Serpientes y escaleras - El dilema de la seguridad

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El dilema de la seguridad

Es evidente que el tema tiene nervioso al gobierno y eso no ayuda a que la situación mejore

 

El dilema de la seguridad

La inseguridad y la violencia son dificultades muy graves que aquejan a todo el país, se han acentuado en Morelos desde hace más de dos décadas, influyen en la percepción ciudadana sobre los gobiernos y marcan la narrativa del diálogo colectivo. El tema es delicado y provoca nerviosismo en los funcionarios al punto que hay momentos en los que cualquier referencia a la situación se considera un ataque y se asume como una traición. ¿Callar resuelve el problema?

El esfuerzo que hace el gobierno de Margarita González Saravia en materia de pacificación es loable y supera por mucho lo que hicieron los cuatro últimos mandatarios, para quienes el tema era argumento permanente de discurso, pero rara vez lograba su atención personal.

No es así ahora: la gobernadora encabeza casi todos los días las mesas de seguridad en donde participan los tres poderes del estado y representantes de los tres niveles de gobierno, la jefa está al pendiente en todo momento de la situación que guarda el estado en materia de seguridad y se involucra directamente en el trabajo que realiza el fiscal y el titular de la SSP. Sin ser experta, ni haber utilizado el tema como eje de su campaña, la dama actúa con más compromiso que sus antecesores.

El esfuerzo no es en vano, ni se trata solo de actos de buena voluntad: Miguel Ángel Urrutia es experto en la materia y está acompañado de un equipo de alto nivel que ha pasado de la reacción a la acción: de forma permanente realizan trabajos de inteligencia, investigan, identifican, detienen y ponen a disposición de las autoridades judiciales.  

Lo mismo pasa del lado de Edgar Maldonado: su llegada cambió la dinámica de la dependencia porque a diferencia de su antecesor, el nuevo fiscal no llegó a hacer de la oficina un centro de negocios y acuerdos. Con él al frente se han multiplicado las detenciones y puestas a disposición, los cateos y las acciones para depurar la fiscalía. Evidentemente falta más que hacer en este último punto, pero dada la dinámica operativa y legal de la oficina, el tiempo es un factor que se debe considerar al momento de hacer cualquier cambio.

La dupla Urrutia / Maldonado es eficiente porque trabaja de manera coordinada y a diferencia del pasado reciente, donde los fiscales y los secretarios trabajan por separado y cotidianamente se ponían mutuamente piedras, hoy se trata de una labor en equipo que persigue los mismos objetivos y en donde no existe protagonismo de ninguna de las partes.

Pero el reto para el gobierno estatal va más allá de lo que hagan los funcionarios desde sus trincheras, porque más allá de cifras y datos estadísticos, el cambio en la percepción ciudadana sólo ocurrirá cuando sean las personas quienes comiencen a hablar de que hay mejoría.

No hablo de inventar remedios mágicos, sino de recurrir a un método probado: más que números se requiere cercanía con la gente, participación ciudadana, presencia visible de las policías y una comunicación honesta. Para cambiar la percepción de inseguridad que hay en Morelos no basta con dar cifras, la clave está en conectar los esfuerzos de pacificación con la vida cotidiana de la gente.

Digámoslo de esta forma: para modificar la narrativa de inseguridad y violencia que prevalece en la entidad desde hace más de dos décadas se podría comenzar por cambiar el lenguaje y el tono del mensaje, evitando frases triunfalistas que se repiten en todos los gobiernos y que, en lugar de generar confianza inmediata, refieren las mismas viejas acciones de siempre.

Reconocer la realidad es fundamental para conectar con las personas, hay que aceptar que la gente tiene miedo y que se siente insegura; a partir de ahí se debe construir un discurso que enumere avances y logros con acciones concretas que apuntan a un momento mejor para todos. Decir que estamos bien, mejor que antes, es lo mismo que han dicho los últimos cuatro gobernadores y la gente ya no lo cree.

Para hacer más aceptable la narrativa se podría recurrir a historias reales de ciudadanos que hablen por experiencia personal sobre mejoras en su colonia, en su calle o en su vida personal; si tomamos como base los muchos casos que las autoridades dicen haber resuelto, sin problema habrá alguien que se atreva a compartir su experiencia con los demás.

Luego están las señales generales que se perciben de manera inmediata por los ciudadanos, como el patrullaje a pie que hace muchos años no vemos, la presencia permanente de vehículos de seguridad en tareas de prevención, los retenes que hacen pensar que las autoridades están actuando y el rescate de espacios públicos a través de acciones de limpieza, iluminación y presencia policiaca.

Un tercer punto radica en evitar negar la percepción o tratar de combatirla solo con cifras; si la gente tiene miedo y se siente insegura, no importa lo que digan las autoridades, eso no va a cambiar su estado de ánimo ni su forma de pensar. Los mensajes de seguridad y los resultados deben ir más allá de la figura del funcionario: es común que los comunicados oficiales incluyan la fotografía del político en lugar de mostrar algo que refuerce los hechos; la narrativa en materia de seguridad debe centrarse en la gente y la policía, no en los servidores públicos de primer nivel, aunque estos anden en precampaña.

Las tareas de pacificación van más allá de armas y policías, no se trata simplemente de una guerra entre buenos y malos, para que la percepción cambie es imperativo involucrar a la sociedad, sensibilizar a la gente del trabajo que se hace y provocar que sean los propios ciudadanos quienes hablen de que las cosas están mejorando.

