Serpientes y escaleras - SNTE vs IEBEM

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - SNTE vs IEBEM

En la lucha magisterial, los alumnos siempre pierden

 

SNTE vs IEBEM

Lo que está ocurriendo entre el sindicato magisterial y las autoridades educativas no es nuevo, se trata del mismo viejo libreto en donde se utilizan las escuelas como campo de batalla y a los maestros como soldados de una guerra en donde quienes siempre pierden son los alumnos. El trasfondo de este duelo no es doctrinal, ni siquiera tiene que ver con los derechos de los profesores, se trata de cotos de poder, plazas y manejo de recursos públicos. La novedad no radica en el motivo, sino en los escenarios que abre esta reyerta.

Aunque aparentemente la situación en el sector magisterial es estable, en la realidad la tensión entre autoridades y sindicato está creciendo avivada por los comentarios que el líder de la sección 19 y sus allegados colocan en redes sociales, advirtiendo malos manejos, lanzando acusaciones y promoviendo un enfado que puede rápidamente rebasar el control del sindicato.

La crisis se agravó con lo ocurrido en la normal rural de Amilcingo, donde el cuerpo docente se enfrentó a las alumnas por el intento de cobro de 13 mil pesos por asesorías y el maltrato subsecuente a ellas por no cubrir dicha cuota. Desde abril pasado los maestros avalados por Joel Sánchez Vélez dejaron de dar clases y a pesar de que la semana pasada se llegó a un acuerdo con la gobernadora, los educadores mantienen la misma actitud y postura de no dar clases, con el abierto respaldo de su sindicato.

Otro ingrediente en esta historia es el reconocimiento que las autoridades del estado hicieron a un nuevo sindicato de maestros; a decir de las propias cabezas del SNTE, esta nueva organización gremial carece de representación y bases, sin embargo, su aparición en el escenario generó un profundo descontento que hace pensar que quizá, contrario a lo que dice la Sección 19, el nuevo gremio tiene más fuerza y representatividad de la que ellos le conceden.

Los conflictos en el sector magisterial no son nuevos, de hecho en el estado se han convertido en una especie de regla que permite a sus líderes apretar al gobierno y obtener canonjías personales escudadas en la supuesta lucha en favor del gremio. Y es cierto: aunque cada vez que este tipo de situaciones ocurre, el sindicato logra apoyos para su base, pero los líderes también obtienen beneficios mayúsculos que en algunos casos les ha permitido resolver su vida y la de sus allegados.

Es una regla de “ganar-ganar”, me comentó alguna vez un líder; el problema es que no todos ganan y quienes siempre pierden son los estudiantes, porque son ellos los que se quedan por largos periodos sin clases y quienes al final pagan el costo de una lucha de poder que siempre tiene como eje el dinero. Recordemos algunos sucesos:

En el gobierno de Marco Adame se vivió un episodio sumamente complicado cuando el jefe del ejecutivo respaldó públicamente la postura de Elba Esther Gordillo en la llamada Alianza por la Calidad Educativa y eso provocó que maestros de la CNTE y un grupo de profesores inconformes con el SNTE realizaran un plantón que se extendió por varios meses en el primer cuadro de la ciudad.

Los puntos centrales del desacuerdo eran la evaluación obligatoria a los docentes para la asignación y promoción de plazas, la idea de que la ACE abría la puerta para la privatización de la educación en México y el rechazo al control férreo del SNTE sobre las bases. Luego de varios meses se logró una salida negociada, pero el costo del movimiento fue alto para miles de alumnos que perdieron clases, para la imagen del gobierno estatal y para la gobernabilidad, porque dejó un precedente de que la presión en las calles funcionaba como instrumento de negociación.

El duelo por la Alianza por la Calidad Educativa provocó en paralelo un duelo entre líderes sindicales y autoridades educativas por el control de plazas y recursos; la disputa fue tan intensa que causó la paralización del IEBEM y paros escalonados en escuelas de toda la entidad.

Durante el gobierno de Graco Ramírez también hubo momentos complejos cuando la sección 19 se sumó de manera intermitente a los paros nacionales convocados contra la reforma educativa del presidente Peña Nieto; en esa ocasión además de suspensión de labores hubo bloqueos carreteros, marchas en la zona oriente y el reclamo del magisterio al gobierno por actos de represión.

Amilcingo también tuvo un episodio complejo en ese sexenio cuando las alumnas de la normal rural Emiliano Zapata se solidarizaron con sus pares de Ayotzinapa por la desaparición de 43 estudiantes, lo que provocó incendio de camiones, suspensión de clases por meses y actos de resistencia que afectaron a la ciudadanía.

Con Cuauhtémoc Blanco la presión del sindicato también apareció cuando la sección 19 acompañó a estudiantes de normales en su exigencia de ser contratadas sin examen de ingreso; en esa ocasión se tomaron las instalaciones del IEBEM, hubo suspensión de clases y se obligó a las autoridades a ceder en la asignación de plazas, reforzando la idea de que la presión callejera es el camino más eficaz para doblegar a la autoridad.

Los conflictos sindicales en Morelos no son episodios aislados, sino problemas estructurales que cada cierto tiempo aparecen y obligan al gobernante a intervenir directamente por las afectaciones que esta lucha tiene con los estudiantes.

La lucha magisterial en Morelos no es una batalla ideológica, ni de valores, se trata de un modus operandi que disfrazado de una lucha gremial en donde quien siempre gana es el líder sindical y los que invariablemente pierden son los estudiantes que se quedan sin clases.

