Observador político - En la silla de los acusados, ediles de Temixco y Xochi

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - En la silla de los acusados, ediles de Temixco y Xochi

Dicen que cuando el río suena, agua lleva. En Temixco, el río lleva impunidad, abuso de poder y un hedor que sube desde las cloacas de la corrupción hasta la silla del alcalde Israel Piña Labra, quien se ha convertido en un símbolo más del desprecio institucional por los derechos de las mujeres, la democracia local y el respeto por la ley.

TEMIXCO, BAJO EL YUGO AUTORITARIO.- El alcalde Israel Piña desprecia la ley y la dignidad de las mujeres y es que no, no se trata de una acusación ligera, por el contrario, el y las magistradas del Tribunal Electoral del Estado de Morelos (TEEM) resolvió, en el juicio TEEM/JDC/41/2025-3 y sus acumulados, que Piña Labra cometió Violencia Política en Razón de Género (VPRG) contra la síndica Graciela Cárdenas Morales y la regidora Adriana de la Cruz Castrejón.

Dicho fallo fue claro y contundente: debía ofrecer disculpas públicas, hacerlas visibles en los medios oficiales del ayuntamiento y en la prensa local, e inscribirse junto al regidor Julio César Ortiz Popoca en el Registro Nacional de Personas Sancionadas por Violencia Política contra las Mujeres.

Empero, el edil no sólo desobedeció la orden del máximo tribunal electoral en la entidad, sino que además, lo despreció. Y en su lugar, decidió utilizar recursos públicos -que deberían destinarse a la seguridad, la educación o los servicios básicos- para grabar videos con testimonios manipulados de trabajadoras del ayuntamiento, intentando limpiar su imagen y revictimizar a las mujeres que tuvieron la valentía de denunciarlo.

No es la primera vez que se le vincula con prácticas cuestionables; acusaciones de pactar con el crimen organizado, permitir el cobro de piso a comerciantes, y operar con lógicas caciquiles lo persiguen desde el inicio de su administración. Como buen "virreycito", como lo llaman ya algunos habitantes de Temixco, Piña Labra parece haber olvidado que su cargo se debe al pueblo, no a sus intereses personales ni a posibles padrinazgos oscuros.

Este caso no es aislado, ya que es el reflejo de una estructura institucional que sigue permitiendo que la violencia política de género se normalice, que las mujeres en cargos públicos sean silenciadas, y que el aparato se use como arma contra quienes alzan la voz. Por ello, la regidora Adriana de la Cruz ha denunciado incluso que teme por su seguridad, luego de que se difundieran imágenes que intentan ligarla, sin pruebas, con líderes criminales. Un intento claro de linchamiento mediático, disfrazado de guerra sucia.

CORRUPCIÓN, CRIMEN Y PODER EN TEMIXCO.- Lo que ocurre en Temixco, no es una anécdota ni una excepción: es el síntoma crudo de un sistema podrido que ha hecho del poder una herramienta de presuntos delitos como: enriquecimiento personal, represión y pactos inconfesables con el crimen organizado.

Basta recordar a mediados de abril de este año, los testimonios de Christian Contreras Luna, exjefe de la Secretaría de Seguridad de Temixco, quién desnudó la lógica mafiosa que domina a amplios sectores del poder político y policial en ese municipio.

Contreras Luna denunció públicamente haber sido cesado de su cargo por negarse a obedecer órdenes del alcalde Israel Piña Labra, que incluían desde pactar con el crimen organizado hasta atentar contra la vida de funcionarias del propio Ayuntamiento.

Incluso, advirtió que la síndica Graciela Cárdenas Morales y la regidora Adriana de la Cruz Castrejón, ambas denunciantes de violencia política de género, habrían sido blanco de esta criminalidad institucionalizada. Y hoy, ya existe un veredicto jurídico que respalda el actuar de las representantes populares municipales por parte del órgano electoral que halló culpable al edil temixquense.

Dicen que el que calla otorga, y el edil Piña Labra, se ha mantenido mudo en el tema. Y de todo eso, no se sabe que si Israel Piña Labra está siendo investigado por la Fiscalía Genera de la República, la Fiscalía General del Estado y la Fiscalía Anticorrupción.

XOCHITEPEC: EL INFIERNO SE ADMINISTRA DESDE ARRIBA.- Xochitepec es otro de los municipios que arden por la violencia cotidiana que ha dejado de ser noticia para convertirse en un paisaje cotidiano.

Asesinatos, feminicidios, levantones, extorsiones, robos a casas, a transeúntes, a unidades del transporte y no, no hay tregua. La gente aquí ha aprendido a vivir con miedo, a moverse en silencio, a tocar lo menos posible el mundo para no ser tocada por la muerte.

Mientras tanto, en la presidencia municipal, Roberto Chalo Flores administra el infierno como si se tratara de un trámite burocrático, y es que, él se sostuvo en el poder gracias a una mezcolanza oportunista de partidos -PRI, PAN, PRD y RSP- pero apenas ganó, les dio la espalda. Hoy se le ve más cerca de Morena, como si pintarse de guinda fuera suficiente para blindarse de la responsabilidad que implica gobernar con justicia.

La política en Xochitepec es puro cálculo: sumar votos, repartir culpas y restarse del problema.

Lo que ocurre aquí no es casual ni aislado, es el síntoma más crudo del fracaso del pacto social donde no se garantizarnos seguridad ni justicia y hoy, tristemente, es hoy cómplice de la descomposición. No solo por omisión, sino por acción.

Y es que diversos sectores de la población de Xochitepec, señala que el Ejército y la policía no están para protegerlos, sino para intimidarlos, extorsionarnos y, a veces, asesinarlos. La militarización aseguran que no les llevó paz sino más miedo. Ahora no solo hay que cuidarse de "la maña", sino también de quienes dicen combatirla.

Pero en medio del horror, la dignidad de los barrios resiste y en algunas colonias, entre balaceras y toques de queda impuestos por el crimen, la sociedad a través de grupos vecinales teje sus propias redes; creando directorios vecinales, estableciendo reglas no escritas para moverse con cuidado, convirtiéndose en comunidad.

Cierto es que la violencia no nació en Xochitepec. Fue sembrada por décadas de abandono, corrupción, impunidad y desigualdad así como por las políticas que ven a los pobres como carne electoral o como enemigos internos.

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