Serpientes y escaleras - El “lobo” Villalobos
En opinión de Eolo Pacheco
Acusación de cohecho “Me la paso por el arco del triunfo” decía hace unos días el alcalde.
El “lobo” Villalobos
El principio del fin de la carrera política de Francisco Antonio Villalobos Adán comenzó a escribirse el viernes pasado, cuando la Fiscalía Estatal Anticorrupción le imputó el delito de cohecho y un juez ordenó prisión preventiva contra el subsecretario de protección civil Gonzalo Barquín, acusado del mismo delito. Mañana martes el presidente municipal de Cuernavaca volverá nuevamente a los tribunales de Atlacholoaya y ahí podría recibir el estoque final: cárcel o destitución. Poco puede hacer ya el edil: no tiene aliados políticos y su defensa legal es absolutamente ineficiente.
Para entender la situación que enfrenta hoy Villalobos Adán habría que hacer un poco de memoria, recordar su pasado y conocer lo que hizo como jefe del gobierno municipal; el novel presidente trabajó en el ayuntamiento en las administraciones de Manuel Martínez Garrigós y Jorge Morales Barud, en ambas fue cuestionado por su desempeño profesional y lo inhabilitaron por actos de corrupción.
Antonio Villalobos Adán fue colocado como alcalde suplente en la fórmula que Morena lanzó en la capital de Morelos con el apoyo directo de Miguel Lucia Espejo; nadie esperaba que la candidatura se cayera, ni que las cosas fueran a quedar así después de la elección. El mismo Villalobos aspiraba solo a ocupar una dirección dentro del área de servicios municipales, pero Morena se dio un borbollazo y la historia del Lobo comenzó.
Varios errores ha cometido Villalobos Adán desde que inició su aventura en la alcaldía, el primero y más grande fue ponerse en manos de su hermano y aceptar las peligrosas relaciones que le acercó; Francisco Antonio confió ciegamente en Pablo y se equivocó, porque para su hermano la alcaldía no representaba un reto profesional ni mucho menos un compromiso social, fue un negocio para transformar su estilo de vida, obtener dividendos personales y un espacio desde el cual defender al graquismo.
Luego vino una mala selección de colaboradores: Villalobos pagó facturas políticas a pesar de haber llegado sin compromisos, designó personajes sin capacidad ni talento, pero sobre todo sin lealtad hacia la ciudad. Casi todos los que se incorporaron al naciente gobierno lo hicieron a sabiendas que la administración tenía dos cabezas y la más importante no era la del alcalde. Los secretarios rápidamente notaron las limitaciones profesionales del edil y entendieron que para mantenerlo contento solo había que darle por su lado y aplaudirle sus frivolidades.
Estos dos primeros pasos fueron determinantes para lo que hoy vemos: el nuevo gobierno no llegó a construir, sino a destruir, el presidente municipal compró la idea de que tenía que pelearse con el gobernador y con todos los que no estuvieran de su lado. A la vuelta de unos meses Villalobos Adán se quedó solo: enfrentado sin razón con Cuauhtémoc Blanco, distanciado de Morena, enemistado con los diputados locales y sin trato alguno con los legisladores federales.
A Villalobos le vendieron (y él compró) la idea que tenía que se populista, un tipo de barrio, sencillo y dicharachero “como Sandoval Camuñas”; nadie le dijo que la personalidad no se disfraza ni la popularidad se compra. El alcalde capitalino dejó la administración municipal en manos de su hermano y aceptó sus ocurrencias, desde convertirse en un mal payaso de circo hasta rodearse de un pequeño ejército de gente sospechosa que a la postre utilizó información confidencial para atacarlo.
Luego vino un rompimiento entre los hermanos y un intento de viraje en el rumbo de la ciudad. Antonio Villalobos comenzó a mostrar un rostro diferente, empezó a tomar las riendas de ayuntamiento y a revisar personalmente las cosas; comenzó a realizar algunos cambios en la estructura municipal, pero no los suficientes para que la administración se estabilizara.