Para que ello suceda se necesita de mucho más que operativos, cateos y detenciones, se tiene que comunicar adecuadamente desde diferentes ángulos y formas, con contenido informativo oportuno, pero también con acciones físicas que visualmente hagan que la gente perciba trabajo y cercanía.

La estrategia debe moverse en la narrativa de que juntos estamos construyendo confianza y mejorando la seguridad, no en el mensaje repetitivo de que estamos mejor que antes solo porque gobierna alguien distinto.

Comunicar no es solo mandar boletines. Callar los hechos no cambia la realidad.

·         posdata

Lo ocurrido el martes pasado en el marco de la marcha de las estudiantes normalistas de Amilcingo es interesante por la manera como se desarrollaron los hechos. Cada año las alumnas vienen a la capital a presentar un pliego petitorio y muchas veces las demandas se acompañan de reclamos que derivan en violencia.

La de este año tenía todos los ingredientes para acabar mal: maltrato a las alumnas, intervención perversa del SNTE y un alto grado de maltrato e indolencia de parte de los profesores de la escuela.

La normal rural de Amilcingo se ha caracterizado por la firmeza de sus estudiantes, por su activismo, por sus altos niveles de ideologización y su capacidad de manifestarse a la primer provocación. Lo que desde el mes de abril comenzó a suscitarse en ese plantel educativo fue del conocimiento de las autoridades, pero salvo el director del IEBEM y la directora de la escuela, nadie más dio importancia a los hechos, quizá por la lejanía del lugar o porque las jóvenes pertenecen a un estrato social muy humilde.

La directora del plantel Cristina Quiroz logró contener la crisis hasta donde pudo, pero la necedad de los maestros con el apoyo del líder se la Sección 19 del SNTE descompuso las cosas al punto que la de esta semana pudo ser una marcha muy dura, con violencia y más agresividad de la que vimos el año pasado, cuando quemaron colchones afuera del palacio de gobierno en Cuernavaca.

Antes de que las jóvenes acudieran a la capital hubo una intensa operación política de Leandro Vique y Cristina Quiroz con las y los estudiantes de Amilcingo y de las diversas normales que llegaron en apoyo; la presión disminuyó gracias a lo que se habló el fin de semana, por ello que cuando las alumnas llegaron el martes a Cuernavaca no portaban pasamontañas, señal de que llegaban dispuestas a dialogar.

Pero la clave de la solución a esta historia estuvo en la intervención directa de Margarita González Saravia, quien a diferencia de otros mandatarios dialogó personalmente con la representación estudiantil y escucho de viva voz sus peticiones.

Su presencia y disposición al diálogo marcó la pauta en la reunión y permitió que los acuerdos se lograran sin presiones externas. La gobernadora confirmó con hechos que su discurso de apertura y tolerancia es real y no solo una expresión demagógica; encabezar la mesa de trabajo permitió destensar la situación, conectar con la comunidad normalista y evitar que la presencia de los estudiantes en la capital derivara en actos de violencia.

Lo que hizo la gobernadora es histórico, no había ocurrido hace muchos años y merece reconocimiento. Como sucedió con la negociación presupuestal, cuando ella misma dialogó, negoció y acordó, en el caso de Amilcingo fue la propia gobernadora quien alcanzó puntos de acuerdo.

Por cierto, en esta trama la secretaria de educación Karla Aline Herrera mostró que no domina el tema y que desconoce la situación que se vive en la normal. Ojalá no sea así con las demás áreas a su cargo.

·         nota

El secretario de seguridad pública estatal Miguel Ángel Urrutia confirmó que Luis Noé Bretón, ex director de protección civil en el gobierno de Antonio Villalobos estaría implicado en el secuestro de la chef Zahie Téllez y su esposo, ocurrido en noviembre pasado. El exfuncionario municipal formaría parte del grupo delictivo Los Mayas, liderado por Abel Maya.

En su conferencia de prensa bisemanal, el responsable de la seguridad estatal enumeró los operativos y acciones realizadas por la secretaría, además de puntualizar hechos destacados como la desarticulación de bandas, cateos y detención de generadores de violencia.

Junto a Noé Bretón fue aprehendido un sujeto de nombre Marco “N”, alias El Matute y/o El Marino, policía en activo de Huitzilac y parte del grupo delictivo Los de Siempre y/o Los Mayas. En el lugar de la captura, dentro del poblado de Chamilpa, habrían sido enterrados varios cuerpos de personas que fueron privadas de la vida por este cártel, incluidos los propietarios del terreno.

La detención de estos personajes es significativa porque a decir de las autoridades, se trata de una célula delictiva muy peligrosa, generadora de violencia, a quienes se atribuyen varios de los asesinatos ocurridos en las últimas semanas en la zona metropolitana del estado. Ponerlos tras las rejas ayuda a las tareas de pacificación en las que participan funcionarios de los tres poderes y los tres niveles de gobierno.

En esta historia surgen en paralelo los nombres de dos expresidentes municipales, porque dos de los detenidos fueron figuras muy cercanas a ellos: Antonio Villalobos, alcalde de Cuernavaca y Rafael Vargas, alcalde de Huitzilac.

El trabajo de seguridad no para y consigue buenos resultados, el problema surge cuando los jueces liberan a los delincuentes. 

·         post it

La buena: Cuentan en los pasillos de poder que en el gabinete estatal ya no hay dos grupos.

La mala: Dicen que ahora son cuatro.

La peor: Y todavía no se cumple un año de gobierno

·         redes sociales

Si todo marcha bien y sobre ruedas, no hay nada de qué preocuparnos, ni existen motivos para enojarse.

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