstas, la estrategia consiste en dominar el tablero o campo de batalla y derrotar al contrincante. Nada está decidido hasta la derrota definitiva del antagonista. Lo demás es lo de menos. De eso tratan la guerra y el ajedrez.
Segundo Aforismo. Jugar o realizar ambas acciones humanas, requiere de momentos calmos, serenos, tranquilos, analíticos, reflexivos y, una vez abierto el panorama y horizonte que permita atisbar el (o los) objetivos estratégicos al alcance, se debe actuar con determinación y sin vacilaciones.
Tercer Aforismo. Considerando que ambos competidores tienen el propósito deliberado de vencer al que tienen frente a sí, si se encuentran en igualdad de circunstancias, es probable que quien (o quienes) cometan el último error, provoquen el triunfo de uno y la derrota del otro; luego entonces, cualquiera de ellos puede ganar o perder, pero puede suceder que ninguno se encuentre en condiciones de derrotar al de enfrente y, por ende, de someterlo. Entonces habrá que “negociar” unas “tablas” o un empate para seguir, en otro momento, la lucha por el triunfo.
Cuarto Aforismo. El ajedrez, como la vida misma, se juega teniendo siempre una estrategia y una táctica. Tanto en el ajedrez, como en la vida misma, si las condiciones que les envuelven cambian de un momento para otro, debe tenerse la capacidad para cambiar, de un momento a otro, las acciones tácticas, pero no los objetivos estratégicos.
Quinto Aforismo. La vida como el ajedrez están llenos de dificultades y obstáculos, será por ello necesario considerar que no siempre es prudente enfrentar tales barreras, algunas veces habrá que rodearlas o evitarlas; pero no dudemos esto, otras ocasiones será necesario y atinado enfrentarlos y eliminarlos.
Sexto Aforismo. La vida como el ajedrez se rigen por un principio elemental, ganar o triunfar; ello requiere, ciertamente, voluntad o deseo –pero ello no basta--, asimismo demanda inteligencia, determinación, disciplina, estudio, serenidad y, sobremanera, fortaleza para comprender y aceptar que hay batallas o posiciones o partidas que se pierden o no se ganan, empero, siempre e invariablemente hay un principio fundamental, nunca sentirse derrotado y estar dispuesto a levantarse y seguir mirando al horizonte.