Observador político - El cadáver político del PRD y la deuda impagable de Graco Ramírez
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Por más que se disfracen de “izquierda responsable” o intenten reciclarse en alianzas oportunistas, lo cierto es que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) arrastra consigo el hedor de sus peores traiciones. En Morelos, el rostro más visible de esa decadencia fue, sin duda, Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, quién en 2012, al alcanzar la gubernatura, optó por traicionar los principios de transformación nacional que decía defender al preferir respaldar el cuestionado triunfo del priista Enrique Peña Nieto en vez de acompañar el proyecto de Andrés Manuel López Obrador. Ese fue el primer clavo en el ataúd político del PRD.
LA TRAICIÓN DEL SOL AZTECA.- Pero la traición ideológica no fue el único agravio. Lo que vino después fue aún más ofensivo: una política de endeudamiento grotesca y corrupta que condenó a los morelenses a pagar durante décadas los excesos y caprichos de un gobierno profundamente alejado de las causas sociales. Basta con recordar que de 2012 a 2018, Graco Ramírez endeudó al estado con 28 créditos millonarios; 13 de ellos que comprometieron las finanzas públicas hasta el año 2042. ¿El resultado? Una deuda pública superior a los 6 mil millones de pesos hasta marzo de 2018, una losa financiera que pesa sobre el futuro de la entidad.
Los recursos no se usaron para fortalecer servicios públicos, mejorar el sistema de salud o garantizar la educación gratuita y de calidad como lo había prometido, no. Los préstamos sirvieron para proyectos que, lejos de beneficiar al pueblo, engordaron los bolsillos de contratistas cercanos y políticos serviles: el estadio Agustín “Coruco” Díaz, el Museo Juan Soriano y la actual sede del Congreso estatal, con obras con sobrecostos escandalosos y opacidad absoluta.
Más indignante aún es lo que ocurrió en el contexto del sismo del 19 de septiembre de 2017, cuando miles de familias quedaron en el abandono; los fondos internacionales, recursos federales y donaciones llegaron al estado para apoyar a los damnificados. ¿Y el resultado? Opacidad total. ¿Castigos? Ninguno. ¿Justicia? Menos. Graco Ramírez sigue libre, sin rendir cuentas, sin devolver un solo peso de los fondos desviados o mal utilizados.
No es casual que el PRD haya perdido su registro nacional en 2024, ya que fue una consecuencia lógica de su descomposición moral y política; lo verdaderamente alarmante es que ahora, sus restos intentan resucitar de la mano de los mismos personajes que lo hundieron, buscando alianzas con fuerzas de izquierda como Morena, PT, Verde y Nueva Alianza, como si el pasado no existiera, como si los errores fueran amnesia colectiva.
EL PUEBLO SI TIENE MEMORIA.- La izquierda auténtica no puede ni debe abrir la puerta a quienes traicionaron sus principios y saquearon al pueblo; y es que lo que representa Graco Ramírez no puede volver a esconderse bajo nuevos colores ni pactar desde las sombras. Su legado no es de justicia ni de progreso, sino de deuda, corrupción y abandono.
De ahí que si la izquierda quiere conservar su legitimidad, debe marcar un límite claro: con los traidores del pueblo, no se camina.
DE ÍDOLO A LASTRE: EL SAQUEO DEL CUAUH.- Hubo un tiempo en que Cuauhtémoc Blanco era símbolo de pasión popular, de arrojo, de rebeldía en la cancha; su nombre representaba al pueblo que resiste y se crece ante la adversidad, empero, ese ídolo se convirtió en un fantasma grotesco del poder cuando cambió las canchas por el despacho del Ejecutivo morelense. Hoy, su paso por la administración púbica, no sólo quedaron los recuerdos y sumida en el descrédito social, sino que dejó a tras de sí una estela de corrupción, denuncias penales y una deuda multimillonaria que deberá pagar el pueblo trabajador de Morelos.
El paso de Blanco Bravo por la gubernatura ha sido un experimento fallido en todos los sentidos, con consecuencias reales para una ciudadanía que no merece el abandono institucional ni la frivolidad con la que se manejaron los recursos públicos; y es que, según cifras oficiales, su administración heredó a la gobernadora Margarita González Saravia una deuda bancaria de 6 mil 300 millones de pesos. Y aunque su exsecretario de Hacienda, José Gerardo López Huérfano, insistió en que este pasivo es culpa del gobierno anterior (Graco Ramírez, PRD), lo cierto es que esta administración tampoco hizo nada para corregir el rumbo ni reducir la carga de la deuda, porque, por el contrario, se limitó a administrar el desastre con absoluta complacencia, mientras la tasa de interés se disparaba hasta el 11.25% en 2021.
Más grave aún es la sombra penal que persigue al exfutbolista. Las auditorías federales y estatales han señalado irregularidades en su administración; además, existen denuncias por intento de violación y otros delitos mientras fungía como titular del Poder Ejecutivo. ¿Dónde queda la ética pública? ¿Dónde quedó la rendición de cuentas?
EL OPORTUNISMO POLÍTICO DEL PRD EN MORELOS.- Con la amenaza de la desaparición rondando como sombra inevitable, el PRD en Morelos hace un último intento por aferrarse a la vida política, y tal como lo intenta Sergio Prado Alemán, presidente de lo que hoy solo puede llamarse el cascarón del Sol Azteca, anuncia sin rubor que su partido buscará aliarse solo con fuerzas de izquierda para las próximas elecciones.
Lo dice como si no hubiera un pasado inmediato que lo contradiga, como si no se hubieran arrodillado —por migajas— ante el PRI y el PAN en 2024, firmando la sentencia que hoy los condena al borde de la extinción.
Es casi cómico, sobre todo porque el mismo PRD que durante años se dedicó a despotricar contra Morena, contra AMLO, contra Claudia Sheinbaum, ahora busca un asiento —aunque sea de plástico— en la mesa de la Cuarta Transformación. Hoy, como si se tratara de un acto de redención sin penitencia, Sergio Prado quiere vendernos que “han reivindicado su posición como partido de izquierda”. ¿A cuál izquierda se refiere? ¿A la que firmó la traición de clase al aliarse con la derecha? ¿A la que abandonó principios por cargos? ¿O a la que busca desesperadamente un diputado plurinominal como salvavidas político?
Porque no nos engañemos: el PRD en Morelos no busca la unidad de la izquierda, ni la transformación del estado. Busca representación, sí, pero no para representar a los morelenses, sino para representar sus intereses de sobrevivencia burocrática. Basta señalar que de perderlo todo en 2024 —sin diputados, sin alcaldías, sin dignidad— ahora apuestan a una narrativa reciclada para rasguñar algún lugar en el Congreso, y quién sabe, quizás acomodar a algún viejo cuadro en una pluri de consuelo.
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