Secreto a voces-¿Es de preocupar la crisis ambiental…?
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz
Si, sin duda, debemos comprender que los problemas ambientales son sociales. Cualquiera podría ante aquella pregunta hacer un corte de manga y pensar que es mejor ocuparse por comer; o bien, que la opción es dirigir nuestros esfuerzos a comprender los problemas que como humanidad vivimos. Sin embargo, un poco de reflexión sobre los fenómenos sociales y políticos que ocurren en nuestro alrededor nos llevaría a entender que casi ninguno de los problemas observables como sociales están realmente disociados de la problemática ambiental y que, aunque nadie vive fuera de la naturaleza, sí existen personas que creen que su vida nada tiene que ver con la tragedia ambiental.
El gran problema que existe con respecto al ambiente o naturaleza en la que estamos inmersos, es que algunas de las respuestas técnicas o tecnológicas a los problemas ambientales, por parte de la racionalidad tecnológica que se ha adueñado de nuestra cultura, han resultado como dicen en mi pueblo peor que la enfermedad. Si existe contaminación del aire, la respuesta tecnológica ha sido el producir autos eléctricos y si bien es cierto nadie duda que eso implica una disminución de las partículas de contaminantes que se lanzan al aire por escapes de los autos, también es verdad que la producción de baterías para esos vehículos implica el dañar terriblemente el medio ambiente y, lo que es peor, las relaciones humanas.
Veamos dos noticias de actualidad. Lo que ocurre en Bolivia tiene como trasfondo, entre otros, la disputa por uno de los recursos más importantes de la era actual, el litio, también conocido en la época actual como el “oro blanco”. Se trata de un mineral fundamental para la producción de baterías de celulares y autos. Las empresas y países que son vanguardia en la producción de teléfonos celulares y autos eléctricos, y para ello hagamos es inevitable el tema de Evo Morales, requieren de esa materia prima para mantenerse a la vanguardia en el mercado mundial. Entonces, la geopolítica, como diría el profesor Jalife, tiene mucho que ver con el dominio transnacional de los territorios.
El otro tema son las altas olas que han invadido a la ciudad de Venecia que, según la propia opinión de los habitantes de aquella ciudad, cada vez ocurren con mayor frecuencia. Sin duda que este fenómeno tiene que ver con el calentamiento de la capa de ozono. Los países, entre ellos México, no tienen una política sustentable clara y contundente con respecto a las sustancias que dañan la capa de ozono. La idea de progreso y bienestar social, como paradigma, domina los intereses políticos de los grupos de poder. Mil veces prefieren evitar perder un empleo que colocar en riesgo a la humanidad misma. Se trata de una incomprensión, pero también de un acto propio de la racionalidad industrial.
El mismo petróleo es el motivo de conflictos constantes y permanentes precisamente en una de las regiones en las que surgieron las religiones más importantes del planeta. Pero la posesión de reservas mundiales de petróleo ha convertido a la región en una región maldita, debido a tanto conflicto que se vive en aquella región. La existencia de petróleo en México, en la parte del Golfo, parece que, ante el inminente fin de los recursos fósiles, se ha convertido en un objetivo de la potencia en decadencia que son nuestros vecinos del norte, los Estados Unidos. EU no ve con buenos ojos las políticas nacionalistas sobre los hidrocarburos. Con el pretexto de la violencia que ellos mismos alimentan, nos proponen el uso de su ejército…
El punto al que hemos llegado es que las salidas técnicas ya no son soluciones reales a los problemas ambientales. La ausencia de una postura crítica como sociedad en general con respecto al medio ambiente, se encuentra en el hecho de que en el corazón de la sociedad industrial el tema de la defensa del medio ambiente no puede ser admitido, solo se admite a medias. La naturaleza fue incorporada a la sociedad industrial como un objeto inerte del que núcleos específicos de la misma podían apropiarse bajo el pretexto de terminar, aplicando la ciencia, con las desigualdades sociales. Las externalidades (daños a la naturaleza), generalmente aparecen como aspectos secundarios sujetos a un fin supuestamente superior, la justicia. Lo cierto es que el bienestar indudable carga con una sociedad que vive a punto del colapso ambiental.
La crisis ambiental, que se expresa de diferentes maneras en nuestro alrededor y que pone en riesgo la existencia de la misma humanidad, cada vez, como dirían los habitantes de Venecia, corre a una velocidad de la luz comparado con los cientos o miles de años en que los efectos ambientales transcurrían en el pasado. Lo que era asunto de siglos ahora puede tomar décadas. Esto no se percibe porque existe en los discursos de las instituciones mundiales y de los gobiernos de los países contaminantes, un interés por controlar la información y el daño ambiental, debido a que la sociedad industrial de tipo occidental, que se ha extendido a todo el mundo, no tiene alternativas a la tragedia en la que vivimos.
Ya hemos apuntado aquí que, las potencias mundiales emergentes, como las naciones de asiáticas, entre ellas China, no tienen la más mínima idea de lo que significa el cuidado del medio ambiente. Están metidas en una lógica de dominar económicamente al mundo bajo el antiguo estilo depredador. El deshielo de los polos no significa para ellos riesgo alguno (a pesar de ser los principales contaminadores del mundo), sino una inmejorable oportunidad para lanzarse por los nuevos territorios y explotarlos en su beneficio. Lo mismo ocurre con otras potencias como Rusia, que ha optado por la producción de armamento nuclear y por competir con los Estados Unidos en ese rubro.
En ese sentido, la crisis ambiental ha sido convertida en negocio, que es ocultado por las empresas que se benefician de ella, lo que nos aleja más de una potencial solución. Los rayos ultravioleta, que dañan la epidermis, es respondida con cremas que protegen la piel. Cualquier persona en su sano juicio usa crema para evitar un daño. Pero, cuando la crisis ambiental es racionalizada como negocio, la solución se coloca más lejos de la posibilidad de comprenderla, porque en las soluciones se tratan como problemas no relacionados con la crisis ambiental sino con la piel y su solución técnica. La solución técnica inmediata es correcta, pero cuando se olvidan las verdaderas causas, convirtiendo el tema ambiental en un problema de poder.
La solución de fondo está en sustituir las viejas creencias de que la naturaleza es un objeto, y no lo que realmente es, una potencia y un poder que ha empezado a cobrar los daños que le hemos causado...