Cada vez que estalla un conflicto se activa la misma maquinaria: el sindicato enarbola el discurso de defensa de los derechos laborales, suspende labores, presiona con paros y movilizaciones, coloca al gobierno en posición de desgaste y al final se abre una mesa de negociación en donde se reparten concesiones, cotos de poder y quien siempre gana es el líder sindical.

Mientras se llega a eso los que siempre quedan mal son los alumnos que pierden clases, pierden calidad educativa, pierden confianza en las instituciones y pierden el respeto por sus maestros. Por incapacidad o conveniencia, los gobiernos terminan cediendo, lo que refuerza el círculo vicioso y consolida la amenaza como fuerza de negociación.

El SNTE domina este libreto desde hace décadas, sabe perfectamente el costo social y político que este tipo de situaciones tiene para los gobiernos y por ello más allá de los nombres, la historia se repite.

En Morelos los conflictos magisteriales no son accidentes, son estrategias de negociación.

·         posdata

Un elemento interesante en esta historia está en el acomodo de piezas en el tablero; casi siempre los bandos están claramente definidos: por un lado, el sindicato y sus aliados y por otro el gobierno y todos sus integrantes. Pero en esta ocasión, cuentan en los pasillos de poder, la historia es distinta.

Joel Sánchez opera en sincronía con Karla Aline Herrera; la secretaria de educación en el estado piensa que el sindicato de maestros será su aliado y plataforma electoral para proyectarla en el 2027 y 2030, de ahí la estrecha relación con la sección 19. Eso comentan los allegados de la funcionaria.

Y pudiera ser: el SNTE es el sindicato más grande, tiene miles de afiliados y el control de la mayoría de las escuelas; teóricamente es una plataforma muy potente para cualquier político, pero la hipótesis choca con la realidad cuando recordamos que los candidatos que ha impulsado el sindicato casi siempre pierden.

Entendamos algo: la fuerza de sindicato es real y sirve cuando involucra los intereses particulares de los maestros, pero no funciona cuando se intenta dar línea política en favor de alguien, porque los maestros no son tontos, ni aceptan a pie juntillas las indicaciones de sus líderes. Si así fuera, Nueva Alianza no tendría tan poca representación.

Para cuestiones políticas el pacto entre Karla Herrera y Joel Sánchez Vélez funciona; tratándose de acuerdos institucionales y estabilidad en el sector educativo es importante; para lo otro la historia es distinta, porque el líder sindical no le puede garantizar votos a nadie.

El problema de la secretaria aparecería si decidiera jugar con el sindicato y no con su gobierno, que antepusiera sus intereses personales y aspiraciones políticas por encima de la estabilidad del régimen al que sirve y pusiera en juego la imagen de la gobernadora.

Antes que pensar en una alianza electoral con el SNTE, la secretaria Karla Herrera debe privilegiar la gobernabilidad de la administración a la que sirve; si no logra lo segundo, no hay opción para lo primero.

·         nota

La ceremonia del grito de independencia en Morelos fue interesante porque de manera inédita el alcalde de Cuernavaca José Luis Urióstegui y la gobernadora Margarita González Saravia compartieron el escenario en la ceremonia cívica.

Formalmente se habla de una nueva etapa de camaradería, de coordinación y trabajo sin distingo de siglas, pero para muchos lo ocurrido esa noche abre la puerta a más cosas, refiere una relación institucional muy estrecha que podría dar paso a otro tipo de acuerdos políticos.

Digámoslo con claridad: desde el balcón del Palacio de Gobierno, José Luis Urióstegui se vio más cerca de Morena que del PAN. Hablo de la figura más representativa de Acción Nacional en Morelos, la que les ha permitido controlar por dos periodos consecutivos la capital y quien es indispensable para que el próximo candidato blanquiazul gane en el 2027. Si José Luis no está con el PAN, Daniel Martínez Terrazas no tiene ninguna posibilidad de ser alcalde de Cuernavaca.

La invitación que hizo la gobernadora Margarita González Saravia al edil fue de buena fe, trató de dar un mensaje de unidad en una ceremonia solemne. Pero aunque se quiera disfrazar, es obvio que la mandataria sabía los comentarios que esta situación iba a provocar; también Urióstegui entendió que su presencia ahí abriría un mar de especulaciones.

Ambos lo sabían y aún así actuaron. En política no hay casualidades.

·         post it

Sólo especulación: José Luis Urióstegui no es un panista afiliado, dos veces ha competido y ganado en Cuernavaca, pero en ambas ocasiones lo ha hecho como candidato ciudadano.

Sin ningún problema el abogado podría participar en la próxima elección bajo otras siglas y en ese plano Morena podría impulsarlo al primer distrito federal, lo que lo llevaría al Congreso de la Unión y lo colocaría en la lista de posibles candidatos a la gubernatura en el 2030, algo que no sucedería si queda en el congreso local como integrante de la bancada azul.

El Partido Acción Nacional ha cobijado a José Luis Urióstegui, pero no ha sido de forma gratuita: las siglas se posicionaron y los hermanos Martínez Terrazas han ganado mucho (pero mucho) con este acuerdo.

Parafraseando a Amado Nervo el abogado podría decir: “Panistas nada les debo, estamos en paz”.

·         redes sociales

Margarita González Saravia se veía muy bien en la ceremonia del Grito de Independencia. Mejor que Claudia Sheinbaum.

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