¿Y ahora qué?

En opinión de Amador Ocampo Flores

¿Y ahora qué?

Estando en vísperas de finalizar el ciclo escolar, a tres años de inicio de la pandemia, mismos tres años que los cierres, clausuras y festejos han dejado un sinsabor. Pues, los festejos de antaño donde maestros, padres y niños llegaban ataviados con sus mejores galas para lucir en un magno evento hoy no están, donde el maestro de ceremonia elegia las mejores palabras de despedida para sus alumnos ahora menciona nombres de alumnos que desconoce y dice palabras sin sentido, donde los flashes de las cámaras parecían estrellas que alumbraban el cielo y la invitación a los banquetes era una promesa de convivencia que se escuchaba en cada rincón de la escuela hoy se callan bajo la premura. Quedando, un sentimiento de nostalgia y añoranza de tiempos de antaño que se diluyen en la memoria.

Los alumnos que egresande los distintos niveles educativos, se van inseguros, incompletos, con miedo, con esperanzas, con conocimientos incompletos, inclusive pensando en, qué les deparará el futuro o quién los recibirá en la siguiente escuela; es necesario, recalcar quién los recibirá. Por eso, los docentes de los diferentes niveles educativos que reciban alumnos no deben preguntales, cuestionarles y mucho menos exponerlos por sus carencias o sus lagunas, más bien, deben ecucharles, atenderles, abrazarlos y que se sientan recibidos, aceptados y bienvenidos. Y Juntos, realizar un acto de justicia dándoles las bases para que ellos adquieran las herramientas que como sistema educativo les hemos quedado a deber, como un acto de dignificación y resignificación del docente.

Por otro lado, esta el papel del docente, este ciclo escolar en especial ha sido de lo más tortuoso con trabajo presencial. Gtrabajo “hibrido”, alternando grupos de niños, en fin ha sido desgastante;no hemos parado y pareciera que fuimos dotados de una impronta desde el origen de los tiempos que nos dice “MUEVETE” y efectivamente nos seguimos moviendo, seguimos haciendo cosas, seguimos cumpliendo con los requisitos, con los lineamientos, con las exigencias, en ocasiones ganan las exigencias administrativas sobre el rendiciento y apropiación de conocimientos de los alumnos. Pero, poco a poco nos vamos desgastando y seguimos caminando para terminar el ciclo escolar o para participar en programas con la esperanza de mejorar nuestro salario, es decir, continuamos con la esperanza de un futuro mejor. Sin embargo, que futuro sería mejor más que aquel en el que estemos bien. Por eso, como docentes debemos regresar a nosotros mismos, tomarnos nuestro tiempo, descansar y visualizar para donde vamos, porque no hay más desgaste que un camino sin sentido.