El tercer ojo - ALGUNOS ELEMENTOS DE PSICOLOGÍA PARA ENTENDER QUÉ ES EL AISLAMIENTO FÍSICO
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
José Saramago expresa en su magnífica obra, Ensayo Sobre la Ceguera, lo siguiente:
“La ocurrencia había brotado de la cabeza del ministro mismo. Era, por cualquier lado que se la examinara, una idea feliz, incluso perfecta, tanto en lo referente a los aspectos meramente sanitarios del caso como a sus implicaciones sociales y a sus derivaciones políticas”.
El escritor portugués y laureado Premio Nóbel de Literatura, prosigue:
“Mientras no se aclarasen las causas, o, para emplear un lenguaje adecuado, la etiología del mal blanco (…), mientras no se encontrara para aquel mal tratamiento y cura, y quizá una vacuna que previniera la aparición de casos futuros, todas las personas que se quedaran ciegas, y también quienes con ellas hubieran tenido contacto físico o proximidad directa, serían recogidas y aisladas, para evitar así ulteriores contagios que, de verificarse, se multiplicarían según lo que matemáticamente es costumbre denominar progresión geométrica. Quod erat demonstrandum, concluyó el ministro. (…) En palabras al alcance de todo el mundo, se trataba de poner en cuarentena a todas aquellas personas, de acuerdo con la antigua práctica, heredada de los tiempos del cólera y de la fiebre amarilla, cuando los barcos contaminados, o simplemente sospechosos de infección, tenían que permanecer apartados cuarenta días”.
La trama de la novela describe todo el proceso de aislamiento y las consecuencias que acarrea éste para todos y cada uno de quienes vivencian la cuarentena, encerrados en lo que hubiese sido un hospital psiquiátrico.
Narra, desde las nuevas formas de relación, roles, liderazgos, organización y división del trabajo, distribución de los recursos necesarios para sobrevivir a las nuevas circunstancias, explotación del trabajo humano, relaciones de dominio-subordinación, asunción del poder, explotación sexual, etc.
Asimismo, dibuja las consecuencias de la Epidemia de Ceguera Blanca para la dinámica social, política, económica y cultural fuera de las condiciones de existencia de quienes enfrentan la cuarentena.
Y, según aprecio, la metáfora de la Ceguera Blanca nos empuja hacia la reflexión necesaria sobre el hecho de que hemos sido incapaces de ver, más allá de lo evidente, lo que cotidianamente tenemos enfrente; por un lado, el individualismo que nos ciega ante las condiciones que enfrentamos colectivamente; y, por otro lado, las cualidades que colectivamente se expresan para afrontar exitosamente las calamidades que se presentan una y otra vez.
Por su lado, Albert Camus, en su novela La Peste, narra cómo es impactada la vida en una ciudad, una vez que se hubo declarado la presencia de una peste, de una epidemia.
Sin embargo, más allá de describir cómo las desgracias pueden elicitar los mejores, o peores sentimientos, emociones y actitudes de las personas para luchar y lograr sobreponerse a lo que les agobia, como individuos, muestra que, sin la valía y responsabilidad de los cuerpos de médicos y profesionales de la salud, sin su responsabilidad ética, es imposible afrontar exitosamente estas calamidades.
El protagonista es el doctor Rieux, quien pudiendo salir del lugar, decide quedarse en la ciudad porque marcharse sería desertar, cosa que le generaría sentimientos de culpa; siente, por ello, la necesidad de combatir y resistir de pie para acabar con el mal –que, por sus características y rasgos, parece ser la temible y terrible peste bubónica—.
Esta enfermedad avasalla las vidas e ilusiones de miles de seres humanos. El miedo, la ansiedad, angustia y desesperación (el Síndrome de los Tecolines) inoculan a las personas; la desesperanza, como la misma epidemia, abate a quienes han vivido en la Ciudad de Oran; la duda y la incertidumbre inundan las calles, nadie cree en nada ni en nadie; empero y a pesar de tales circunstancias que acompañan al mal, además del doctor Rieux, hay otras personas dispuestas a ayudar y a conseguir terminar con el horror.
Una lucha constante entre sentimientos y emociones antitéticas; entre valores y creencias, se expresa sin que se pueda tener plena conciencia de ello.
El esfuerzo común, finalmente, logra que la peste acabe, desapareciendo ante el júbilo de todos. Pese a ello, queda planteada la duda sobre si es posible que la amenaza siga vigente y algún día regrese.
Hoy por hoy, la nueva Peste, el COVID 19, muestra estos rasgos que, sin embargo, ahora podemos afrontar con mucho más y mejores recursos que los que se tuvieron en otras épocas y lugares; hoy por hoy, como se muestra por los datos que los organismos encargados de dar seguimiento a esta calamidad, su incidencia, distribución, comportamiento o letalidad, son minúsculos comparados con las “pestes” precedentes; hoy por hoy, más allá del miedo, ansiedad, angustia, desesperación, desesperanza, incredulidad, abatimiento, sentimientos de culpa y otras calamidades psicológicas que se muestran, podemos contar con recursos colectivos y psicológicos para afrontar exitosamente esta coyuntura.
Hoy por hoy, las consecuencias de un distanciamiento físico, que no social; distanciamiento de actividades colectivas, que no sociales; distanciamiento masivo de actividades cara a cara, espaciotemporalmente condicionadas, podemos superarlas con la interactividad asegurada por los avances tecnológicos de la comunicación y la relación social a través de la internet.
Hoy por hoy, estamos condenados a no perecer en el intento. Estamos condenados a triunfar.