Columna Desde la Torre - ¨¡Abajo el tirano!¨
En opinión de Roberto Enrique Rodríguez Guerrero
Robespierre lanzó un aullido de dolor. Obligado a arrodillarse, fue acomodado bajo el filo de la guillotina. El mismo pueblo de París que lo vitoreara antaño se agolpaba ahora a su alrededor, regocijado con la inminencia de su muerte. Lo último que escuchó el Incorruptible fue su clamor “¡Abajo el tirano!". Robespierre, antes de la Revolución Francesa, respaldó el sufragio universal y directo, abogó por las libertades de prensa y de reunión, defendió la educación obligatoria y gratuita y exigió la abolición de la esclavitud y hasta de la pena de muerte.
Una vez que se dio la toma de la Bastilla, y se hace del control político, como diputado encabezó el Comité de Seguridad Pública, -el reinado del terror- Robespierre cambia radicalmente, el abogado, escritor y político francés, se convirtió en un convencido partidario de la pena capital, con su elocuencia, su supuesta integridad moral y la austeridad de sus costumbres acabarían por aglutinar en torno suyo a seguidores que lo señalaban como un ejemplo de virtud. Incluso le llamaban el Incorruptible, reivindicó la concesión de derechos políticos completos a toda la ciudadanía, y no solo a la nobleza y el clero, afirmó que “Todo en Francia va a cambiar ahora”; destacó por su defensa a ultranza de las reformas democráticas y su encendida animadversión hacia los sectores monárquicos, llevar al rey Luis XVI y a su familia al cadalso y expulsar a los girondinos de la Asamblea, emprendió una campaña antibélica para evitar el riesgo contrarrevolucionario; democratizar la política al son de la guillotina, enviado a todo aquel que manifestaba alguna opinión adversa a la dictadura, dejando decapitadas en siete meses a 30 mil personas. Integró oficialmente el Comité de Salvación Pública, impulsó la ley de Sospechosos “proyectada para reprimir fácilmente a los enemigos, genuinos o pretendidos, de la Revolución. Al mismo tiempo, concedió facultades policiales a las sociedades populares, aumentó las potestades del Tribunal Revolucionario y creó el Ejército Revolucionario, una milicia de sans--culottes, de desharrapados, a la que confió la vigilancia y el castigo de los reaccionarios y el aprovisionamiento de las ciudades”; instaurando su dictadura, postergó los conceptos ideológicos en que se fundamentó la Revolución Francesa, “Libertad, Igualdad y Fraternidad”; decía que la República debía ser fuerte y que el Terror era la fuerza de la República, Francia vivió una orgía de sangre durante 10 meses, período más despótico del mandatario, librado de toda oposición, hizo y deshizo a sus anchas, con solo su criterio ordenó la redistribución de las riquezas, anuló cualquier viso de garantía procesal que pudiera restarle a un acusado, por ejemplo la comparecencia de testigos y defensores.
Nombrado uno de los ocho delegados por el Tercer Estado (el pueblo llano), importante redactor de la Constitución de 1791. En su dictadura no quiso ningún contrapeso, mandó a la guillotina primero a Jean-Paul Marat, posteriormente a Georges Jacques Danton, y a René Hébert líder del grupo extremista de la Convención, llamado la Montaña, estas ejecuciones señalaron el inicio del período más despótico del mandatario
Robespierre, Había tensado demasiado la cuerda. Su férreo control de la Revolución se había vuelto en su contra, quedado sin bases sociales y políticas en que cimentar su autoridad, junto a veintiún seguidores Robespierre acabó sucumbiendo, su caída política ocasionada por la propia inestabilidad que él mismo había generado. La tarde del 28 de julio de 1794, llevado a la plaza de la Revolución, hoy de la Concordia, su aspecto era deplorable, en lugar de la pomposa peluca que solía llevar, una venda ensangrentada cubría parte de su cabeza.
Esta parte de la historia, debe de ser un punto inflexible para todos los jefes de Estado del orbe, algunos solo para satisfacer sus ambiciones se aventuran, pero no hay mal que dure 100 años y pueblo que los soporte. México no puede ser la excepción de quien utilizando las masa llega al poder de la nación, enfoca su objetivo a una dictadura populista, AMLO, impulsa barreras, trucos en contra de la incipiente democracia mexicana, ataca ferozmente a los medios de comunicación y a todo aquel que se manifieste como su enemigo, pretende esclavizar y sin tener mayor interés por las clases más vulnerables del país, de forma peculiar procura la muerte para los niños con cáncer, solapar a los grupos criminales que tienen en su haber más de 90 mil homicidios dolosos en su mandato.
Lo único que se puede esperar del mandato de Manuel López Obrador, será incertidumbre, confrontación y llevar a los sectores a fase terminal, hay que entender por qué y es muy simple, él nunca tuvo talento, no destacó en los estudios, mucho menos posee sensibilidad social, ni en sueños se considerará su proyecto en una transformación, a todas luces no es reformadora o innovadora, lejano el paso previo a un perfeccionamiento del caduco sistema político de México. A su manera, en su campaña prometió al pueblo la aplicación de la ley, castigar la corrupción, sin importar que estos sean ex presidentes de la República, periodistas, empresarios o a quienes son parte de la de la clase media de la sociedad, en su dislate fantasioso se creó la imagen de que el pueblo reafirmaría su confianza al combatir la corrupción e impunidad.
Querer encarcelar a Ricardo Anaya Cortés, muestra su debilidad, degrada el arte de la política, similar a la actuación a la dictadura de Robespierre, no quería ningún contrapeso, sembró el terror y decapitó a sus adversarios que lo condujo a su propia muerte, López Obrador, en sus arengas vaticinó que acabaría con la corrupción, y la impunidad, lleva tres años en el cargo y tenemos más corrupción e impunidad, difícil de superar la voracidad actual. El país en manos de la delincuencia, dos terceras partes la gobierna el narco.
La última y nos vamos: el Incorruptible Maximiliano Robespierre, rumbo al patíbulo escucho el clamor “¡Abajo el tirano!", historia de una rica nación europea, importante recordar, y sea una reflexiva tarea en nuestro país, en contra Andrés Manuel López Obrador y sus aliados de la 4ta. Transformación, “hombres duros y ambiciosos, a los que no les repugna la corrupción de López Obrador y su familia”; desdeñan el sueño de una república virtuosa e incorruptible. Imperativo, para el bien de la nación mexicana, tendrán que renunciar a la etapa de terror, corrupción e impunidad, para dar paso al rescate de la democracia y a la recuperación de todos los órganos de gobierno, hoy sumidos en el ostracismo, y sobre todo recobrar el respeto irrestricto por los Derechos Humanos.