Retos de la inclusión en tiempos de crisis
En opinión de Alfonso Fermín García Millán
Si bien la Pandemia no ha terminado hemos podido ver algunos de sus efectos a nivel económico, político y social, pero lo difícil es identificar si entendimos que el Mundo en este tiempo cambió, si hemos sido capaces de reconocer que la realidad como la conocíamos ya no es la misma, porque de alguna manera fuimos tocados y transformados, o acaso ¿esta realidad no impacto a la escuela?
No hay que olvidar también las necesidades de los docentes, que al igual que las familias pasaron por eventos de pérdidas y cambios en sus dinámicas, por ello la necesidad de escribir este texto, ya que hablar de crisis es hablar de aquellos factores que no sólo amenazan la escuela, sino también la salud emocional y las actitudes que toman las y los docentes frente, por lo que se vuelve prioritario que cada centro escolar considere y ofrezca herramientas al profesorado desde un marco de cuidado de las personas.
Hablar de la diversidad es considerar aquellos “nadie” a los que hace referencia Eduardo Galeano, también a los que por su condición personal y de discapacidad han sido invisibilizados por la sociedad y el sistema educativo, que cultural y económicamente premia el mérito y deja sin oportunidades a quienes históricamente siguen siendo vulnerados en sus derechos y no basta ver cuántas personas llegan a un nivel de estudios a nivel superior de acuerdo a datos de INEGI 3 de cada 100 y hablando de personas con discapacidad 1 de cada 1000, dejando no solo fuera de posibilidades de que puedan continuar y concluir con sus estudios, muchas veces quedan a su suerte porque no se les preparó para la vida.
Sin lugar a duda hay que reconocer que la escuela y quienes la habitan se encuentran en crisis, y que de no hacer un alto para reflexionar sobre los factores que inciden, entonces las acciones que la escuela pueda ofrecer tendrán los resultados de siempre; pero si nos detenemos para accionar cómo la escuela puede atenderlos, entendiendo los cambios y considerando la crisis como un factor que favorece el cambio, entonces podremos reconocer la importancia de acciones, prácticas y actitudes para ofrecer a todos los alumnos la atención desde sus necesidades, garantizando así el acceso a los recursos específicos y especializados que les permitan en primera instancia pertenecer al espacio escolar y poder pensar que esos elementos le ayudarán a futuro a ser parte de la sociedad.
En tiempos de incertidumbre es posible pensar en una “opción de educar” como lo refirió Philippe Meirieu (2013) en tres exigencias:
- Saberes emancipadores: aprovechar los aprendizajes de la vida cotidiana que permitan incorporar a futuro nuevos saberes que les ayuden a construir y vivir su propia historia.
- Compartir valores: compartir y vivir con el alumnado los valores, apreciar al otro o los otros desde el bien común, abandonando el individualismo y fomentar la colaboración, la solidaridad y el apoyo mutuo para encontrar el equilibrio entre las conductas y el pensamiento.
- La formación para el ejercicio de la democracia: construir una escuela donde se acompaña a los más desfavorecidos en la toma de decisiones para la vida en su presente y para su futuro, desde el plano personal, laboral y social.
Es tiempo de considerar la crisis como una oportunidad de cambio, hacer de la inclusión una realidad y no solo la ilusión de seguir pensando que garantizar el derecho a la educación es solo estar en la escuela, pensar en el futuro de cada persona para trascender y ser, atender las necesidades de quienes habitan la escuela, brindar oportunidades, desarrollar destrezas y conocimientos que favorezcan la autonomía de cada una de las personas que están en ella, docentes, familias y principalmente las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, sin olvidar claro a aquellos grupos vulnerados en sus derechos como las personas con discapacidad.