Escala de Grises - El país que habitamos
En opinión de Arendy Ávalos
En días recientes, circuló un video que estremeció a Twitter —plataforma en la que se difundió—, pues mostraba una realidad de la que muchas personas tienen conocimiento, pero con la crudeza a la que muy pocas (relativamente) tienen acceso. Se publicó el 15 de septiembre en la cuenta de “Buscadoras de la Paz” y, hasta el momento en que se redactó esta columna, contaba con 10 mil reproducciones.
El escenario es el mismo durante menos de 60 segundos. Un grupo de personas, en su mayoría mujeres, se encuentran dentro de un inmueble deshabitado en la colonia San Bosco, en Hermosillo. Sus ojos apuntan hacia el suelo, específicamente a la excavación que está bajo sus pies.
En un área de pocos metros, la tierra se acumula para dejar a la vista un cuerpo. Es el cuerpo de Víctor, un joven de 24 años que desapareció en Hermosillo el pasado abril. Víctor era hijo de Enedina, quien después de enterarse de su desaparición forzada, acudió a buscar el apoyo de las autoridades.
Después de que le dijeran que la carpeta de investigación de su hijo se había extraviado, Enedina comenzó una investigación para encontrar a Víctor. Gracias a ella —y a una llamada anónima que confirmó sus sospechas— pudo dar con el lugar en el que se encontraban los restos de su hijo.
En esta labor participó el colectivo Buscadoras por la paz un grupo de mujeres sonorenses que se dedican a investigar y encontrar a víctimas de desaparición forzada, entre las que se encuentran sus propios familiares.
“Ahí está tu hijo para que le llores” fueron las palabras que una integrante del colectivo le dio a Enedina, mientras le sostenía medio cuerpo para que no se desvaneciera. Enedina grita el nombre de su hijo y se inclina sobre sus restos. Llorar y murmurar el nombre de Víctor como una plegaria es el único consuelo que tiene, mientras ve el cuerpo de su hijo cubierto de tierra.
Sus compañeras, conscientes de los procesos que se deben llevar a cabo, le piden que no toque nada, para no borrar las evidencias por las que la Fiscalía General de Justicia del Estado y el Servicio Médico Forense llegaron más de 24 horas tarde.
El cuerpo de Víctor fue exhumado y, ahora, deberá ser sometido a otras pruebas para comprobar su identidad. Enedina tardará otros meses más para poder darle sepultura a su hijo. “No buscamos culpables. Queremos llevarnos a todos nuestros seres queridos a una parte digna donde puedan descansar” fue la declaración de Cecilia Delgado, lideresa del colectivo.
Ese es el México que tenemos entre las manos. Ese es el país que habitamos, uno en donde la falta de respuesta por parte de los gobiernos (de todos los niveles) obliga a que las personas se organicen y formen grupos de búsqueda para localizar a sus familiares, para identificar a los 75 mil desaparecidos cuyas carpetas desaparecen o se archivan.
Un país en el que las madres salen a buscar a sus hijos desaparecidos y a las hijas desaparecidas de otras mujeres con sus propias manos, literalmente, porque las autoridades no levantan un solo dedo para lograrlo. La negligencia. La injusticia. La rabia colectiva.
El hallazgo del cuerpo de Víctor es uno de los miles que faltan. Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador han desaparecido 9 mil 910 personas en México, situación que se ha abordado una y otra vez en sus informes y en sus conferencias matutinas; pero que sigue sin resolverse.
Fantasma de las elecciones pasadas
Ricardo Anaya fue tendencia el lunes de la presente semana por una noticia que sorprendió a muchas personas y a otras… No tanto. El título de este apartado es completamente a propósito. En el famosísimo cuento navideño (que después fue película) de Charles Dickens el protagonista de la historia tiene varias epifanías de lo que fue, es y será su vida si no cambia el rumbo. ¿Le suena familiar el discurso?
Exacto. Fue la misma estrategia que utilizó el excandidato presidencial del PAN para dar a conocer que regresaría a la vida pública. ¿Por qué? Porque el futuro de México y la prosperidad de nuestra nación está en peligro.
Como siempre, si usted no vio el comunicado, aquí le traigo el resumen. Los tópicos que abordó —y con los que atacó al gobierno de López Obrador, sobra decir– fueron la economía, la seguridad, la corrupción, la crisis de salud derivada [o no] de la pandemia y la política energética.
En palabras más, palabras menos, Ricky Riquín Canallín nos dice que ya llegó a salvarnos del malvado AMLO que solo le hace daño México, que quiere ayudarnos a construir un mejor futuro, que la elección del 2018 estuvo fea, pero ya pasó y que, por favor, ya no votemos por Morena.
Seré muy breve. El storytelling o la narrativa, si usted así lo prefiere, es una estrategia bastante conocida en campos como la publicidad, la mercadotecnia, la comunicación y, en lo que aquí nos atañe, la comunicación política.
La estrategia fue utilizada por los asesores y asesoras de Ricardo Anaya para contarnos la historia de una señora que lucha para vencer el cáncer de su hija y, al mismo tiempo, emprender un nuevo negocio.
O sea, para bajar todos los tópicos de los que habló y sintetizarlos en un caso particular; para decirnos “miran, cómo está afectando toda esta situación a las familias mexicanas”. Lo que parece no quedarle claro al panista es que la gente a la que pretende ayudar ya lo sabe todo.
En algo tiene razón Anaya, las elecciones del 21 y el 24 serán decisivas e importantísimas para el desarrollo y crecimiento del país. Sin embargo, lo importante está en el papel de la oposición que, como el presente gobierno, tampoco está a la altura de las circunstancias.
Si el plan es regresar al poder, se les está haciendo tarde desde muchos ayeres. Cuando pase la histeria colectiva, el sentimentalismo y las emociones dejen de estar a flor de piel, las personas comenzarán a preguntarse: ¿Qué has hecho por mí? ¿Qué has hecho por la ciudadanía?
Para el 2021 las elecciones se definirán por el desempeño de las y los candidatos durante la pandemia, sus esfuerzos por reactivar la economía y los apoyos reales, tangibles que le hayan brindado a la población. Ojo con eso. El deber de la oposición para el próximo proceso electoral será responder las preguntas anteriores con hechos, sin dejar de lado las estrategias, los discursos empáticos y la interacción digital, que marcará la diferencia.
O quién sabe. Tal vez me estoy adelantando y lo único que Ricardo Anaya quería era promocionar su libro de 12 capítulos.
Ya veremos:
@Arendy_Avalos en Twitter