Observador político - Mujeres poderosas en Morelos
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

La reciente reunión interestatal celebrada en Morelos, encabezada por la gobernadora Margarita González Saravia, ha sido considerada como un evento histórico: cuatro mujeres al frente de sus respectivos estados —Clara Brugada, Delfina Gómez, Evelyn Salgado y la anfitriona morelense— reunidas para hacer frente a uno de los delitos que más golpea a la población trabajadora: el robo de vehículos.
EL LIDERAZGO DE MARGARITA GONZÁLEZ.- La titular del Poder Ejecutivo de Morelos, Margarita González Saravia no es solo una mujer de territorio, es una líder que se ha ido posicionado paulatinamente conforme avanza su gobierno a pesar de las herencias de corrupción, deudas financieras y sociales que le dejaron tanto Graco Ramírez Garrido Abreu como su antecesor, el tristemente célebre Cuauhtémoc Blanco Bravo. Hoy, la mandataria morelense junto a sus homólogas de la Ciudad de México, Estado de México y Guerrero en la tierra de mi general Emiliano Zapata, dejaron aun lado los abrazos y reconocimientos mutuos para fortalecer la unidad y evidenciar un cambio de fondo en beneficio de la sociedad.
Las cifras no cuentan todo
La gobernadora González Saravia afirmó que el robo de vehículos en Morelos ha disminuido un 24%, cifra alentadora, sin duda, y aunque es importante que haya bajado el delito, pero además, será vital y necesario que se combata la impunidad, sobre todo de aquellos personajes que son quiénes se benefician de estos crímenes y al mismo tiempo, conocer el por qué las mafias siguen vivas y operando sin que sean detenidos.
Los gobiernos anteriores, como el de Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco, dejaron un legado de corrupción, impunidad y abandono social. Margarita González heredó una bomba de tiempo y por ello, poco a poco, se han visto señales de ruptura profunda con ese pasado que tanto daño le hizo a la población.
GOBIERON DE TERRITORIO.- La gobernadora Margarita González Saravia se define como una “mujer de territorio”, es decir, es la voz de las mujeres campesinas, obreras morelenses, y la extensión de un proyecto que pone énfasis en la gobernabilidad de Morelos pero además, para lograr que haya justicia social.
Hoy con las nuevas mujeres cargos de gobierno demuestran y garantizan que hay un avance frente al patriarcado institucionalizado de los partidos tradicionales, y aunque no significa que por solo hecho de ser mujeres que están en el poder automáticamente, es popular, la realidad es que si están buscando las alternativas y los programas para ir avanzando en los delitos que más le pegan a las entidades de la zona metropolitana del centro del país.
De ahí que el discurso del “empoderamiento femenino” no solo se usa para legitimar políticas de seguridad alineadas con el Ejército y la Guardia Nacional, sino para ir tocando las raíces de la desigualdad, y combatir al mismo tiempo cualquier intento de simulación en la que no debe de haber espacio en la 4T.
EL TEMOR DE LOS JÓVENES A SALIR DE CASA.- Mientras las élites políticas de Morelos discuten reformas sin impacto real y se enfrascan en pleitos internos, los jóvenes —sí, esos que supuestamente “son el futuro”— caminan con miedo hacia sus escuelas y trabajos, por lo que, según el propio director del Instituto Morelense de las Personas Adolescentes y Jóvenes (Impajoven), Rodrigo Heredia del Orbe, este sector enfrenta riesgos cotidianos al abordar el transporte público. No es una percepción: es una realidad estructural.
¿De qué sirve una “consulta morelense juvenil” si los resultados no llevan a acciones concretas? ¿Cuántas veces más tendrán que decir los jóvenes que tienen miedo para que el Estado haga algo más que emitir diagnósticos y declaraciones institucionales?
Es un retrato cruel del abandono: jóvenes que se levantan temprano, que estudian o trabajan, que intentan sobrevivir a un entorno adverso, tienen que subirse a rutas donde podrían ser asaltados, acosados o, en el peor de los casos, asesinados. ¿Y cuál es la respuesta oficial? Bolsas seguras para guardar celulares en las escuelas. Como si el problema fuera que los estudiantes tienen acceso al teléfono, y no que podrían necesitarlo para pedir ayuda durante un asalto.
Mientras tanto, se agradece que Impajoven ofrezca atención psicológica gratuita, especialmente en un contexto donde la violencia, la precariedad y la ansiedad golpean con fuerza a la juventud. Pero no olvidemos que esa atención es un paliativo, no una solución estructural. ¿De qué sirve la terapia si la causa del sufrimiento sigue ahí, intacta, sin ser atacada de raíz?
El problema no es la moral individual, ni la conducta de los jóvenes, ni su apego a las pantallas; el problema es un sistema que produce miedo, desigualdad y violencia como parte de su funcionamiento diario. La juventud morelense no necesita discursos, necesita seguridad, transporte digno, oportunidades reales, y un gobierno que priorice la vida sobre las estadísticas electorales.
No se puede construir futuro en una tierra donde crecer significa exponerse al peligro todos los días. Y mucho menos, cuando el Estado ha renunciado a su deber más básico: proteger la vida.
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