El fenómeno migratorio y la Identidad

En opinión de Rodrigo Abelardo Botello Martín

El fenómeno migratorio y la Identidad

Quisiera en esta ocasión compartirles una visión histórica del fenómeno que llamamos migración desde los primeros datos que la historia tiene registrados.

En las clases de historia todos aprendimos que nuestros antepasados fueron nómadas y que iban de un lugar a otro en busca de animales para cazar, y así satisfacer las necesidades alimentarias y de abrigo al adquirir carne y pieles. Ellos estaban dispuestos a asumir todos los riesgos que su travesía implicaba, ya que en ello les iba la propia vida. Y así,  pasando por el Estrecho de Bering comenzaron su camino hacia el sur del continente americano que duró miles de años. Los grupos se iban asentando durante su milenario trayecto llegando hasta el último punto del sur en la Patagonia, formando las diferentes culturas que fueron adaptándose a las condiciones de clima y tierras que encontraron en cada región.

Sólo unos ejemplos para ilustrar lo anterior, podríamos mencionar a los esquimales que se adaptaron a vivir en el hielo: se acostumbraron a vivir en ambientes hostiles por el exceso de frío. Por otro lado, los primeros pobladores del norte de los Estados Unidos nunca pararon su marcha, siguiendo siempre el camino de las manadas de animales que les daban sustento. Por lo que respecta a las culturas que se asentaron en Mesoamérica, sus habitantes aprendieron a cultivar la tierra y a obtener de ella los productos que necesitaban para sobrevivir. Es en nuestro país donde florecen grandes culturas y se realizan establecimientos exitosos que empiezan a hacer que la migración disminuya, ya que las condiciones climatológicas y las tierras fértiles permitían un etilo de vida sedentario.

Algunos historiadores sostienen que los primeros pobladores de la región comprendida desde Alaska hasta Córdoba, Argentina tienen una misma raíz en la cultura náhuatl, la cual tuvo su más alto desarrollo en la zona central del continente.

Por lo anterior, podemos afirmar que el hombre desde su aparición en el mundo, ha caminado de un lugar a otro en busca de una mejor calidad de vida para él y su familia, constituyéndose así, el fenómeno de la migración, como algo inherente al ser humano.

Actualmente el migrante llega a ocupar un espacio en una ciudad ya formada totalmente, con servicios públicos, con un orden social determinado, a diferencia de esos primeros grupos que llegaban a construir sus ciudades desde sus propios cimientos. Esta movilidad de la población que se da entre los habitantes del propio país, generalmente pasa inadvertida por los habitantes de esa ciudad: es algo de lo que no nos damos cuenta, sin embargo, si observamos bien, nos percatamos que muchas de las grandes ciudades de nuestro país están formadas por migrantes que aun cuando tienen la misma nacionalidad son personas que llegan en busca de mejorar sus condiciones de vida.

La ciudad de México es un gran ejemplo de este fenómeno migratorio interno. A principios de los años 50 la composición del núcleo de población, se formó en un 80% de mexicanos que vivían en las zonas rurales y sólo un 20% lo constituía la sociedad urbana. Son muchos los fenómenos que han influido para que estas cifras en la actualidad prácticamente se hayan invertido, en siguientes publicaciones trataré de ir compartiendo con ustedes este suceso.

Hoy sólo me concretaré a pedirles que hagan una reflexión: ¿cuántos de ustedes que hayan nacido en Morelos, tienen padres nacidos en este estado?, ¿y sus abuelos, también son nacidos aquí?

Al hacer estas observaciones, podríamos llegar a afirmar con certeza que nuestro estado es un mosaico multicultural y multiétnico, que algunos hemos nacido aquí porque nuestros padres llegaron a vivir al estado en busca de alguna oportunidad, pero que en la mayoría de las ocasiones, no han podido o no han querido involucrarse con la problemática y cultura de nuestra entidad y que mientras no exista esta identificación de los habitantes con los problemas propios y la riqueza cultural de esta tierra, no la sentiremos nuestra ni nos sentiremos parte de ella.