A Nivel Banqueta - Las calles de Cuernavaca
En opinión de Francisco Valverde Prado
Las calles de nuestra ciudad a simple vista están destrozadas. Muchas de ellas más que espacios para viajar, parecen espacios pensados para practicar deportes extremos. ¿Pero cómo llegamos a una situación tan terrible y vergonzosa? Ellas, nuestras calles, son un símbolo de lo que somos y queremos ser; es hablar de nuestra cultura, de nuestras creencias y de nuestra forma de vida.
¿Quién gana la calle en Cuernavaca? La ilegalidad, desorden, violencia y la ausencia de una cultura ciudadana que nos permita vivir en paz y armonía. Quien gana la calle nos muestra el ejemplo a seguir, nos enseña a como comportarnos en el espacio público. La calle es también un ente educador. Si nuestras calles están invadidas de agandalle y actos ilegales, ¿cómo imaginar una Cuernavaca segura?
Hoy, hablar de nuestra ciudad es hablar de clanes que luchan entre sí para conservar sus privilegios e intereses. Ante el derrumbe de nuestros gobiernos y la falta de civilidad, surgen los clanes, grupos de poder al margen de la ley, resultado de un estado corrupto y derrotado. Ninguna autoridad podrá darnos buenos resultados si carece de liderazgo y respeto.
¿Qué es lo primero que observamos al transitar las vías y caminos de la capital morelense? Con toda seguridad; ilegalidad y desorden. Nuestra ciudad carece de los elementos necesarios para ser considerada funcional.
Si queremos que Cuernavaca se transforme y provocar un cambio de paradigmas, es necesario ir más allá de los clanes, tribus y cárteles para lograr gobernar nuestras calles y transformar nuestro miedos en esperanza.
La calle entendida como un símbolo de lo que somos, expresa claramente el problema de Cuernavaca: la ciudad del agandalle. En un primer momento, necesitamos poder transitar cualquiera de nuestras vías en total libertad. Hoy, el caminar en La Eterna Primavera es un acto de rebeldía. Los puestos ilegales, postes abandonados, falta de señalización e infraestructura, no permiten que las personas puedan caminar en nuestra urbe.
Ningún foro, discurso o partido político tendrá valor si no puede transformar esta simple realidad. Nos hemos acostumbrado a las palabras huecas de cada tres o seis años, a las mentiras de nuestros mal llamados políticos. Mientras no cambiemos a nivel banqueta lo que somos, no saldremos del estado tan desastroso en el que nos encontramos. No habrá partido político, candidato o color que pueda darnos resultados distintos a lo que tenemos si no comprendemos lo que cualquier ciudadano de carne y hueso requiere para vivir en un espacio determinado.
¿Qué hará el próximo Ayuntamiento de Cuernavaca? Es muy pronto para saberlo pero por ahora, no se ven señales de posibles acciones disruptivas o que puedan darle un golpe de timón a la ciudad. Más reuniones, juntas de café o estructuras partidistas, nada representan en favor de las personas y mucho menos los peatones. Hoy quien piense que personajes acartonados y sin gracia, pueden mostrarnos un nuevo camino a seguir, se equivocan. Hoy necesitamos de seres humanos creativos, con la capacidad suficiente para imaginar un nuevo modelo de ciudad.
El primer requisito para tener una calle segura es poder caminar en ella.
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