En lo que nunca reparó el presidente municipal fue en la necesidad de tener un gabinete profesional que le ayudara a sacar adelante la administración, que le apoyara en aspectos técnicos y atendiera puntualmente los problemas. Sin su hermano cerca Antonio dejó de pelearse con todos, pero nunca buscó establecer puentes de diálogo y acuerdo con los demás actores de poder; el alcalde capitalino continuó solo, sin respaldo de ninguna fuerza o grupo político y con el gobernador.
La inexperiencia es la razón por la que Villalobos nunca reparó en la necesidad de supervisar a su equipo; peor: la frívola manera de gobernar trajo como consecuencia que en su gobierno reinara la anarquía y la improvisación: cada uno hace lo que quiere, como quiere y cuando quiere; todos roban, todos abusan y todos dicen que piden dinero a nombre del presidente municipal, empezando por quienes forman parte de su familia.
La crisis se veía venir desde hace varios meses, cuando se hizo pública la primera denuncia en contra del presidente municipal de Cuernavaca; en ese momento el edil debió tomar cartas en el asunto y sobre todo tuvo que enfrentar las cosas con seriedad, sin embargo la personalidad de Villalobos se impuso y la respuesta a las denuncias fue barriobajeña: “Me las paso por el arco del triunfo”.
Lo que ocurrió la semana pasada durante el juicio contra el presidente municipal de Cuernavaca es muy grave y puede ser el primer capítulo de su caída como autoridad y como individuo. Antonio Villalobos estaba confiado en la estrategia legal de sus abogados, por eso mandó traer acarreados y una banda de música para que lo acompañaran; pensaba que la audiencia sería de trámite y que nada sucedería porque así se lo había prometido su representante legal. Pero pasó todo lo contrario.
La denuncia de cohecho es una de las ocho demandas por diferentes delitos que enfrenta el alcalde de Cuernavaca Antonio Villalobos Adán y varios de sus colaboradores; en esta primera solo aparece él y el titular de protección civil municipal Gonzalo Barquín, pero en las demás hay otros nombres relacionados con actos de corrupción, como Marisol Amado, Laura Mendizabal y Raúl Soto. Si la Fiscalía Estatal Anticorrupción lograra que los expedientes se acumularan, el edil y los otros personajes estarían en un brete, porque la fiscalía podría alegar que se trata de delincuencia organizada.
Los escenarios para el presidente municipal de Cuernavaca son sumamente complejos, lo que está en juego ya no es la posibilidad de que Antonio Villalobos sea postulado a un nuevo cargo de elección popular, el riesgo es que el munícipe pierda su libertad y se vea obligado a resarcir recursos.
Las probabilidades de que Villalobos salve la denuncia de cohecho en su contra son pocas, porque la estrategia jurídica para defenderlo es terrible. Si por algún milagro el juez que lleva el caso le diera una salida suave, aún existen otras siete denuncias por otros delitos acompañadas de diversas pruebas, entre ellas, dicen, audios en los que algunos funcionarios exigen dinero a cambio de obras, permisos o contratos. El riesgo, insisto, es que las denuncias se acumulen y el trato a los acusados cambie, es decir, que se les enjuicie como delincuencia organizada.
Ahora más que nunca Antonio Villalobos necesita aliados, requiere puentes de dialogo y una estrategia que le ayude a aguantar el golpe que viene. La arrogancia y un mal equipo lo han llevado hasta donde está y lo tienen a un paso de ir a la cárcel. El mal humor social y la opinión pública son sustantivos en esta parte del proceso, generarán presión con las autoridades y pueden ser la diferencia entre un trato estrictamente judicial y una acción política en su contra.
Es ahora o nunca: o el alcalde de Cuernavaca hace un ajuste urgente e inmediato en su estrategia y cambia, pacta y transita hacia una salida civilizada; o enfrenta una enorme embestida legal social y política.
Es decisión de él. Su libertad está de por medio.
- posdata
Las recomendaciones y la estrategia diseñada por los abogados del presidente municipal de Cuernavaca son la causa de que hoy Antonio Villalobos esté en la situación que está. Su representación jurídica es mala, torpe, ineficiente y como él, arrogante.
Las crónicas que narran lo ocurrido en la audiencia de viernes pasado exponen de cuerpo completo a un jurista improvisado, desconocedor de la ley, de los procesos municipales y de la justicia oral, sin mencionar su irreverencia con el juzgador y los efectos de retar a la autoridad.
