Observador político - Agreden a periodistas, guaruras del ex edil de Zapata, Sergio Alba

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - Agreden a periodistas, guaruras del ex edil de Zapata, Sergio Alba

El reciente proceso electoral en Emiliano Zapata ha puesto en evidencia una triste realidad: la gestión de Sergio Alba Esquivel, quien intentó reelegirse como alcalde, dejó al municipio sumido en una crisis económica, de inseguridad y, sobre todo, de corrupción. A pesar de las denuncias en su contra y las críticas generalizadas, Alba Esquivel, en lugar de aceptar su derrota y asumir la responsabilidad de su mandato, optó por presentar inconformidades ante los órganos electorales, tratando de revertir los resultados de unos comicios que, claramente, lo dejaron en evidencia.

UNA GESTIÓN MARCADA POR LA CORRUPCIÓN Y VIOLENCIA. Uno de los aspectos más alarmantes de su administración es el manejo de los recursos públicos. Con menos de tres semanas para finalizar su mandato, el proceso de entrega-recepción con su sucesor, Santos Tavares García, dejó al descubierto las irregularidades que caracterizaron su gestión. Si bien la inseguridad fue uno de los grandes temas de su gobierno, lo que realmente causó indignación fueron las condiciones en las que entregó el municipio.

Tavares García denunció que el parque vehicular del municipio estaba en pésimas condiciones, con vehículos en mal estado y con una cantidad inferior a la que estaba registrada oficialmente. A ello se sumaron los graves problemas de infraestructura en el edificio del Ayuntamiento, un inmueble recién inaugurado que ya presentaba problemas como inundaciones y la falta de aire acondicionado.

Lo más escandaloso fue el descubrimiento de un bono millonario autorizado por Alba Esquivel, de más de 4 millones de pesos, destinado a directores y exsecretarios del Ayuntamiento. Este acto, sumado a las sospechas de desvíos de dinero público para beneficiar a allegados del exalcalde, deja claro que los recursos del municipio fueron manejados de forma oscura y discrecional.

La culminación de este proceso de entrega-recepción fue aún más vergonzosa. Durante el evento, cuando periodistas intentaron cuestionar a Alba Esquivel sobre las irregularidades detectadas, este reaccionó de manera violenta, agrediendo a un reportero y permitiendo que sus guardaespaldas atacaran a varios miembros de la prensa. Este acto no solo refleja su incapacidad para rendir cuentas, sino también su arrogancia y el desprecio por la transparencia.

Es evidente que la administración de Sergio Alba Esquivel ha dejado una huella de desconfianza y corrupción en Emiliano Zapata; La promesa de su sucesor de realizar una revisión exhaustiva de las finanzas municipales es un paso necesario para tratar de esclarecer lo sucedido y poner en su lugar a quienes intentaron beneficiar a unos pocos a costa del bienestar de todos.

Empero, lo que está claro es que los ciudadanos de Emiliano Zapata no merecen seguir siendo víctimas de la falta de responsabilidad y de la impunidad que ha caracterizado la gestión del exalcalde. Es hora de que se tomen medidas contundentes y que los responsables enfrenten las consecuencias de sus actos.

LA HERENCIA DE SERGIO ALBA EN ZAPATA.- En un entorno político donde la transparencia y la cooperación deberían ser pilares fundamentales para el buen funcionamiento de cualquier administración, el caso de Sergio Alba Esquivel, alcalde de Emiliano Zapata, expone una realidad sombría: el ejercicio del poder no solo en términos de corrupción y desvío de recursos, sino también en la forma autoritaria y opaca en la que se han gestionado las relaciones dentro de su propio gobierno. Los hechos que involucran a la síndica del Ayuntamiento, Abril Medina Rabadán, son un claro ejemplo de cómo la violencia política se ha gestado en el seno de la administración panista.

CORRUPCIÓN Y VIOLENCIA POLÍTICA DE GÉNERO.- Lo más grave de este asunto es que, al igual que muchos otros casos de violencia política en el país, la respuesta de la autoridad fue la descalificación y la exclusión. La síndica relató cómo sus denuncias fueron ignoradas por las instancias correspondientes, forzándola a buscar protección personal ante la violencia que estaba experimentando, que incluyó amenazas telefónicas al inicio de la administración.

Esta violencia no solo es verbal o psicológica, sino que también se articula en decisiones que afectan directamente el ejercicio democrático: la exclusión de Medina Rabadán de las decisiones del Cabildo, una actitud que busca aplastar cualquier disidencia interna y mantener un control absoluto sobre las estructuras de poder.

Medina Rabadán ha acudido a instancias como el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac) y la Fiscalía Anticorrupción de Morelos para denunciar estos hechos.

Sin embargo, la pasividad del aparato político local ante la violencia política y las amenazas a la integridad de la síndica evidencian una falta de compromiso con la protección de los derechos humanos y la igualdad de género, dos elementos clave para que cualquier democracia funcione adecuadamente.

La actitud de Alba Esquivel hacia su compañera de gabinete refleja un patrón más amplio de control político y falta de respeto a las instituciones democráticas. Su gestión no solo ha sido incapaz de ofrecer respuestas claras sobre los problemas de inseguridad y corrupción que aquejan a Emiliano Zapata, sino que, además, ha sido un caldo de cultivo para la violencia política, un fenómeno que sigue siendo invisibilizado en muchos ámbitos.

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