Antonio Vilallobos Adán no es un acusado cualquiera, es una figura pública, un político que forma parte del escenario electoral venidero. Precisamente por eso la defensa debió prepararse bien y el acusado tuvo que adentrarse más en el proceso, escuchar varias opiniones y actuar por distintas vías al mismo tiempo.
La cara con la que Villalobos llegó a Atlacholoaya no fue la misma con la que se retiró horas después; la detención de su jefe de protección civil fue algo que no esperaba, que nunca le anticipó su abogado y echó abajo su absurdo optimismo.
Dicen que Villalobos ahora sí está preocupado, que pide consejos, que hace llamadas y busca alternativas; su problema es que la siguiente audiencia es el próximo martes (mañana) y el panorama que le ofrecen sus defensores ya no parece tan convincente como antes. Peor: de cara a la siguiente audiencia ya no puede cambiar de abogados, nadie le aceptaría un caso así con tan poco tiempo.
¿Hay salidas para Antonio Villalobos? Si. Buscar un acuerdo civilizado en donde el golpe judicial no sea tan duro, que políticamente no lo persigan y socialmente no presionen para que el peso de la ley le caiga completo. Todo pasa por su dimisión y el castigo para quienes lo acompañan en las denuncias. En ningún escenario el acuerdo, si acaso lo consiguiera, alcanzaría para proteger a los demás. Tanto daño no puede quedar impune.
- nota
La eventual destitución o encarcelamiento de Antonio Villalobos no es un tema que pase desapercibido ante la opinión pública; con todo y su desgaste el alcalde capitalino es la figura más conocida y con mayor intención de voto que tiene Morena en Cuernavaca.
Los efectos de su caída serían también políticos y afectarían electoralmente al Movimiento de Regeneración Nacional. Quien lo sustituya debe tener clara la necesidad de recomponer las cosas y trabajar de inmediato para que la capital salga del hoyo en el que se encuentra. Eso pasa por una renovación casi total del gabinete y un diametral cambio de estrategia en la comunicación.
Pase lo que pase, esperemos que vengan tiempos mejores para nuestra ciudad.
- post it
Rubén Jasso Díaz ha hecho un buen trabajo al frente del Poder Judicial de Morelos; en unos meses ha recuperado la estabilidad perdida en el TSJ a base de trabajo, diálogo y conciliación. La mayor virtud que ha tenido el presidente es su actitud y su mejor argumento es el distanciamiento con su antecesora.
Ahora que las cosas marchan más o menos tranquilas en el tribunal y Jasso Díaz se conduce con sobriedad aparece el siguiente texto publicado en Kiosko, de El Universal:
“En Morelos nos comentan que en el Poder Judicial del estado, el presidente magistrado, Rubén Jasso Díaz, no puede cortar el lazo con su antecesora, María del Carmen Verónica Cuevas López, quien fue separada del cargo por orden de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero se encargó de dejar los amarres con sus afines para allanar la llegada del actual titular del Tribunal Superior de Justicia estatal. Nos detallan que don Rubén agradeció tanto el esfuerzo de doña Verónica que decidió mantenerla a su lado como asesora en jefa de proyectos judiciales, lo que implica que también se quede el equipo que estuvo a la cabeza del Poder en los últimos seis años y que provocó la mayor división de magistrados en la historia reciente. ¿Lo volverá a hacer?”
De ser cierto lo anterior, Rubén Jasso estaría cometiendo un gravísimo error, daría un enorme paso hacia atrás y reviviría las añejas pugnas que hay dentro del Poder Judicial, sin descontar el distanciamiento que de manera natural volvería a darse con el ejecutivo.
Todo lo bueno que ha hecho hasta ahora Jasso se puede venir abajo si Carmen Cuevas regresa. La dama es un lastre… y ni siquiera es buena abogada.
- redes sociales
En Morelos ya se hizo obligatorio el uso de cubrebocas; la medida es para prevenir muertes y nuevos contagios de covid. El reto es que quienes se rehúsan a utilizarlo se dejen de noroñadas y entiendan la gravedad de la situación.
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